El GHB, conocido como extasis líquido, no es éxtasis. Es una droga depresora del sistema nervioso central, buscada por los consumidores por sus efectos desinhibidores, pero cuya ingesta en dosis elevadas puede conducir a intoxicaciones y cuadros médicos graves, como ha ocurrido recientemente en Madrid. GHB es el acrónimo de Ácido Gammahidroxibutírico, también mal llamado éxtasis líquido.

Se trata de un anestésico en forma de líquido incoloro, de gusto amargo y desagradable, que se toma por vía oral, normalmente disuelto en zumo para evitar el sabor.

En dosis bajas, sus efectos son parecidos a los de una borrachera de alcohol. Si la persona que lo ha ingerido se pasa de la cantidad, puede sufrir mareos, descoordinación o algo peor.

El sábado pasado, dos jóvenes de 25 y 28 años fueron evacuados en estado grave al hospital en Madrid, uno de ellos intubado, por una intoxicación por el consumo de GHB en una casa de la ciudad de Madrid. No han trascendido los motivos, si se trata de una mezcla de otras sustancias (desaconsejada de base) o de una sobredosis por imprudencia. Pero sí se desliza una falta de información en torno a la sustancia.

Consumo residual

Cabe destacar que en el Estado español, el consumo de GHB es residual. En este sentido, de las 26.878 personas encuestadas en el último informe EDADES del Ministerio de Sanidad, que radiografía el consumo de alcohol y otras drogas, sólo un 0,8 % reconoció haber probado el GHB alguna vez en la vida, mientras que el porcentaje bajó al 0,1 en los últimos 12 meses y al 0,0 % en el caso de los últimos 30 días.

Se da la circunstancia de que el GHB, en muchas ocasiones, se vende como tal cuando no lo es. Lo explica Berta de la Vega, coordinadora de Energy Control en Madrid, quien señala que, en el laboratorio de este organismo sin ánimo de lucro –en el que analizan estupefacientes de forma gratuita para ofrecer mayor seguridad a los consumidores–, muchas veces se encuentran con GBL, el precursor químico del GHB.

En esencia, son la misma sustancia, de corte psicoactivo. Pero hay matices. “El GBL es el precursor, porque cuando lo ingieres se metaboliza como GHB. La diferencia radica en la dosificación necesaria para alcanzar esos efectos psicoactivos: con el GBL se necesita una cantidad sensiblemente menor para sentir los efectos buscados, como pueden ser el descenso de la ansiedad, la inhibición o la euforia”, explica a Efe. Mientras que para sentir los efectos suaves del GHB, que incluyen la euforia, desinhibición, excitación y mayor apetito sexual o sociabilidad, basta con una dosis cercana a un mililitro, con el GBL puede ser suficiente con la mitad, aunque esta variable depende de cada persona.

El problema es que casi nadie es capaz de diferenciar estas sustancias, porque a la vista son iguales. Ambas son incoloras y sólo se diferencian en el gusto: el GHB es salado y el GBL más químico. Es por ello que consumir GBL como si fuera GHB puede reducir “el margen de seguridad”, según la experta, y dar paso a episodios desagradables como espasmos, somnolencia, pérdida de conocimiento e incluso un coma reversible, en casos más graves de intoxicación.

El apunte

Muchos efectos tóxicos. El GBH puede dar paso a episodios desagradables como espasmos, somnolencia, pérdida de conocimiento e incluso un coma reversible. Otros efectos tóxicos, según Berta de la Vega, coordinadora de Energy Control, son los vómitos, visión borrosa, descoordinación motora, somnolencia, diarreas o amnesias puntuales. No se debe mezclar con alcohol y otros depresores del sistema central porque los efectos son parecidos, lo que podría provocar una “sobredosificación”, esgrime la coordinadora de Energy Control.