Los investigadores de la Guardia Civil están comprobando los cuchillos de la casa de la mujer que apareció muerta, con signos de violencia, en Castro Urdiales, ya que creen que entre ellos está el arma que provocó la muerte de esta madre, de 48 años, cuyos hijos menores fueron detenidos por su relación con estos hechos. Según informaron a Efe fuentes próximas a la investigación, Silvia L. G. fue apuñalada con un cuchillo y el arma pudo ser limpiada y guardada de nuevo entre la cubertería que tiene en su cocina esta familia.

Agentes de la Guardia Civil localizaron la noche del miércoles el cuerpo sin vida de Silvia L. G, en el asiento de atrás de su coche, desnuda, maniatada de pies y manos, con una bolsa en la cabeza y, al menos, una herida de arma blanca en el cuello, que los investigadores apuntan que es de un cuchillo.

Sin embargo, la investigación de esta muerte apunta a que la mujer no fue asesinada en el vehículo, sino en la cocina de su casa, desde la que se trasladó su cuerpo al sótano, donde guardaba su vehículo, en el que fue localizado el cuerpo.

“Un hecho atroz”

Mientras tanto y un día después de la muerte violenta de Silvia L. G., y la detención de sus hijos, de 13 y 15 años, los vecinos de Castro Urdiales siguen sin poder olvidar este dramático suceso que está generando más preguntas que respuestas según se van conociendo datos de la investigación.

Además de consternación, por las calles se respira incredulidad ante un hecho “atroz”, según los vecinos, que ensombrece el bullicio habitual de un viernes en Castro Urdiales, víspera de Carnaval.

En un corrillo bajo un soportal, a modo de mentidero, un grupo de mujeres intercambian versiones sobre los motivos de la muerte y sus circunstancias, al mismo tiempo que no dan crédito de que los sospechosos sean los hijos de la fallecida. “Unos críos”, espeta una de esas vecinas de Castro Urdiales.

Otra vecina explica que, a veces, coincidía con la familia cuando acudía a misa en la iglesia de Santa María y se compadece del marido por “cómo lo estará pasando el pobre hombre, con la pérdida de su mujer y la detención de sus hijos”. 

Por su parte, Juan saborea un café sentado en un bar mientras lee en la prensa las últimas novedades de un caso que, en su opinión, por el impacto mediático, se asemeja al del cráneo del hombre que apareció hace algo más de cuatro años dentro de una caja que guardaba una amiga de su pareja, quien fue condenada por estos hechos. El acompañante de mesa de Juan también alude al hallazgo, en 2018, de un cuerpo prácticamente momificado dentro de un trastero. El cadáver fue encontrado por el portero del edificio al percatarse que la entrada había sido forzada por unos ladrones. Pese a estos truculentos episodios, ambos defienden que Castro Urdiales es un lugar “tranquilo” para vivir y lamentan que este tipo de sucesos empañen la imagen de una ciudad “alegre”.

Desde la Dirección del colegio Menéndez Pelayo, donde estudia el menor de los hermanos y en el que también estuvo el mayor, rehuyen hacer declaraciones. 

Los dos hijos, adoptados por la pareja en Rusia hace años, han sido detenidos por su relación con la muerte de su madre. La Guardia Civil encontró a la mujer porque sus hijos llamaron a su abuela hablando de un supuesto secuestro y la abuela telefoneó al instituto armado para denunciar esa situación.

El menor, de 13 años, al no ser imputable, está en un centro del Gobierno de Cantabria, mientras que la jueza de guardia decretó ayer el internamiento durante seis meses del hermano mayor, de 15 años, por la “presunta comisión” de un delito de asesinato.

Para muchos en Castro Urdiales, si se confirma este matricidio, el mensaje principal es saber qué ha podido fallar y cómo la sociedad afronta la educación de sus menores de cara a introducir “cambios” para que este tipo de hechos no vuelvan a ocurrir.