La periodista y copresentadora de El intermedio ha escuchado muchas veces en tono reprobatorio una frase muy lapidaria: Mujer tenía que ser, y ese es precisamente el título de una sección de entrevistas a mujeres que presenta en el programa de La sexta. A esta iniciativa feminista se suma ahora su nuevo libro No me cuentes cuentos.

¿Cuántos cuentos nos han contado durante la infancia y hemos creído que eran historias mágicas?

He escogido diez cuentos, cuentos que todos conocemos de una forma u otra, y en todos ellos hay violencia contra las mujeres. Pero hay muchísimos más. Toda la vida nos han estado contando cuentos y a día de hoy, seguimos haciéndolo.

¿Cómo surge este libro de cuentos abordados desde una nueva perspectiva?

Todo empezó con el cuento de Caperucita roja, uno de mis preferidos cuando era pequeña. Cuando eres una niña, la idea del cuento es totalmente diferente a cuando eres mayor y ves que en este caso, por ejemplo, realmente te están contando la historia de una violación. Esa otra mirada hizo que me viniera a la mente la historia de la violación de la manada en aquellas fiestas de San Fermín. Pensé: Si esto pasa con Caperucita, quizá también pase en otros cuentos populares. El libro surgió así, al releer los cuentos clásicos con otra mirada.

¿Son explícitas esas agresiones contra la mujer en los cuentos?

No siempre. Hay algunos en los que esa violencia está implícita de manera muy sutil y en otros de forma más explícita. Pensé que si esto ocurría hace varios siglos, realmente no hemos cambiado tanto. Quizá por eso he querido establecer este paralelismo entre lo que sucedía en la sociedad de los cuentos clásicos y lo que sucede a día de hoy.

¿Cómo establece esos paralelismos?

La mejor forma era a través de historias reales, con mujeres de carne y hueso, y que sean ellas las que, con su relato, den herramientas a otras mujeres. Ellas hacen que los cuentos se vean con otra perspectiva para poder detectar a tiempo la violencia machista.

¿Qué piden las protagonistas reales de sus cuentos?

Que si alguna mujer está pasando por una situación de este tipo, que no se calle, que alce la voz. Esta es la mejor forma para poder ayudarlas y para que seamos conscientes de lo que está sucediendo hoy en día en nuestra sociedad. Hay que tener herramientas para poder pelear y detener esta lacra.

Estamos en el siglo XXI y seguimos en un mundo de princesas y príncipes azules.

Es cierto que se ha hablado de los cuentos clásicos y que se dice que ya no nos representan. En algunos casos es verdad, no nos representan, porque si nos fijamos en las protagonistas, ya no somos esas princesas que aspiraban a que viniera el príncipe a rescatarlas para casarse, vivir en un castillo, ser felices...

¿Y comer perdices?

Así acababan los cuentos clásicos, al menos algunos. Se trataba de llevar la casa y tener hijos.

Generaciones anteriores sí que han esperado a su príncipe para casarse, llevar una casa y tener hijos, aunque lo de ser felices para siempre y comer perdices es otra historia.

Así era. Se ha vivido en una dictadura bajo el lema de el niño mirará al mundo y la niña al hogar. Afortunadamente hemos ido avanzando y las aspiraciones a nivel profesional han cambiado muchísimo. Pero la violencia machista sigue siendo exactamente la misma, no ha cambiado nada. En ese sentido no hemos evolucionado.

¿Seguimos las mujeres ancladas en la vida de los cuentos del XVIII y del XIX?

Las protagonistas de estos cuentos eran víctimas de maltratos, sufrían violaciones, violencia psicológica, mutilaciones, abusos sexuales infantiles y eran víctimas de la trata y de la prostitución. A día de hoy está pasando lo mismo, estamos estancados. Para solucionarlo, lo mejor que podemos hacer es visibilizarlo. ¿Cómo?Denunciando lo que está pasando y tomando conciencia. Es lo que pretende este libro.

¿Qué hacemos con estos cuentos? ¿Los retiramos?

No y lo digo en el prólogo. Estos cuentos no dejan de ser como el relato de la madrastra y el espejo. Nos cuentan la verdad de lo que somos, nos pueden avergonzar, y por eso es importante seguir teniéndolos en cuenta para ser muy conscientes de en qué punto estamos y en qué punto debemos dejar de estar lo antes posible. Esta violencia de género se está cobrando muchas vidas, a día de hoy 1.138 mujeres han sido asesinadas desde 2003.

Así que debemos tener estos cuentos como referentes de lo que está pasando, no como fantasías de una vida maravillosa.

