Esta es la tesis que expone en su último libro, Las casualidades no existen, "una obra que hará que los creyentes cuestionen la religión y los ateos se abran a la espiritualidad", sostiene. Considera que, como consecuencia del viaje de las personas al autoconocimiento, se está produciendo un despertar masivo de conciencia. "Un profundo cambio de nuestra manera de concebirnos a nosotros mismos y de relacionarnos con la vida", explica el conferenciante Borja Vilaseca. "Todas las personas que han despertado -creyentes, ateas o agnósticas- comparten una misma vivencia: que no sucede lo que queremos, sino lo que necesitamos para aprender y evolucionar espiritualmente". De ahí, añade, "que las casualidades no existan. Este libro explica cómo liberarnos de la pecera mental en la que nuestra mente sigue encerrada para sentirnos nuevamente unidos y conectados con la vida, recuperando la alegría innata que nos provoca el simple hecho de estar vivos. No te lo creas: atrévete a experimentarlo", recomienda.

Al leer el título de su libro viene a la cabeza el "azar y la necesidad" del Nobel Jacques Monod. Si un científico habla del azar, ¿por qué dice usted que no existe la casualidad?

Nuestra forma de entender la vida está regida por una cosmovisión occidental, que está muy centrada en que la vida es un accidente fruto de una casualidad, de la suerte, y esto hace que muchas veces no entendamos por qué y para qué nos pasan las cosas que nos suceden en la vida, y no sabemos muy bien cómo relacionarnos con la realidad. El cambio de paradigma que propone el libro está inspirado en una visión oriental, en la espiritualidad laica; al final, hablamos un poco de cuando uno empieza a conocerse a sí mismo, a comprometerse con su propio desarrollo espiritual, laico, que no tiene nada que ver con creencias religiosas. El libro termina concluyendo con lo mismo que hicieron todos los sabios y los místicos de historia: que la vida no está regida por la casualidad, sino por la causalidad, por una red invisible de efectos que generan causas y que se llama correspondencia o sincronicidad. Si aprovechamos y aprendemos de todo lo que nos pasa en la vida, si lo utilizamos para conocernos, para vivir más despiertos, para cultivar la sabiduría, nos damos cuenta de que todo lo que nos ha ocurrido nos sirve para crecer, para evolucionar. Si hacemos todo esto sin caer en el egocentrismo ni en el victimismo, nos damos cuenta que tienen una razón de ser.

Y eso, ¿en qué nos ayuda?

En ir poco a poco cuestionando el ego, confrontando la ignorancia, la inconsciencia, sanando nuestros traumas, formándonos como seres humanos, porque tenemos un potencial enorme, y finalmente, en muchas ocasiones, deviene en un despertar, una toma de consciencia. Es cuando nos damos cuenta de cómo funciona la vida. Una vida que no es como nos la han contado.

Si aceptamos que la casualidad no existe tendremos que aceptar que sí existe la causalidad. ¿Actuamos conforme a ésta?

En general, no. No somos conscientes de que estamos cocreando nuestra vida, de que la cocreamos con nuestros pensamientos, con nuestras creencias, con nuestras visiones. Ahora mismo, los humanos estamos gobernados y tiranizados por nuestro subconsciente; vivimos dormidos, anestesiados, hipnotizados por el sistema, poseídos por el pensamiento, por un montón de creencias que no hemos elegido, que nos fueron impuestas por nuestra familia, el entorno social, la educación... Todo eso nos está llevando a que a través de nuestra forma de pensar, de creer la vida, de las decisiones y las actitudes vamos teniendo unas experiencias emocionales. En líneas generales esto nos lleva a vivir desempoderados, a merced de instituciones religiosas, de oligarquías, de partidos políticos; siempre estamos buscando a algún salvador que nos rescate de nosotros mismos, intentando encontrar intermediarios que resuelvan nuestros problemas existenciales, cuando realmente la verdad que nos libera está en nuestro interior. Cuando reconectamos, fruto del autoconocimiento y del trabajo interior con la espiritualidad laica, que es nuestra verdadera naturaleza, eso nos aporta la sabiduría para manejarnos en el día a día.

Sin banalizar, pero un mal estudiante no estudia; el día del examen copia y aprueba. ¿Nos solemos hacer estas trampas al solitario en la vida?

