La imagen clásica del radioaficionado, en su cuarto, rodeado de estaciones de radio, cables y amplificadores de señal, sigue vigente, y más en estos días de confinamiento en el que número de apasionados por el mundo de las ondas, las cuales no se ven pero que se sienten y se oyen, ha crecido como hacía años.

El hecho de estar en casa ha generado que los habituales de esta afición enciendan sus aparatos más veces de lo normal, y quienes la tenían algo olvidada desempolven sus aparatos.

El coronavirus y el estado de alarma decretado para hacer frente a la pandemia ha impulsado el número de conexiones, las llamadas a las miles de estaciones, pero muy especialmente las cifras de personas que cada día se saludan a través de las ondas.

Si el avance de las tecnologías en materia de comunicación, como internet, las redes sociales, los teléfonos móviles y las antenas parabólicas han restado peso a la radioafición en fonía, ésta ha cogido un impulso en estos días donde hay "muchas horas" en las que entretenerse sin salir de casa. De hecho, España es el cuarto país del mundo con más licencias de radioaficionados.

"Aquí EA4AKP para el mundo, cambio". Así inicia diariamente sus conexiones el presidente de la Unión de Radioaficionados de España (URE), sección Mérida, Pedro Garrido. Las respuestas son en español en el territorio nacional; en inglés si ha salido al exterior.

"En estos días son centenares de conexiones, a través de las diversas bandas o segmentos de frecuencias, las que se contabilizan", ha afirmado Garrido, quien reconoce a EFE que "hacia tiempo que no tenía tantas horas para dedicarme a esto".

Si el coronavirus es el responsable de este confinamiento y, por ende, de tener más tiempo para conectarse, el COVID-19 también es el tema de las conversaciones.

"Hablamos de lo de siempre... de los equipos con los que uno trabaja, de las características de la antena, del tiempo, pero en estos días también del coronavirus", sostiene Francisco Muñoz, un radioaficionado extremeño que ha contactado en alguna ocasión con la Estación Espacial MIR.

De hecho, la Asociación Cultural de Radioaficionados Costa Blanca (Alicante) ha puesto en marcha una iniciativa denominada "#yomequedoencasa haciendo Radio". El objetivo es fomentar la radioafición, "poner su granito de arena en estos duros momentos de cuarentena para que sean un poquito más llevadero" y "hacer mucha radio desde casa".

Se trata de un concurso en el que pueden participar todas las estaciones del mundo en posesión de la correspondiente licencia, y por cada comunicado (QSO) se otorgan puntos.

Otros aficionados, que en su día estuvieron más "conectados", ha optado por quitarle el polvo a su emisora, a su fuente de alimentación y a su micrófono para "retornar" al espacio de las ondas.

Jerónimo Morales, fotógrafo de profesión, es uno de estos "reenganchados". "Tras ponerme al día, ya he contactado con Alemania, Serbia e Italia. Entre los italianos y los españoles, nos damos mucho apoyo ante esta tragedia", ha remarcado.

Todos ellos entienden que la radioafición es algo más que un mensaje o una necesidad de contactar con alguien a miles de kilómetros de distancia. Es una pasión por las ondas, una manera distinta de entender la radio.

Aquella sensación de comunicación que tuvo Guillermo Marconi a fines del siglo XIX, cuando envió señales de morse a través del espacio, sigue vigente para los tres millones de radioaficionados que existen en el mundo.

"Esto es un hobby, una forma de tener de amigos en cualquier lugar del planeta", ha afirmado Garrido, quien de niño le gustaba la radio, "escucharla y entender cómo de una caja sale una voz".

De la curiosidad se salta, con el paso del tiempo y "echando horas", a buscar distancias "brutales" y a utilizar "el rebote lunar" para llegar "al infinito y más allá".

"¿Cómo?", pregunta incrédulo este humilde periodista. "Se trata de utilizar el satélite natural de la Tierra como reflector de señales en las bandas de UHF y VHF, y superiores, pues estas traspasan la atmósfera", responde Muñoz.

A veces, y con los rebotes múltiples entre la atmósfera y la capa terrestre, "la onda puede dar la vuelta al mundo en menos de medio segundo, lo que permite oírte a ti mismo". Lo que faltaba, además del confinamiento, hablar con uno mismo.