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Los riesgos de mezclar alcohol con antibióticos

Entre los efectos secundarios más habituales se encuentran las náuseas y los vómitos, aunque en determinadas circunstancias se puede desencadenar problemas más graves

Los riesgos de mezclar alcohol con antibióticosFreepik

Mezclar alcohol con antibióticos puede conllevar riesgos que varían desde efectos secundarios leves hasta reacciones graves, dependiendo tanto del tipo de antibiótico, como de la cantidad de alcohol consumida.

Según explica en una entrevista con Europa Press salud Infosalus Ana Dora Bonilllo, vocal de Adjuntos, Sustitutos y Regentes del Colegio de Farmacéuticos de Almería y farmacéutica comunitaria, entre los efectos secundarios más habituales se encuentran: Náuseas y vómitos y dice que el alcohol puede intensificar la irritación estomacal causada por algunos antibióticos; además de dolor de cabeza, de mareos o desequilibrio, así como problemas cardíacos.

Por otro lado, esta experta habla de daño hepático, dado que "el consumo de alcohol puede aumentar la carga sobre el hígado, que también metaboliza los antibióticos"; así como de debilidad del sistema inmune.

En esta línea, Sandra Pérez, secretaria del Colegio de Farmacéuticos de Cádiz y farmacéutica comunitaria, señala en otra entrevista con Europa Press Salud Infosalus que los efectos secundarios más frecuentemente observados incluyen mareos, somnolencia, cefalea, malestar gastrointestinal y rubor facial. No obstante, sí avisa de que, en determinadas circunstancias, y dependiendo del antibiótico administrado, pueden igualmente manifestarse reacciones adversas más severas, tales como incremento de la presión arterial, taquicardia, insuficiencia hepática, efecto tipo disulfiram (similar al producido por un fármaco para la deshabituación del alcohol), y disminución de la eficacia del tratamiento.

 Ambas coinciden en que, mientras se esté en un tratamiento antibiótico, lo aconsejable es huir del consumo del alcohol, y siempre es preferible evitarlo para asegurar una recuperación óptima y sin complicaciones.

De hecho, Ana Dora Bonillo, del Colegio de Farmacéuticos de Almería sostiene que en estos casos lo aconsejable es tener en cuenta que, si estamos bajo un tratamiento con antibióticos, sea cual sea, es porque estamos sufriendo y haciendo frente a una infección: "La toma de alcohol en esta situación no es conveniente pues éste (independientemente del fármaco) va a actuar negativamente sobre el sistema inmune debilitándolo aún más, y dificultando la lucha frente a este patógeno, y la posterior recuperación de nuestro organismo".

Dicho esto, según prosigue, la importancia de este suceso va a depender obviamente del tipo y magnitud de infección y de la cantidad de alcohol que ingiramos. "Pero por regla general, lo mejor que podemos decir es que está desaconsejado", insiste esta experta.

ANTIBIÓTICOS ESPECIALMENTE PELIGROSOS

Pero no queda ahí la cosa porque ambas especialistas destacan que hay una serie de antibióticos que son especialmente peligrosos si se combinan con alcohol. Sandra Pérez, secretaria del Colegio de Farmacéuticos de Cádiz, comenta precisamente que existen ciertos antibióticos con los que el consumo de alcohol está totalmente contraindicado, fundamentalmente por el alto riesgo de reacciones adversas graves: "Estos antibióticos pueden provocar efectos secundarios severos, incluso con pequeñas cantidades de alcohol, y en algunos casos la restricción debe mantenerse hasta 72 horas después de finalizar el tratamiento".

En concreto, Ana Dora Bonillo apunta a tres tipos de antibióticos que presentan una "fuerte interacción farmacológica con el alcohol": algunas cefalosporinas, cloranfenicol, y metronidazol. "Ésta se conoce como 'reacción tipo Disulfiram', que antes hemos citado, y se manifiesta con una sintomatología que incluye vasodilatación cutánea, sudor, sed, cefalea pulsátil, disnea, náuseas, vómitos, vértigo, visión borrosa, hipotensión, taquicardia, confusión mental, o síncope", detalla esta farmacéutica.

