Arriésguese. Conteste con sinceridad a las siguientes preguntas. No hace falta que lo haga en voz alta ni que comunique a nadie el resultado. Pero reflexione sobre ellas y sus respuestas.

¿Cuándo usa el móvil se siente diferente, más seguro?

¿Lleva el móvil siempre con usted y no se separa de él en ningún momento?

¿Está pendiente todo el tiempo del smartphone, incluso cuando está con otras personas?

¿Cuándo se despierta por la noche, revisa el móvil para ver si ha entrado alguna notificación?

¿Duerme menos de lo habitual porque está pendiente continuamente del teléfono?

¿Se siente angustiado ante la idea de que el móvil se quede sin carga o sin cobertura?

¿Se siente incómodo o que le falta algo importante si pasa un día entero sin el teléfono o sin conectarse a internet?

Si ha contestado a todas ellas afirmativamente planteese que puede ser un adicto al móvil, que puede padecer nomofobia. Si son mayoritariamente afirmativas o ha dudado en decir sí y al final ha optado por no, sería conveniente que examinara en profundidad su relación con este aparato y con otros de similar perfil tecnológico, puede estar bordeando la adicción.

No es ninguna broma. Una encuesta elaborada por el centro de salud mental Desconecta en colaboración con la OCU y las universidades Complutense y Rey Juan Carlos reveló que el 77% de los cuestionados reconoció sentirse dependiente del teléfono móvil. Igualmente, se descubrió que el 21% de los adolescentes españoles es adicto a la red, el doble que la media de Europa; que el 15% de los adolescentes tiene un contacto activo con su móvil cada 15 minutos.

También puso de manifiesto que la nomofobia no se circunscribe únicamente a esta edad. Y es que el 35% de los adultos entre los 25 y los 35 años reconoce que usa el móvil cada seis minutos.

Según el director de Desconecta, Marc Masip, la adicción se da a cualquier edad, no hay una franja característica, pero la diferencia entre un adulto y un adolescente es que los adultos tienen la conciencia y la capacidad de entender la vida sin pantallas, "cosa que los adolescentes no, no lo han experimentado nunca porque ya nacieron con ellas".

También explica que aunque la nomofobia tenga como una de sus consecuencias el aislamiento social, estos enfermos no pierden la conciencia de la realidad, simplemente eligen el mundo digital porque se sienten más cómodos. Se da la paradoja de que aunque tanto internet como el móvil están ideados para conectar a la personas y abrirse al mundo, la dependencia de estos cacharritos lleva al aislamiento.

Síntomas de la adicción al móvil

Para detectar si alguien de nuestro entorno más cercano ha caído en esta adicción, estos son algunos de los síntomas generales que se pueden observar:

Un uso incontrolado del teléfono móvil, ser incapaz de reprimir el deseo de usarlo a pesar de conocer las consecuencias negativas de ello.

Abandonar o descuidar actividades cotidianas importantes, como la convivencia familiar o descuidar el trabajo. Es como si no existiera vida más allá del móvil.

— Estar permanentemente pendiente del móvil, vigilarlo y revisarlo por si entran mensajes o avisos de llamadas como si lo estuviera vigilando, y cada cierto tiempo lo revisa para ver si ha entrado algún mensaje o ha recibido alguna llamada. También revisa con insistencia diversas aplicaciones.

— La gratificación, la satisfacción por su uso cada vez tarda más en llegar, por lo que cuesta más dejarlo. Se podría decir que la 'tolerancia' es cada vez mayor y se necesita más una mayor 'dosis'.

Frustración, nerviosismo y rabia cuando no se tiene acceso al móvil. Se puede llegar a reacciones violentas o desmesuradas.

— Temor, pánico a que falle la cobertura o que se agoten la batería o el saldo, a que la velocidad de descarga se ralentice. Puede llegar al punto de tener miedo simplemente por tenerlo apagado.

Múltiples causas pueden llevar a la nomofobia

Detrás de las adicciones siempre hay una causa, un problema de fondo, que varía muchos de unas personas a otras. De hecho la Psicología ya la trata cono una patología definida aunque el Manual de Diagnóstico de la Enfermedades Mentales no la haya catalogado como tal a pesar de que comparta similitudes con otras dependencias. El síndrome de abstinencia , la falta de control o y la tolerancia serían algunas de esas similitudes más significativas.

Así, alguna personas adicta considera importante usar la tecnología, casi obligatorio. Puede ser que detrás de esto se encuentren problemas de autoestima, de inseguridad, por lo que el uso de la tecnología le resulta una distracción para esconder ese sentimiento de malestar.

También la dificultad para relacionarse con otras personas, la falta de habilidades sociales o una timidez casi patológica hacen que sea más fácil interactuar con mensajes que de palabra y cara a cara. Problemas familiares, académicos o laborales pueden convertir en un refugio la tecnología, las redes sociales o los juegos que se descargan en la terminal móvil.

Consecuencias sociales, físicas y psíquicas

Toda dependencia acarrea unas consecuencias, que pueden ser sociales, psíquicas y físicas.

Entres las sociales, la principal y más significativa es el aislamiento, descuidar o abandonar las relaciones interpersonales. Centrarse en el mundo digital puede llevar a un mundo paralelo en el que la familia, los amigos, los compañeros no tengan cabida. Esto puede llevar al segundo gran problema y es que las habilidades sociales se van perdiendo o no se llegan a adquirir de manera correcta si la adicción llega en la adolescencia, que es la etapa de la socialización entre iguales y de salir al exterior del hogar.

Entre las alteraciones psicológicas podemos encontrar alteraciones en la conducta como unas mayores tensión e irritabilidad, que en casos extremos generen comportamientos agresivos. Igualmente, los cambios de estados de ánimo, la inseguridad, pueden llevar a desequilibrios emocionales que sean una vía hacia trastornos como la depresión o la ansiedad.

Tampoco es extraño sufrir síndrome de abstinencia cuando se es privado del móvil. Angustia, ansiedad o irritabilidad son algunos de los síntomas.

A medio camino entre lo psíquico y lo físico, algunos adictos y otros que no lo son , pueden sufrir una especie de alucinación, la de oír el móvil, alguno de sus timbres como si realmente estuvieran llegando llamadas o notificaciones. En los adictos, estas alucinaciones fantasma mas puede llegar a ser muy intensas y las provoca la tensión de estar pendiente del aparato.

Entre las consecuencias físicas la más significativa es la dificultad para conciliar el sueño, el insomnio . Se produce por dos factores combinados. Por un lado, la luz azulada de las pantallas puede llegar a inhibir la producción la hormona que induce al sueño, la melatonina. Por otro, la hiperalerta que supone estar atento a la llegada de cualquier posible comunicación, impide o dificulta dormir correctamente.

A la larga, pueden aparecer problemas de atención y concentración, así como de memoria. Estar pendientes de si hay novedades en el teléfono impide centrarse en lo que se esté haciendo. Al final, esto perjudica la retentiva la memoria.