PEDROSA. Juana y Koldo permanecieron durante horas pendientes de noticias, casi inmóviles, a los pies de la cueva donde ha estado más de tres meses oculto el cuerpo de Txetxu. La madre y el hermano del abogado bilbaino no se movieron del lugar en el que los ganaderos del valle de Mena enterraron el cadáver el 16 de febrero, un día después de que uno de ellos lo golpeara en una discusión. D. B. B y J. A. B. B., los dos hermanos, no pensaron en el sufrimiento que provocarían en la familia Ezkerra Uriarte; ni en la tristeza de los dos hijos y de la mujer; ni tampoco pensaron en las horas que Juana, la ama de Txetxu, ha permanecido sin dormir, pensando en ese momento en el que, por última vez, abrazaría a su hijo. "Es duro, pero ahora ya descansaremos", afirmó Koldo, el hermano del abogado bilbaino.
Ayer, Juana, madre coraje donde las haya, quiso estar allí, cerca del lugar en el que estaba su hijo mayor. Con entereza y fuerza aguantó durante horas, con la compañía de su otro hijo, a que el equipo de rescate de montaña sacara del interior de la cueva al abogado. "Nos han dicho que han encontrado un cuerpo", confirmaban la noticia a DEIA sobre las 21.00 horas. "Ahora solo queda esperar a que lo saquen", decían.
La tarde dio paso a la triste oscuridad en el frondoso valle burgalés. Y con la noche, al fondo del agujero, las luces de los equipos de rescate se dejaban ver a lo lejos. "Nos han dicho que en una hora creen que podrán sacarlo", afirmaban pasadas las 22.00 horas. La tensión crece. El cansancio y el intenso dolor por la pérdida de un ser querido en esas circunstancias empieza a ser cada vez más visible en la familia del letrado. Lágrimas de dolor, de impotencia... "Estamos todo lo bien que podemos estar en una situación así. Estamos tranquilos porque ya sabemos dónde está".
La familia Ezkerra Uriarte ha sufrido un calvario desde que el 15 de febrero, el cruel destino, arrebatara de sus vidas al letrado bilbaino. Más de tres meses de angustia, de desconcierto, que ayer tocaba a su fin después de que el mayor de los ganaderos del valle de Mena confesara ser autor del homicidio. "Sabíamos que estaba muerto; solo queríamos encontrarlo para tenerlo más cerca. Han sido tres meses duros y esto nos pasará factura", confiesa la familia. La madre y el hermano estuvieron pendientes en todo momento de los movimientos que realizaba la Guardia Civil y el equipo de investigación de la Ertzaintza, desplazados al lugar. "Debe de estar en una zona muy complicada, a la que solo puede acceder personas expertas", comentaban. Sobre las 23.00 horas sacaban, envuelto en una bolsa, el cuerpo de Txetxu del agujero de la cueva donde los ganaderos lo escondieron.
La cita a la que nunca llegó La pesadilla de no saber tocaba ayer a su fin. Todo empezó el 15 de febrero. Txetxu realizó una llamada telefónica a través de su móvil. Habló con un cliente para decirle que en una hora y media llegaría a Bilbao. Pero nunca llegó. Ese día Txetxu acudió a Mena para acompañar a D. B. B., uno de los ganaderos detenidos, en el cierre de una operación de compraventa de unos terrenos. Primero acudieron a una notaría de Balmaseda y, posteriormente, al Juzgado de Villarcayo. Para celebrarlo fueron a comer a La Taberna del Cuatro, en Villasana de Mena. Y ahí es donde se pierde la pista del abogado bilbaino. Los testigos dicen que les vieron salir juntos en el coche del abogado.