Através de varias representaciones (principalmente el provincianismo que choca con el cosmopolitismo), La vida inesperada nos presenta a varios emigrantes y actores españoles que interpretan Doña Rosita, Tres sombreros de copa o Katiuska, y sobreviven en Nueva York. Retratos del casticismo y la vida urbanita realizados con frescura y la agilidad habitual de Elvira Lindo, que firma el guión en calidad de observadora eficaz de la megalópolis, donde inserta detalles sociológicos de cómo se ve la ciudad y cómo se crean raíces volátiles y profundas. La película es más resuelta en la observación del costumbrismo trasatlántico (costumbres, hábitos, rasgos definitorios, tipos de emigrantes) que en la sofisticación de los relatos de amor, que sin embargo, empastan bastante bien. Asistimos al duelo interpretativo del elenco hispano (magistrales actores encabezados por Javier Cámara) y el estadounidense. Historias de descubrimiento y miedos. O sobre los prejuicios. De sueños que nos cuesta imaginar y de realidades que cuestan asumir. Mitad sainete, mitad melodrama.