Hace poco me contaba un profesor de la universidad que realizando una búsqueda por Internet, no llevaba ni tres minutos cuando se dio cuenta de la ingente cantidad de información que estaba encontrando. A pesar de, como había realizado en otras ocasiones, haber filtrado y centrado su búsqueda en su área de interés, se empezaba a sentir sobredimensionado, cada vez encontraba más artículos, tenía necesidad de leerlos todos, pero no sabía por dónde empezar, si por los comentarios que tenían, por el propio artículo que a su vez le mandaba a otro que le mandaba a otro. Esta sobrecarga de información, que como le sucedió a mi amigo le acabó creando una ansiedad que no sabía explicar, es lo que Alfons Cornella, llamo la infoxicación de contenidos. Por desgracia, los llamados contenidos de calidad, están siendo enterrados por intentos interesados de las compañías por vendernos sus productos, noticias falsas o miles de memes, gifs y comentarios sin sentido que nos hacen perder mucho tiempo a lo largo del día.

Les dijimos a las empresas que Internet y las redes sociales eran el mejor mercado donde poder ofertar y vender sus productos. Les propusimos que crearan contenidos de calidad, que fueran creativos y que fueran verificando si con ello conseguían su último objetivo, vender. Pero en un ecosistema en el que todos trataban de conseguir lo mismo enseguida surge la picaresca, los atajos o la forma de llegar cada vez a más clientes, perdiendo en cierto modo el sentido de la ética. Muchas compañías nunca se habían atrevido a usar estas técnicas fuera de Internet, pero parece que la red de redes es el campo de batalla donde vale todo.

Poco a poco han ido creando una fatiga, que se ve especialmente en el descenso del uso de las redes sociales. Es verdad que la bajada, según leemos en las encuestas del año 2019, es de tan solo un punto porcentual pero es un indicador de que no está creciendo su uso. Todavía le sigue pasando factura (no económica, que las empresas siguen apostando por los anuncios en Facebook Ads) a Mark Zuckerberg el caso de Cambridge Analytica, donde se usaron de forma indebida los datos de 50 millones de usuarios para tratar de influir y manipular su intención de voto en las elecciones presidenciales que ganó Donald Trump. Si a esto le añadimos que ninguna red social ha conseguido evitar la desinformación que provocan esos artículos o comentarios que hemos metido en un saco llamado Fake News, entendemos esta fatiga en el uso de unas aplicaciones que sigo pensando que tienen mas virtudes que defectos. Creo que hace falta tiempo para volver a poner las cosas en su sitio y entender la utilidad de las redes como elemento comunicativo y no como un arma de destrucción masiva.

Generar contenidos útiles, que aporten valor, que nos ayuden a resolver problemas, que nos descubran algo nuevo, que nos entretengan, que nos inspiren de nuevo, tiene que ser el objetivo de todos aquellos que escribimos o generamos información. Todavía hay compañías que no se han dado cuenta que las mentiras en la red, más temprano que tarde, son detectadas por los consumidores y que al final se pueden convertir en la tumba de muchos productos o servicios que han querido destacar rompiendo las reglas del juego. El vídeo, la fotografía o los podcast son la nueva forma de consumir contenidos y si de verdad quieres ser parte de la revolución que sigue en marcha, deberás adoptar estas nuevas formas de comunicar tus ideas, tus productos o reivindicaciones.

@juandelaherran