Recorrer el Camino de Santiago del Norte desde Santiago de Compostela hasta Getxo es una experiencia que desafía la tradición y abre nuevas perspectivas. Aunque la mayoría de los peregrinos siguen la ruta hacia la tumba del apóstol, cada vez más caminantes optan por hacer el trayecto en sentido contrario, buscando una vivencia distinta, más introspectiva y menos convencional. Esta travesía de más de 650 kilómetros por la cornisa cantábrica ofrece una combinación única de paisajes costeros, cultura ancestral y esfuerzo físico, todo enmarcado en una ruta que se transforma al caminarla al revés.

Hacerlo de esta manera es una forma de desafiar la narrativa tradicional, de buscar respuestas después de haber llegado a la meta. Es el camino de quienes no se conforman con el final, sino que desean seguir explorando. Por eso la idea de transformarlo en un reto solidario a favor de AEFAT, una asociación que engloba a familiares y afectados por una enfermedad rara, la Ataxia Telangiectasia, tenía todo el sentido. Este es el diario de lo vivido en el reto 'A Contracorriente'.

La impresionante playa del Cantábrico Gonzalo Pérez Zunzunegui

Comenzar en Santiago de Compostela implica partir desde el final. La majestuosa Catedral, que suele representar la meta espiritual del peregrinaje, se convierte en punto de partida. Vamos a realizar el reto corriendo, con la mochila a cuestas, tanto yo como mi fiel acompañante y escudero de aventuras Javi (más conocido como Guipu). Desde aquí, nos despedimos de Santiago y nos adentramos en una ruta que nos llevará por aldeas, acantilados y ciudades del norte. Las flechas amarillas apuntan en dirección contraria, lo que nos va a obligar a estar más atentos, a leer el paisaje con otros ojos, a confiar en la intuición y en la experiencia acumulada por otros caminantes.

Punto de partida

Galicia es el punto de partida, y también el primer regalo del camino. Sus paisajes verdes, húmedos y silenciosos nos envuelven en una atmósfera de recogimiento. Desde Santiago avanzamos hacia Vilalba, pasando por Sigüeiro, Sobrado dos Monxes y Abadín, donde los monasterios y las iglesias rurales nos ofrecen momentos de pausa espiritual.

DATOS PRINCIPALES  

·                  Kilómetros: 656 km (Santiago de Compostela – Getxo) 

·                  Desnivel positivo: 14986+  

·                  Duración: corriendo (2 etapas diarias) 15 días, andando se hace en 30 etapas

En Mondoñedo encontramos una joya arquitectónica: su catedral románico-gótica, rodeada de calles empedradas y casas señoriales. Es un lugar que invita a la contemplación, a la lectura pausada de la historia gallega, y a saborear la famosa tarta local. Porque a la vez que nos sumergimos en el paisaje y la cultura, también hemos degustado la rica gastronomía de cada lugar al que nos llevan nuestras piernas. Hemos podido disfrutar del pulpo a feira, la fabada asturiana, el cachopo, los sobaos pasiegos y los pintxos vascos, todo en un mismo viaje. Cada región aporta su identidad.

La catedral de Mondoñedo Gonzalo Pérez Zunzunegui

Al llegar a Ribadeo, el mar Cantábrico convierte nuestra pareja en un trío, ya que es justo aquí, en la frontera entre Galicia y Asturias, donde comienza el tramo costero, que nos ofrece vistas espectaculares y senderos que bordean acantilados y playas salvajes. Galicia se despide de nosotros con un horizonte abierto, dejando atrás su interior rural para dar paso a la bravura del norte. Tras cruzar el puente de los Santos, el camino se adentra en una tierra de contrastes: montañas que se precipitan al mar, pueblos pesqueros que conservan su esencia, y una gastronomía que reconforta cuerpo y alma.

Vistas al Cantábrico

Tapia de Casariego es la primera parada destacada. Este encantador pueblo costero ofrece un puerto pesquero activo, playas de arena fina y miradores que nos permiten contemplar el Cantábrico en todo su esplendor. Su ambiente surfero y tranquilo lo convierte en un lugar ideal para descansar y reconectar. Nuestro camino continúa por Navia, Luarca y Cudillero, tres villas marineras que combinan tradición, color y sabor. Destaca en Luarca el cementerio con vistas al mar y el legado de Severo Ochoa, que añaden profundidad a la experiencia. Cudillero, por su parte, con sus casas colgadas sobre la ladera, parece sacado de un cuento.

Llegamos al mar en Ribadeo Gonzalo Pérez Zunzunegui

Aquí tenemos, mejor dicho, tengo problemas físicos. Una etapa muy dura desde Luarca, con infinidad de calas pequeñas, hace que de tanto subir y bajar, mi cuerpo casi llegue al límite. La ayuda de Guipu y los mensajes reconfortantes de la gente de AEFAT hace que el despertar al día siguiente sea el inicio de otro Camino en el reto. Un Camino mental, lleno de esfuerzo y de compromiso.

