En este caso queda claro por qué está fuera de cámara: la edad. Porque la larga vida de este hombre ha sido un constante viaje entre España y Argentina. El actor bonaerense se forjó en el teatro de su país, donde muy pronto se convirtió en uno de los intérpretes más solicitados. Se le considera una persona inquieta y activa que hasta una edad muy avanzada ha continuado al pie del cañón, sin dejar de aceptar aquellos personajes que creía poder interpretar, aunque ha tenido que prescindir del cine y la televisión y se ha centrado en las tablas.

Durante seis años se exilió en España escapando de la dictadura de su país. Su calidad interpretativa le abrió muchas puertas en Madrid, y tras regresar a Argentina, volvió de nuevo a Madrid para participar en series como Miguel Servet, la sangre y la ceniza y La huella del crimen

Pero hay dos papeles que marcan su trayectoria española. El primero en Espérame en el cielo, película dirigida por Antonio Mercero en 1987 que le valió estar nominado al Goya como protagonista de una historia que le llevó a convertirse en el doble de Franco.

El director vasco le volvió a llamar para una de las series que se han convertido en historia de la televisión, Farmacia de guardia, donde daba vida a Enrique Cano, padre de la farmacéutica, Lourdes. Era un hombre viudo y dueño del establecimiento, escenario central de todas las tramas, y compartía con Adolfo, su yerno, la afición por las mujeres. Coleccionaba ligues, especialmente de mujeres extranjeras. Apareció solo durante la primera temporada, y al principio de la siguiente se explicaba que se había ido a la Pampa argentina con su nueva novia. Lo cierto es que dejó la serie para atender a sus compromisos argentinos. Comentó en su momento que le daba pena, pero que la distancia entre Argentina y España hacía imposible compaginar proyectos a ambos lados del Atlántico. En estos momentos se encuentra inmerso en trabajos como director y actor de teatro. Es un hombre incansable que desafía a la edad, y con un humor estupendo.