Pero es que además alerta de que, en términos generales, un consumo excesivo y agudo de alcohol hace que éste se comporte como un inhibidor enzimático de algunos fármacos, afectando negativamente en su aclaramiento y posterior eliminación, lo que puede traducirse en un aumento de la concentración plasmática del fármaco y producir toxicidad.

Eso sí, precisa que un consumo crónico puede producir el efecto contrario, de manera que se puede ver aumentada la eliminación del fármaco, con la consecuente disminución del efecto farmacológico al actuar en este caso el alcohol como inductor enzimático.

PUEDE INTERFERIR EN SU EFECTO

A su vez, Sandra Pérez, secretaria del Colegio de Farmacéuticos de Cádiz y farmacéutica comunitaria mantiene que el consumo de alcohol puede interferir en la absorción y en el metabolismo de los antibióticos, lo que puede reducir su concentración en sangre y, por tanto, disminuir su eficacia para combatir la infección: "Esto ocurre porque tanto el alcohol, como muchos antibióticos, son metabolizados por el hígado, y al consumir ambos, este órgano debe trabajar más, lo que puede ralentizar o acelerar la absorción y eliminación del medicamento".

   Además, sostiene que el alcohol puede alterar los niveles de antibiótico en el organismo, dificultando que se mantengan constantes, lo que es fundamental para la efectividad del tratamiento. "Si los niveles bajan demasiado, el antibiótico puede no ser suficiente para eliminar la infección, lo que también favorece el desarrollo de resistencia bacteriana", agrega.

CUÁNDO SE PUEDE VOLVER A TOMAR ALCOHOL

En último lugar, preguntamos a estas farmacéuticas comunitarias sobre cuándo se puede volver a consumir alcohol tras la toma de un antibiótico porque son muchos los que siguen 'funcionando' horas o días después de su toma. En este sentido, desde el Colegio de Farmacéuticos de Cádiz, Sandra Pérez remarca que para la mayor parte de los antibióticos comunes (como amoxicilina), se aconseja esperar al menos 24 a 48 horas después de la última dosis antes de consumir alcohol. "Esto permite que el medicamento se elimine completamente del organismo y reduce el riesgo de efectos secundarios o interacciones", apostilla.

Para antibióticos con interacciones graves con el alcohol (como los citados anteriormente como contraindicados), tal y como afirma, se recomienda esperar al menos 72 horas tras finalizar el tratamiento antes de volver a consumir alcohol, ya que estos medicamentos pueden permanecer más tiempo en el cuerpo, de forma que el riesgo de reacciones adversas es mayor.

"En todos los casos, es importante considerar el estado general de recuperación: si aún persisten síntomas de la infección o efectos secundarios del antibiótico, lo ideal es esperar hasta sentirse completamente recuperado antes de volver a consumir alcohol", asevera esta experta.

Por su parte, Ana Dora Bonilllo, vocal de Adjuntos, Sustitutos y Regentes del Colegio de Farmacéuticos de Almería, indica que todo dependerá del tipo de infección y, por tanto, de la duración del tratamiento antibiótico, y de cómo esté de saludable nuestro organismo: "No es lo mismo superar una infección de orina moderada con el tratamiento de dos dosis de fosfomicina, que haber estado 14 días en tratamiento frente a un Helycobacter Pylori, o 10 días con Amoxicilina Clavulánico tras superar una gripe y habiendo sufrido diarrea u otros efectos adversos de tipo digestivo; por poner otro ejemplo".

Con ello, y tras terminar el tratamiento antibiótico, ve bueno aconsejar un complemento alimenticio para reforzar el sistema inmune, y así ayudar al organismo a la total y completa recuperación. "Ahí es cuando se puede volver a consumir alcohol con la anterior y propia rutina de cada uno", concluye esta farmacéutica.