El movimiento cooperativista tiene una gran tradición y arraigo en Euskadi. Su evolución se ha ido desarrollando como canalización natural del trabajo vecinal en equipo -conocido como 'auzolan'-, convirtiéndose en un característico modelo económico y social que ha sabido adaptarse a los cambios, favoreciendo un tejido empresarial propio y de calidad.

El modelo cooperativista, propuesto por pensadores como Robert Owen, Charles Fourier, Peter Cornelius Plockboy o John Bellers, fue calando de forma prácticamente invisible en todo el mundo, hasta que a mediados del siglo XIX, comenzó a tomar forma. Así, la primera cooperativa oficial fue creada en 1844 en Reino Unido, en la ciudad de Rochdale, por un grupo de 28 trabajadores de una empresa textil que había cerrado dejándoles a todos sin empleo.Las primeras cooperativas de Euskadi

Si nos trasladamos a Euskadi, hubo que esperar hasta finales del siglo XIX para ver las primeras cooperativas al albor del desarrollo industrial y siderúrgico. Surgieron como resultado de la necesidad compartida, por lo que las primeras sociedades cooperativas estaban vinculadas al consumo. La primera cooperativa nació en Bizkaia en 1884 bajo el nombre de Sociedad Cooperativa de Obreros de Barakaldo, al amparo de Altos Hornos de Bilbao, tan sólo unos pocos años antes de la fusión de varias empresas siderometalúrgicas que fundarían el coloso de Altos Hornos de Vizcaya, lo que supuso un importante espaldarazo para la constitución de buen número de cooperativas de consumo más.

Dos años después, en Álava, se constituyó la Cooperativa La Unión Obrera de Araia, cuyos socios eran trabajadores procedentes de la Fábrica de Hierro, la Ferrería y los Talleres de Herraje de Araya. Gipuzkoa, por su parte, fue a la zaga, con la creación de su primera cooperativa de trabajo asociado en Eibar, en 1920, con el nacimiento del grupo Alfa.

En el caso de Navarra, las primeras cooperativas empezaron a rodar más tarde, a principios del siglo XX, impulsadas por los párrocos Victoriano Flamarique y Antonino Yoldi. Las primeras cooperativas navarras fueron cooperativas de crédito y cooperativas agrícolas, como Caja Rural, Cooperativa Harinera, Cooperativa de Abonos, Electra-Caja Rural, Cosecheros Reunidos o Bodega Cooperativa Olitense, con sede en las localidades de Olite y Ujué.

Un ejemplo de que la Iglesia Católica también jugó un papel muy importante impulsando el movimiento cooperativista en Navarra, pero también es Euskadi. Tanto es así que el sacerdote José María Arizmendiarreta es considerado el padre del movimiento cooperativista vasco, ya que en 1956, junto a cinco jóvenes de la Escuela Profesional de Mondragón, fundó la cooperativa ULGOR, embrión de la Corporación Mondragon.

La imparable producción de hierro y acero, propiciaron la creación de un buen número de empresas cooperativas en torno al sector industrial, entre ellas, las bases de la citada Corporación Mondragon, que en la actualidad ha formado un potente ecosistema autónomo con presencia a nivel internacional, que cuenta con una plantilla de casi 80.000 personas y una facturación de 10.865 millones de euros en 2020. Se ha erigido como el primer grupo empresarial de Euskadi y el décimo en el Estado español (en segundo puesto en el ranking de grupos empresariales de economía social). En la actualidad lo conforman 98 cooperativas, 8 fundaciones, 1 mutua, 10 entidades de cobertura y 7 delegaciones internacionales, alineadas en cuatro áreas de actuación: finanzas, industria, distribución y conocimiento.

Innovación en el siglo XXI

El movimiento cooperativista mantiene su buen estado de salud en Euskadi con la creación de nuevas cooperativas año tras año, también durante la pandemia. Si bien es cierto que en 2020 se produjo un descenso en el número de incorporaciones, en 2021 se superó la media prepandémica con el registro de 224 nuevas cooperativas, con un incremento de las cooperativas de servicios, que apuestan por las nuevas tecnologías, los modelos energéticos alternativos, la 'silver economy' y nuevas necesidades y preocupaciones, demostrando que cualquier actividad puede llevarse a cabo bajo el paraguas jurídico de 'cooperativa'.

Las sociedades cooperativistas viven un momento positivo, tal y como se transmitió en la Asamblea General de la Confederación de Cooperativas de Euskadi (KONFEKOOP), celebrada el pasado mes de mayo en Vitoria-Gasteiz, donde el lehendakari Iñigo Urkullu tuvo unas palabras de agradecimiento al "esfuerzo" realizado por las cooperativas durante la pandemia, en la que muchas de ellas fueron "servicios esenciales" en varios ámbitos de consumo y de actividad económica.

El lehendakari puso en valor el compromiso de las cooperativas con el arraigo y la internacionalización. "Las cooperativas mantienen sus órganos de decisión en Euskadi y buscan nuevos horizontes para su producción, servicios o gestión comercial en el mercado global", destacó. Las cooperativas son un "ejemplo de referencia del nuevo modelo de empresa inclusivo participativo que ha tenido un respaldo unánime" en los parlamentos vasco y navarro, donde todas las fuerzas políticas han visto este modelo como "una ventaja competitiva para la generación de riqueza y el mantenimiento del empleo de calidad", advirtió. "Esta es una ventaja competitiva de nuestro país; el mundo vive profundos procesos de transformación que van a afectar al modelo de gobernanza empresarial y a las relaciones laborales, y asistiremos progresivamente a un proceso de trasformación de un modelo de empresa basado en la confrontación a un nuevo modelo basado en la participación inclusiva y la colaboración", concluyó.