Exacto. Los tenemos que tener ahí para ser muy conscientes de lo que somos y de lo que queremos ser. Los podemos utilizar como herramienta crítica para enseñar a los pequeños que lo que hasta ahora se consideraba bueno o válido ya no debemos permitirlo.

Mujer tenía que ser es un apartado de entrevistas a mujeres dentro de El intermedio, un programa de humor. ¿Es serio?Mujer tenía que ser

Ja, ja, ja... Muy serio. En El intermedio uno de nuestros grandes valores es el feminismo. Lo hemos puesto de manifiesto en muchísimas ocasiones. Hacemos reflexiones en la mesa y además está esta sección que tengo la gran suerte de presentar, Mujer tenía que ser. De algún modo, esta sección nos permite ver que a día de hoy sigue habiendo una gran desigualdad entre hombres y mujeres. El machismo es la subordinación de la mujer y es independiente a sus orígenes, su profesión, su poder adquisitivo, su ideología, etc.

Hablemos de usted. ¿Cuántos años lleva en El intermedio

El programa lleva dieciséis años, y yo llevo justo diez. Una maravilla.

¿Pensaba que aquel viaje que inició en 2012 iba a durar tanto?

Es histórico que un programa lleve tanto tiempo. Era algo que nadie preveía. Cuando llegué a El intermedio no lo hice pensando cuánto tiempo iba a estar en él, no te planteas plazos. Me hizo muchísima ilusión trabajar ahí, yo ya admiraba el programa, y para mí fue un regalazo. Lo que he hecho siempre y todavía hago es mirar el día a día. No me planteo cuánto va a durar el programa o cuánto va a durar mi estancia en él.

Parece que no tiene fecha de caducidad, algo muy raro en televisión.

Raro sí que es, pero es que creo que El intermedio es un programa necesario.

¿Necesitamos mucho humor?

También. Pero en él tratamos la información con todo el rigor y tiene ese contrapunto del humor que te permite digerir las noticias de otra manera. Mucha gente nos dice que se informa a través de nosotros, y a mí me sigue sorprendiendo que nos digan esto.

Un programa nada fácil de hacer, supongo.

Es un programa diario, en directo y está pegado a la actualidad, así que es susceptible de cambios hasta última hora. Hay veces que a primera hora de la tarde sucede algo que te obliga a echar todo abajo, arrancar con lo nuevo que está ocurriendo y darle vuelta al guion. Somos un equipo de cien personas en total y dieciséis años trabajando juntos da mucho músculo. Es lo que permite que el engranaje funcione perfectamente incluso en situaciones de cambios profundos porque ha ocurrido algo inesperado.

¿Qué es lo más inesperado que les ha ocurrido?

Por ejemplo la pandemia. Nos llevamos el programa a casa y fuimos capaces de poner en marcha en cuestión de días un nuevo estilo de El intermedio, lo reinventamos. Pienso que esto es posible porque hay un equipo que se compenetra muy bien.

Hace dos semanas, Andrea Ropero tuvo que enfrentarse a un hecho bastante censurable.

Desde luego que fue desagradable ese empujón por parte de Miguel Ángel Rodríguez. Al final, lo único que pedía Andrea, igual que pedimos el resto de los periodistas, es respeto, respeto para poder realizar nuestro trabajo. Nada más que eso. Tenemos que disponer de unos mínimos para poder trabajar en condiciones, tenemos que tener una mínima dignidad y desde luego no recibir empujones.

Sobre todo de alguien que debe facilitar el trabajo, no impedirlo.

Los periodistas lo único que pedimos es poder contar la actualidad, contar lo que está pasando y no encontrarnos obstáculos de gente que no hace más que poner palos a las ruedas. Repito, solo es una cuestión de respeto.

¿Cuántas veces le han dicho: Mujer tenías que ser

Unas cuantas, más de una vez lo he escuchado. Es una expresión que está muy arraigada. El machismo forma parte de nuestra cultura, hemos crecido con él, y todos tenemos que hacer un gran esfuerzo para poder avanzar hacia una sociedad más justa y más igualitaria. Por ello, nosotros quisimos darle ese nombre a esta sección. Es una forma de empezar a cambiar las cosas.

PERSONALEdad

: 42 años.

Lugar de nacimiento: Granollers (Barcelona).

Trayectoria: Se licenció en Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Dio sus primeros pasos televisivos en la televisión local de Hospitalet y después presentó en TVE de Cataluña el informativo de las ocho de la tarde. La puesta en marcha de La Sexta supuso para ella su traslado a Madrid. En esta cadena hizo información general hasta que hace diez años entró en el programa El intermedio.

Libros: Ha publicado dos: Pelea como una chica y No me cuentes cuentos.