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"Las operaciones de amígdalas o de vegetaciones a veces son necesarias para evitar repercusiones posteriores"

Conocer mejor los problemas que pueden causar cuando aparecen inflamadas o agrandadas ayuda a desterrar falsos mitos, actuando siempre al dictado del especialista en otorrinolaringología infantil, responsable de decidir si es necesario intervenir quirúrgicamente

"Las operaciones de amígdalas o de vegetaciones a veces son necesarias para evitar repercusiones posteriores"Hospital Quirónsalud Bizkaia

Problemas de vegetaciones y amígdalas son compañeros frecuentes en la infancia y pueden aparecer por inflamación o infección o cuando se agrandan mucho causando problemas obstructivos. Pese a no revestir gravedad, conviene atender estas patologías adecuadamente desde el punto de vista médico, en muchos casos para evitar males a posteriori derivados de ellas. De ahí la importancia de conocer mejor y de la mano de una especialista qué son exactamente y para qué sirven.

La doctora Jennifer Cueva, especialista en otorrinolaringología infantil en el Hospital Quirónsalud Bizkaia y el Centro Médico Quirónsalud Plaza Euskadi, explica que “las amígdalas son parte de un tejido linfático existente en la garganta que sirve como defensa frente a algunas infecciones, aunque llegado un punto pueden dejar de cumplir esa función y dar problemas, bien porque son el foco de infecciones repetitivas o porque crecen demasiado y provocando obstrucción”.

Pese a no revestir gravedad, conviene atender las amigdalitis y vegetaciones adecuadamente.

Para saber si un paciente con amigdalitis de repetición es candidato a cirugía para eliminar las amígdalas, los especialistas se basan en los llamados Criterios de Paradise, según los cuales, si se trata de infecciones por repetición, el máximo está localizado en más de siete amigdalitis bacterianas en el último año, más de cinco en los dos últimos o más de tres en los últimos tres años. “A veces se quitan también porque provocan obstrucción, véanse roncopatía y síndrome de apnea/hipoamnea del sueño, entre los casos más habituales en los que está indicado operar”, especifica la doctora.

A su modo de ver, esta última es una patología “muy común en niños, que a veces les interfiere incluso con su comportamiento diurno, debido tanto al mal descanso que ello conlleva como a la bajada de la saturación de oxígeno que pueden causar las apneas. Además, muchos de estos niños también asocian una respiración persistente por la boca que les afecta no solo a la noche, sino también durante el día”, detalla. En cualquier caso, el tamaño de las amígdalas por sí solo no es determinante para llevar a cabo una amigdalectomía o extirpación de las mismas

Las amígdalas pueden provocar roncopatía y síndrome de apnea/hipoamnea del sueño.

Infecciones de garganta

En las infecciones de garganta hay que distinguir entre las virales o las bacterianas. Especialistas en otorrinolaringología infantil como Jennifer Cuevas determinan si se trata de una u otra teniendo en cuenta los criterios de Centor.

Las virales cursan normalmente con fiebre baja o febrícula, suelen darse en el contexto de uncatarro o epidémico, siempre responden muy bien a analgésicos o antiinflamatorios como paracetamol o ibuprofeno, suelen ir acompañadas de otros síntomas, como mucosidad, por ejemplo, y evolucionan de manera satisfactoria en pocos días.

Por su parte, las bacterianas suelen cursar con fiebre más alta, más placas o exudados en las amígdalas, mayor malestar general y no mejoran con el tratamiento de analgésicos durante tres o cuatro días. En estos casos se requiere antibiótico.

Las amígdalas forman parte de un conjunto de tejido, el Anillo de Waldeyer, que es parte del sistema defensivo del cuerpo, pero no el único, con lo cual puede ser suplido por los otros

La creencia popular en la función defensiva de las amígdalas plantea en los padres y madres la duda acerca de las consecuencias de su extirpación. A esta pregunta tan habitual en la consulta, la doctora Cueva aclara que “las amígdalas forman parte de un conjunto de tejido, el Anillo de Waldeyer, que es parte del sistema defensivo del cuerpo, pero no el único, con lo cual puede ser suplido por los otros”. De hecho, subraya que “en determinados casos hay que quitarlas sí o sí porque esa función defensiva ha desaparecido y por contra, es una zona colonizada por gérmenes y da problemas, por obstrucción y por infecciones”.

Vegetaciones, ¿cuándo intervenir?

En cuanto a las vegetacioneso adenoides, se trata de un tejido que crece en el fondo de la nariz (rinofaringe) y que forma parte de un tejido defensivo del organismo. A este respecto, la especialista en otorrinolaringología infantil en el Hospital Quirónsalud Bizkaia y el Centro Médico Quirónsalud Plaza Euskadi advierte que “en niños es muy habitual que crezca y se hipertrofie. En ocasiones, conforme pasan los años, involucionan por sí mismas y no dan problemas. Pero si este tejido crece de forma desmesurada acaba obstruyendo la parte trasera de la nariz, provocando insuficiencia respiratoria nasal, ronquido nocturno y si se inflama puede generar cantidad de moco”.

La obstrucción a nivel nasal puede generar otitis de repetición.

