El concepto de movilidad sostenible incide de forma especial en el uso del automóvil particular, una opción que tiene consecuencias: problemas medioambientales y sociales. En concreto, este modelo de transporte urbano es el origen de la contaminación del aire, un excesivo consumo de energía, efectos sobre la salud y la saturación del tráfico en las ciudades.

En la actualidad, dependemos de forma importante del coche para movernos por la ciudad. El objetivo de la movilidad sostenible es aportar alternativas, reducir los impactos negativos de esta movilidad urbana y promover modos de transporte más ecológicos. De esta forma se contribuye a reducir las emisiones nocivas, y por lo tanto, a disminuir la contaminación atmosférica y a mejorar la calidad del aire en las ciudades.

El estilo de vida urbanita produce el aumento de gases de efecto invernadero provocados por el transporte que preocupa cada vez más en las ciudades donde los índices de contaminación atmosférica empiezan a ser considerados como una cuestión de salud pública. En general, la movilidad sostenible implica tanto al transporte público (autobuses eléctricos o cero emisiones, metro, tren, tranvía, etc.) como al privado (peatonal, bicicleta, patinete o vehículo eléctrico, etc.).

Entre las informaciones que recoge Selectra, están los datos que ha constatado la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) que constatan que el transporte consume una tercera parte de toda la energía final en la Unión Europea. La mayor parte de esta energía procede del petróleo, lo que señala al transporte como responsable de una gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE. Por consiguiente, contribuye de forma importante al calentamiento global y a la contaminación atmosférica.

Transporte público, bicicleta o caminar

El Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), según el Instituto para la Diversificación y Ahorro Energético (IDAE), es un conjunto de actuaciones cuyo objetivo es implantar formas de desplazamiento más sostenibles en las ciudades como caminar, pedalear o utilizar el transporte público. De esta forma se reducen el consumo energético y las emisiones contaminantes. Además, garantiza la calidad de vida de la ciudadanía. Los PMUS tienen un ámbito de actuación local.

Pero, en el día a día de cada persona, ¿qué se puede hacer para contribuir? Habría que empezar por cambiar los hábitos de viaje, lo que puede redunda en disminuir emisiones de CO2, menos costes y beneficios en la salud menos estrés y fatiga. Por eso es importante revisar el uso de los distintos medios de transporte según la distancia recorrida. Los expertos recomiendan, por ejemplo, caminar 20 minutos que equivalen a 1,6 kilómetros (precisamente la OMS aconseja al menos 30 minutos de actividad física al día). Otra opción es pasear 30 minutos en bicicleta que equivalen a 9 km, una acción que se pueden emplear en cosas cotidianas como hacer la compra o ir al trabajo.

Cambiar hábitos

En definitiva, se puede prescindir del coche adoptando nuevos hábitos para limitar el impacto medioambiental de cada persona. Una opción es compartir coche para hacer viajes o con compañeros de trabajo. Este uso compartido de vehículos permite evitar la compra, el mantenimiento y el seguro de un coche.

Además, para adoptar un estilo de conducción eficiente, la forma de conducir también influye en el consumo de combustible. Así, evitar ciertos comportamientos como el exceso de velocidad o llevar neumáticos insuficientemente inflados permite reducir el consumo de combustible. Cada acción individual ayuda a mejorar el planeta.