El acusado de asesinar a su pareja el 28 de diciembre de 2022 en un bar de Bilbao “todavía tiene mucho recorrido que hacer” en su sensibilización sobre la violencia de género y debería hacer un curso en prisión al respecto, dijo ayer en la Audiencia de Bizkaia el psicólogo que le atiende en prisión.

En la tercera sesión del juicio con jurado popular contra L. B. T, por el asesinato de Rebeca, peritos forenses explicaron ayer que la víctima sufrió 18 heridas importantes que le provocaron que muriera desangrada. También compareció el psicólogo de la prisión de Basauri que ha tratado al procesado desde su ingreso provisional en la cárcel en enero de 2023, cuando “aún estaba bastante afectado por los hechos”.

Durante las doce entrevistas, el acusado reconoció “problemas que él identificaba como celos, consumo abusivo y descontrolado de alcohol” y “múltiples conflictos de tipo agresivo” en su relación de pareja.

Tenía “dificultades para asumir que la víctima pudiera tener interacciones con otras personas” y “le llevaba a una situación de descontrol emocional, que muchas veces asociaba al consumo de alcohol” y entonces, la bebida actuaba “como amplificador” de sus comportamientos violentos, según le contó él mismo.

Sin embargo, el psicólogo ha dicho desconocer si realmente hay informes médicos que constataran ese supuesto alcoholismo. En la prisión ha asistido a sesiones grupales con la fundación Gizakia contra adicciones.

Arrepentido del asesinato

El procesado está arrepentido de haber matado a Rebeca y reconoció haber maltratado también a su novia anterior con la que tenía una hija, si bien no relató a su terapeuta otras relaciones con episodios violentos y la actuación policial.

Según resumió, L. B. T. “ha clarificado algunos asuntos” pero “desde una perspectiva de género, tienen que progresar más” y aconsejó que participe en prisión en un programa de sensibilización contra la violencia de género. “Entiendo que ha podido haber cierta evolución, pero creo que estamos hablando de algo todavía muy incipiente”, concluyó.

El juez advirtió ayer al jurado de la dureza de las imágenes de la autopsia que iban a explicar los forenses, que hallaron el cadáver al fondo del local en la cocina, hasta donde llegaban unas manchas de sangre por arrastre del cuerpo, después de que Rebeca fuera asesinada en un pequeño distribuidor, donde “había sangre por todas partes”.

El cuerpo estaba tendido boca arriba sobre un charco de sangre y en el suelo había un cuchillo de 32 centímetros de filo, que fue el arma del crimen, junto a un teléfono y cristales rotos.

La autopsia indica que Rebeca fue atacada con un vidrio roto en la cara, sufrió un intento de estrangulamiento y además, fue apuñalada reiteradamente en diversas partes del cuerpo.

Presentaba 18 heridas importantes, además de otras de menor entidad y hematomas. La mayor parte de las heridas estaban localizadas en la cara, el cráneo y el cuello, una de las cuales le seccionó la yugular y ocasionó que la víctima se desangrase y muriera.