Más allá de todo ello, la doctora Cueva apunta que esa obstrucción a nivel puramente nasal, a veces interfiere en el crecimiento del macizo de la cara. “Es el caso de niños con cara alargada, ojera muy marcada… Incluso les puede interferir en el crecimiento de la boca, se les va poniendo el paladar ojival y los dientes se pueden apiñar. También puede generar otitis de repetición si el moco se queda estancado en el oído o bien otitis serosa, consistente en la acumulación de moco en el oído aunque no llegue a generar una infección”.

Los síntomas más comunes que alertan de que las vegetaciones están causando problemas son, entre otros, tener la boca abierta todo el rato, la producción de moco durante todo el año, el ruido respiratorio nocturno o ronquido acompañado o no de apneas y el citado crecimiento inadecuado de la cara, “a veces muy sutil”, matiza. Además de en casa, ese cambio en la anatomía del niño o niña se puede percibir también en el colegio, en el odontopediatra o en el logopeda.

Tratar a tiempo

Con todo, la experiencia en otorrinolaringología infantil lleva a estos especialistas a deducir que “es mejor tratar a tiempo tanto las amígdalas como las vegetaciones agrandadas”. En cuanto a las amígdalas, porque aparte de seguir con infecciones de repetición que pueden llegar a complicarse con infecciones más allá de la amigdalitis, como los abscesos periamigdalinos, tampoco es adecuado estar administrando muchos ciclos de antibiótico al año.

Y lo mismo cuando las vegetaciones influyen en el descanso nocturno. En casos de ronquido con apnea en los que baja la saturación de oxígeno puede haber repercusión a largo plazo, como la hipertensión o las patologías cardiovasculares. Además, al cambiar la morfología de la cara, puede afectar en la dentición infantil, provocando de mayores la necesidad de expansores del paladar, ortodoncias...

La doctora Cueva concluye al respecto que “una cirugía para quitar amígdalas o vegetaciones se plantea cuando están dando clínica infecciosa como las amigadlitis u otitis de repetición o adenoiditis crónica en la que las vegetaciones están inflamadas de forma permanente produciendo moco. O bien si están produciendo clínica obstructiva, como la citada anteriormente (respiración mala, ronquido, apneas...)”. No hay una edad mínima para decidir hacer la intervención, siempre que está indicada por el especialista.

En ambos casos, la intervención es sencilla técnicamente, aunque no exenta de los riesgos propios de toda intervención

En ambos casos, la intervención es sencilla técnicamente, aunque no exenta de los riesgos propios de toda intervención, dice en relación con quienes banalizan estas operaciones. El principal es el sangrado, sobre todo en la de amígdalas. Aparte de los riesgos anestésicos si los niños tienen alguna patología asociada como el asma. “El riesgo nunca es cero, pero si hay que hacerlo se hace, siempre por parte de personal especializado”.

Estas intervenciones se llevan a cabo con anestesia general, bien con intubación traqueal o con mascarilla laríngea. La técnica habitual en la extirpación de vegetaciones es con legra o raspado de las mismas y para quitar las amígdalas, con pinza y tijera, o bisturí eléctrico, y dependiendo del centro médico, empleando técnicas más modernas de radiofrecuencia, láser o crioterapia.

La tendencia en cirugía apunta a utilizar técnicas quirúrgicas más modernas y menos agresivas.

La tendencia en cirugía, según confirma la doctora, es usar técnicas más modernas y menos agresivas, haciendo una reducción amigdalar en vez de la extirpación completa, por ejemplo.

Las nuevas técnicas quirúrgicas disminuyen en gran medida el dolor posoperatorio yayudan en la recuperación tras la cirugía, disminuyendo el riesgo de complicaciones postquirúrgicas, como el dolor o el sangrado, tal y como argumenta Jennifer Cueva.

Como viene comprobando a lo largo del tiempo, la extirpación de vegetaciones o adenoidectomía es “una cirugía de recuperación rápida y buen posoperatorio. En el caso de las amígdalas suele haber dolor durante 3 o cuatro días pero controlable con la analgesia adecuada. "Los niños lo llevan muy bien y en 7/10 días se pueden incorporar ya a la vida normal. No obstante, a veces hacen otro pico de dolor después de ocho días, en el periodo de cicatrización”, puntualiza.

Las nuevas técnicas quirúrgicas disminuyen en gran medida el dolor posoperatorio y ayudan en la recuperación

A sabiendas de todo ello, esta especialista en otorrinolaringología infantil en el Hospital Quirónsalud Bizkaia y el Centro Médico Quirónsalud Plaza Euskadi apela a "olvidar mitos como el de mantenerlas por ser mecanismos de defensa y a no esperar pensando que ya se curará cuando el niño crezca… Si está indicada la cirugía tras observar al niño/a en profundidad hay que hacerla para evitar repercusiones severas posteriores y porque va a aportar más beneficios que el perjuicio puntual. De nada sirve esperar”.

El mensaje, por tanto, es “ponerse en manos de un especialista que decida si es necesaria la cirugía”, a sabiendas de que los médicos “normalmente somos conservadores a la hora de meter a un niño al quirófano”.

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