bilbao- Gracias a Carolina de Mónaco se forró Moncho Alpuente, que en gloria esté, quien escribió una canción en la que hablaba de la princesa y el resto de la basca monegasca. Alpuente le echó, como a todo, mucho ingenio. Otros se arrimaron a Carolina echando únicamente buena estampa, que diría María Dolores Pradera. Carolina, con sus gafas de sol de 500 euros, pasea por Saturrarán mojándose los principescos pies. El cabello envuelto en un pañuelo de seda de motivos marineros, una blusa ceñida y un pareo. “¿Dónde hay algún bar abierto a estas horas?”, pregunta con ese tono cándido propio de quienes poseen sangre azul. “Es que, mientras viví con Ernesto de Hannover, me acostumbré al carajillo y me apetece uno y una faria”, aclara delicadamente. Caroline Louise Marguerite es así, todo clase.

¿Qué busca en Saturrarán, princesa?

-El anonimato. Estoy hasta la higa de que me persigan fotógrafos, carotas y gente que no conozco para ganarse tres mil despreciables euros. Este verano me quedo en Ondarroa, vendré a la playa de Saturrarán y algún día iré de paseo a Mutriku. Aquí la gente pasa de mí. Cuando me preguntan cómo me llamo, les digo que Carolina y ellos añaden “¿De qué caserío?” Ayer, una señora le echó la bronca a su marido cuando me soltó lo del caserío. Y le dijo: “Cuidado que eres burro, Joxe Miguel. ¡Caserío, caserío! Te está diciendo que es la hija de Telmo, el patrón del bonitero Karolina Maitea”. No entendí nada. Pero el personal pasa de mí. Ponen buenos pintxos en las tabernas y me dejan en paz. Lo único, las palmadas en la espalda, que ya he tenido que acudir al fisio. Lo demás, encantada.

¿Ha venido con alguien?

-Sola. Solitaaa. Ni se imagina usted cómo está mi familia. Mi hermana Estefanía se ha dejado, la pobre. Ya ni va a la peluquería ni nada. Para mí, que, con suerte, se da henna en casa. A veces la veo con unas pedazo raíces... Desde luego, con lo que ha sido ella. Los disgustos ¿Sabe usted? Mis chicos andan todos por ahí en estas fechas: de afterparty, chill-out, cocooning, sexting? No sé ni lo que significan esas palabras, pero es lo que escucho a otras madres del barrio en el Principado. Bueno, bueno, y mi hermano Alberto se ha vuelto un soso perdido. Desde que se casó con Charlene, que es una nadadora que le da un txalo con la mano abierta a Tyson y lo noquea, no es ni sombra de lo que fue. Antes, mi hermano Alberto saltaba medio en canicas de yate a yate? ahora, cuando se pone marchoso juega al cinquillo. Se ha echado a perder. Pero, claro, es Su Alteza Serenísima y le va ese rollo.

¿En qué punto se encuentra su matrimonio con Ernesto de Hannover?

-¿En qué punto? ¡Punto y aparte! Jajajaaaaa. Desde el 2009 estamos separados, cielo. Que no te enteras. Me acuerdo cuando Chantal Hochuli, su ex, me dijo: “Menuda alhaja te llevas, Carolina, querida”. Qué razón tenía. La leche. Ernesto Augusto, que es como yo le llamo, es buena persona, un bigardo todo arrubiado, con los ojazos azules. Alemán. Ernst fon Janofa, como dicen ellos. Pero le va la pitarra más que una tiza a un mono. ¿Te acuerdas de la boda de Felipe, que tuve que hacer el paseíllo yo sola?

Claro, fue un notición.

-Llevo un ratito llamándote de tú. ¿No hay problema, verdad?

Claro que no, princesa.

-Pues en la boda de Felipe, Ernesto Augusto salió la noche anterior. “Un cubata y ahora vuelvo, Karoline, mein schatz”. ¿Le viste tú? ¡Pues yo tampoco! Que apareció por la mañana, pero como Las Grecas y cantando el Abanibí-oboevé. Ni duchándolo con amoníaco. Tuve que presentarme a la ceremonia más sola que Albert Rivera. Y por ahí sí que no paso. Al día siguiente le puse los baúles de Vouitton en la puerta y le lancé un ultimátum: o el Larios o yo. No lo he vuelto a ver.

Por lo que deduzco, sus reuniones familiares serán tensas.

-Nada de eso. Nuestras cenas de Navidad son un desmadre, ni te las puedes imaginar. Suelen venir los ex de mi hermana Estefi. Adans nos hace unos números de equilibrismo todos los años. Y Ducruet, que es el más elegante, canta fenomenal. Las ex de mi hermano no aparecen, pero mandan dulces. Junot también se suele presentar, está muy mayor pero es muy bueno contando chistes y anécdotas. Pero lo mejor es lo de Charlene; cuando se toma un par de copas de champán, se lía a bofetadas con el primer guardia de palacio que pasa; suele ganar ella. Todo muy divertido. ¡Hala, te dejo que voy a ver si encuentro unos magurios por las rocas!