PARA empezar, hemos vivido una fiesta del mejor ciclismo del mundo en Bilbao con el Tour de Francia. Es una experiencia única y creo que la afición la ha disfrutado a tope. En ese aspecto, chapeau para todos. Hemos vivido un gran día. Lo recordaremos. Si miramos a lo deportivo, tal y como se intuía iba a ser una etapa muy diferente a lo habitual para ser un comienzo del Tour. Hemos asistido a una clásica que ha aclarado mucho la carrera. Por un lado, se ha evidenciado que el Tour es un mano a mano entre Pogacar y Vingegaard. En la ascensión a Pike Bidea ha quedado demostrado que están por encima del resto. Sólo Lafay ha estado con ellos, pero ha sido algo anecdótico. También ha servido este primer día para comprobar que nunca se sabe qué puede ocurrir en el Tour. Mas ha tenido que abandonar por una caída y Carapaz, aunque ha acabado, ha tenido que decir adiós tras fracturarse la rótula. Dos candidatos firmes al podio han quedado descartados a la primeras de cambio. Esto es el Tour. La toma de contacto con la Grande Boucle ha evidenciado que tanto Landa como Gaudu están mucho mejor de lo que vimos en el Dauphiné y han estado con Pogacar en meta. También, Carlos Rodríguez. Eso sí, el día ha sido redondo para el UAE. Adam Yates se ha impuesto a Simon. Estratégicamente, que el segundo hombre más fuerte del UAE sea líder es bueno para ellos. Ha hecho trabajar al Jumbo. Es un buen escenario para Pogacar. El desenlace de la etapa es bueno para rebajar la tensión en carrera. Se ha aclarado la general y se han abierto huecos. Ahora se puede abrir un paisaje idóneo para las escapadas y eso servirá para que el pelotón pueda ir más tranquilo y se produzcan menos caídas que de costumbre en la primera semana del Tour que es siempre tan nerviosa. No quiero olvidarme de Pello Bilbao. Era una buena etapa para él, pero no ha tenido el día. l
El autor es director deportivo del Grupo Eulen-Nuuk.