Al final los seres humanos, sobre todo llevándolo al terreno del autoconocimiento, están dispuestos a hacer cualquier cosa en la vida menos enfrentarse a su propia alma. Todo menos mirarnos a nosotros mismos, afrontar nuestro lado oscuro, nuestras mediocridades. El ego humano lo corrompe todo y busca siempre el camino más fácil, el atajo y la trampa. Por eso, hoy en día la mayoría de personas están totalmente identificadas con el ego. Viven una neurosis, de creer que sus pensamientos son reales, y esos pensamientos son muy egocéntricos, muy negativos, y lo que hacen es que la sociedad esté corrompida. Cualquier sector en el que pongas el foco está corrompido; nosotros mismos nos hemos corrompido.

¿Por qué?

Porque como no estamos en contacto con esa sabiduría, con esa espiritualidad, como no somos felices y creemos que la respuesta la encontraremos fuera de nosotros mismos, tendemos a corromper cualquier cosa. Y en vez de mirarnos en el espejo, honrar nuestros valores y ser nosotros el cambio que queremos ver en este mundo, buscamos cualquier tipo de atajo pensando solamente en nuestro provecho personal, en nuestra propia gratificación inmediata. El resultado que obtenemos debido a la falta de espiritualidad es una sociedad enferma de infelicidad que está buscando anestesia, parches y soluciones rápidas y fáciles con tal de no sentir esa ansiedad y vacío tan insoportables.

En la ciencia tal vez haga falta algo de casualidad para que sucedan ciertas cosas, ¿en nuestra sociedad nos hacen falta estas casualidades, por ejemplo, para las relaciones interpersonales?

Lo necesario es que hagamos un ejercicio de introspección personal y que cada uno de nosotros se pare un momento, suelte el móvil y observe la foto de su vida y mire los resultados que está cosechando emocionalmente. Que observemos cómo nos sentimos por dentro, si abunda más la tristeza que la alegría, más la confianza o el miedo, si abunda más la felicidad o el sufrimiento, la ira o la serenidad. Si hay ansiedad o relajación. Y luego contemple cuáles son los resultados existenciales que está cosechando en su vida, con su salud, con sus relaciones; si son armoniosas o conflictivas. Si sueles estar cansado o con mucha vitalidad; cómo es su economía, cuál es su relación con el trabajo. Se trata de observar los resultados que cosechas en tu vida, porque al final hay una máxima muy cierta.

¿Cuál?

Que al ego le molesta todo. Que cuando nuestros resultados son insatisfactorios es porque nuestra mentalidad está gobernada por la ignorancia y la inconsciencia del ego; cuando los resultados son de satisfacciones es porque la mentalidad está gobernada por la sabiduría, la espiritualidad. Vivimos en una sociedad desconectada de si misma, y al final, en vez de relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y la vida, lo hacemos desde la ignorancia y la inconsciencia, y prueba de ello son los resultados tan profundamente insatisfactorios. Por eso en el libro lo que hago es cuestionar nuestra vieja mentalidad, nuestras antiguas creencias, y propongo conocernos a nosotros mismos para reconectar con nuestra sabiduría que está dentro para que podamos tener una vida con más sentido. Pero todo esto se tiende a ridiculizar, a demonizar.

¿A meterlo en el cajón de las pseudociencias?

Sí. Porque en realidad hay un profundo miedo a la libertad, al cambio, a conocerse a uno mismo y esto está generando que haya muchos prejuicios. El libro es de espiritualidad laica para escépticos. Porque yo también he tenido mi viaje y ridiculizaba todo esto. Pero al final la vida te pega los palos y las crisis que necesitas para pararte y hacerlo revolucionario, que es empezar a cuestionar tu forma de pensar.

¿Echa en falta la educación emocional en la escuela?

Sí. También una educación laica; nos han condicionado religiosamente y eso ha generado que surjan los ateos.

PERSONAL

Nacimiento: Barcelona, 1981.

Familia: Casado y padre de dos niños.

Profesión: Trabaja como escritor, divulgador, conferenciante, profesor, emprendedor, empresario y creador de proyectos pedagógicos orientados a promover un cambio de paradigma en la sociedad.

Trayectoria: Es fundador de Kuestiona, una comunidad educativa para buscadores e inconformistas que impulsa programas presenciales y online para que las personas se conviertan en "el cambio que este mundo necesita", presente en siete ciudades de tres países. También es fundador de La Akademia, movimiento ciudadano que promueve de forma gratuita educación emocional y emprendedora para jóvenes de entre 18 y 23 años. Actualmente lidera el Proyecto Tierra, una propuesta de escuela que pretende revolucionar el sistema educativo.

Divulgación: Es uno de los referentes de habla hispana en el ámbito del autoconocimiento, el desarrollo espiritual y la reinvención profesional. Es experto en Encagrama.