Es la segunda vez que entrevistamos imaginariamente al covid-19 desde el último mes de marzo. Se trata, sin duda, del personaje del año. Como Tina Turner, arrasa en Estados Unidos, triunfa en Europa, sobre todo en Inglaterra, llena estadios en Brasil y es previsible que se retire en Suiza. Covid, que nos dijeron amaba el frío y la lluvia del invierno, resulta que es todo un guiri de sangría y aftersun. Se queda en verano. A disfrutar.

“Me va la juerga más que a Charlie Sheen. Que veo un botellón, me apunto; una fiesta de discoteca, allá que voy; una celebración en un piso, me presento sin avisar; una zambra flamenca con sus palmeros, el finito y la guitarra, aquí estoy yo. Me mola el verano. Soy el Georgie Dann de los coronavirus: eeeeeel chiringuito, el chiringuito… Yo tengo un chiringuito a orilla de la playa, lo tengo muy bonito y espero que tu vayas”. Está claro, al covid-19 le va la marcha. También con los calores.

Gracias por atendernos de nuevo con lo ocupado que usted andará, contagia que te contagia.

—No pasa nada. Estamos para toser a los medios de comunicación. Además, tampoco tengo tanto trabajo: piensa que la mayoría de la gente se contagia sola. Me he montado una red de asintomáticos que funciona muy bien. Cuanto más simpáticos y sociables, mejor. Te explico, el tema funciona como una estafa piramidal. Dos contagian a cuatro, cuatro a dieciséis...Y venga lío. Antes de que se dé cuenta el primero, ya están todos pringados.

Aseguraban los científicos que el sol y el calor degradarían sus lípidos y que desaparecería usted durante el estío.

—Menuda panda. Con el sol se me han puesto los lípidos morenos, eso sí. Pero nada, gafas polarizadas, un sombrerico de paja de las fiestas de Calasparra, bermuda de flores, camiseta de tirantes con propaganda de ron... y al tema, que hay que producir. En las discotecas de Ibiza y por ahí, ni se enteran si estoy. De la que pille la Costa del Sol me voy a poner como el tito, porque a esa gente le molesta la mascarilla: quieren que se vea que se han gastado pasta larga en una dentadura nueva y en recauchutarse los labios. Más al norte hay lugares que me llaman como un imán: Tossa de Mar. Que lo dice el nombre: tosa. ¿Te lo puedes creer?

Casualidad. ¿Cómo ve el asunto de las vacunas?

—Pues hombre, no es agradable que quieran acabar con uno: me siento el Sadam Hussein de los gérmenes. Así que me pillo cada rebrote que para qué. Me tranquiliza que las investigaciones van lentas. Hasta dentro de un año creo que podré seguir triunfando, dando patadas y volatines en plan David Bisbal. Después, se tienen que poner de acuerdo los de Oxford con los chinos, los yanquis, los rusos y tal. Me da a mí que veremos antes la tercera Guerra Mundial que una acción coordinada contra este, su humilde servidor. Los rusos y los chinos se llevan como cuñados en una cena de Nochevieja, a los yanquis no los aguanta nadie, y a los de Oxford hay que darles de comer aparte.

¿Y si, contra su pronóstico, se pusieran de acuerdo?

—Pues haré lo que recomiendan los libros de autoayuda: saldré de mi zona de confort y mutaré. Que se chinchen.

Antes de concluir, ¿quiere darle las gracias a alguien?

—Al tipo que se cargó al pangolín, que es especie protegida, y lo llevó al mercado le debo mucho. Pero los verdaderos cracks, los figuras que han sido mis mentores son, sin duda, Boris Johnson, Donald Trump y el flipado de Bolsonaro. Estos tres son mis gallos. Lo de Boris y su defensa de la inmunidad de rebaño es para darle el premio al Capullo del Año; solo espabiló cuando me pilló bien y le tuvieron que ingresar con los pelos más revueltos que el cantante de Kiss. Lo de Trump y la tontería de no ponerse mascarilla... En fin, que es de cobardes ponerse mascarilla pero de muy valentones ir por la vida con un Colt 45 en la sobaquera por si acaso. Vamos, anda.

¿Y Bolsonaro?

—Este se va a llevar el jamón ibérico en la convención de coronavirus de fin de año. Primero, que no pasa nada por salir, ir al fútbol, manifestarse por la calle y todo eso; luego, que mascar chicle y rezar es suficiente para protegerse. Que digo yo, cuando vayas de visita a una favela, no te pongas chaleco antibalas Bolsonaro, reza un Padre Nuestro. Y espérate, que le veo capaz de animar al personal a que vaya al carnaval de Río de Janeiro.