balmaseda. Oyeron un fuerte ruido y enseguida se dieron cuenta de que algo grave había sucedido. Los propietarios de un caserío en la zona conocida como el castillo de La Piedra, en Balmaseda, salieron a la calle en pijama y con lo puesto nada más advertir que se había declarado un incendio en su hogar, en torno a la medianoche del miércoles. Ellos están bien, pero la casa ha sufrido graves daños. Al parecer, el fuego comenzó en el camarote y la Ertzaintza baraja una chimenea encendida como foco más probable.

"El interior y el tejado están destrozados y el suelo inundado. Además, se ha desplomado el techo de la primera planta, que se había rebajado con pladur. Nos han dejado pasar a por algunas cosas, pero con mucho cuidado", describieron los dueños. Todavía conmocionados, no se explican qué pudo ocurrir. "Ha tenido que ser una chispa provocada no sabemos por qué", aventuraban ayer mientras intentaban salvar algunas pertenencias. A la hora en que se originó el fuego, solo se encontraban en el inmueble dos personas, un joven matrimonio que se trasladó al caserío hace seis meses. Los nuevos inquilinos no realizaron ninguna obra de reforma, ya que "todo estaba en perfectas condiciones". "A pesar de que el edificio tiene sus años, la estructura es de hormigón", remarcaron.

En el desván se almacenaba el forraje para los animales que pudo facilitar la rápida propagación de las llamas. El camarote fue lo que más trabajo dio a los bomberos de Urioste que acudieron a Balmaseda. De hecho, una dotación vigilaba la casa todavía ayer a mediodía, ya que seguía saliendo una densa columna de humo de la parte alta del edificio. También se desplazó una ambulancia pensando que tal vez se encontraría con heridos. Afortunadamente, no fue el caso y solo tuvieron que proporcionar mantas a los habitantes del caserío para combatir las temperatura bajo cero que marcaban los termómetros a esas horas.

Asimismo, hubo que poner a salvo las seis cabezas de ganado que descansaban en el establo. "Fue todo muy rápido. Sacamos a los animales como pudimos, pero tuvimos miedo de que pudieran asustarse y bajar a la carretera", relataron.

El susto quizás habría traído otras consecuencias si el incendio les hubiera cogido dormidos. Ese es su mayor consuelo en este trance. "Sientes impotencia al ver cómo se queman tu vida y tus recuerdos sin poder hacer nada. Nos toca empezar de cero, y es muy duro", lamentan. Ahora esperan ser realojados hasta que su casa vuelva a ser habitable.