LUGARES IMPRESCINDIBLES 

1.     Mondoñedo (Galicia)

Un pueblo monumental enclavado en un valle verde, Mondoñedo es famoso por su catedral de estilo románico-gótico, declarada Patrimonio de la Humanidad. Sus calles empedradas, plazas tranquilas y panaderías tradicionales (no te pierdas la tarta de Mondoñedo) ofrecen una pausa serena y cultural. Es un lugar donde el tiempo parece haberse detenido.

2. Tapia de Casariego (Asturias)

Este encantador pueblo costero es uno de los secretos mejor guardados del Camino. Con su puerto pesquero, sus playas de arena fina y sus miradores al Cantábrico, Tapia ofrece una atmósfera relajada y auténtica. Es ideal para descansar, disfrutar de mariscos frescos y contemplar el atardecer desde el paseo marítimo. Además, su ambiente surfero le da un aire juvenil y dinámico.

3. Luarca (Asturias)

Conocida como “la villa blanca de la costa verde”, Luarca es un puerto pesquero de postal. Sus casas blancas escalonadas, el cementerio con vistas al mar y el río Negro que atraviesa el pueblo crean una atmósfera mágica. Además, es el lugar de nacimiento del premio Nobel Severo Ochoa, cuya memoria está presente en varios rincones.

4. Gijón (Asturias)

Una ciudad costera vibrante que combina tradición y modernidad. El barrio de Cimavilla, con sus callejuelas y tabernas, es el corazón histórico. La Playa de San Lorenzo, el Jardín Botánico Atlántico y el Museo del Ferrocarril hacen de Gijón una parada rica en cultura, descanso y gastronomía. Ideal para reponer fuerzas y disfrutar del ambiente urbano sin perder el espíritu del camino.

5. Santillana del Mar (Cantabria)

A menudo descrita como “el pueblo de las tres mentiras” (ni santa, ni llana, ni tiene mar), Santillana es una joya medieval. Su Colegiata de Santa Juliana, sus casonas blasonadas y sus calles empedradas la convierten en uno de los pueblos más bellos de España. Es un lugar perfecto para sumergirse en la historia y la arquitectura tradicional cántabra.

6. Castro Urdiales (Cantabria)

Este pueblo marinero combina patrimonio gótico con ambiente costero. La Iglesia de Santa María, el castillo-faro y el puente medieval forman un conjunto monumental frente al mar. Su paseo marítimo, sus bares de pinchos y su aire relajado lo convierten en una parada inolvidable antes de entrar en Euskadi.

Desde Muros de Nalón, el camino nos dirige hacia Avilés y luego a Gijón, evitando el desvío hacia Oviedo. Esta elección nos permite seguir la línea costera y disfrutar de una ciudad vibrante, abierta al mar, con una mezcla de tradición y modernidad. Gijón nos ofrece un respiro urbano, con su paseo marítimo, el barrio de Cimavilla y la playa de San Lorenzo. Asturias, en su conjunto, es una tierra nos ha regalado su hospitalidad, también su sidra escanciada, y su paisaje, que nunca deja de sorprender. Cantabria se presenta como una región de transición entre la Asturias montañosa y la Euskadi industrial.

El paso por Cantabria

Aquí, el camino se vuelve más suave, pero no menos impresionante. Los pueblos conservan una arquitectura tradicional, y el mar sigue siendo protagonista. Colombres, con sus casonas de indianos, marca la entrada a la comunidad. Desde allí, las etapas combinan naturaleza y patrimonio. San Vicente de la Barquera, con su estampa marinera y su puente medieval, es una de las joyas del camino. El contraste entre el mar, la ría y los Picos de Europa al fondo crea una imagen inolvidable. Además, aquí ya somos cuatro porque Patxi se une a la aventura. Estamos Guipu, Patxi, yo y el mar, siempre presente.

El verde del Camino del Norte G.P.Z

Comillas nos sorprende con su arquitectura modernista, incluyendo El Capricho de Gaudí, el Palacio de Sobrellano y la Universidad Pontificia. Es una parada que mezcla arte, historia y espiritualidad. Después, Santillana del Mar, con sus calles empedradas y casonas blasonadas, nos transporta a otra época. Nos dirigimos ya a Santander, capital regional. Su bahía, sus playas urbanas y su oferta cultural nos aguardan, y todo ello sin perder el contacto con el mar. Pasamos la bahía en el barco directos a Somo.

Aquí sumamos un nuevo miembro, Laura, nuestra extremeña favorita, que se une al grupo. Con ella el camino hasta nuestra siguiente parada recorre seguramente el sendero más espectacular de la costa hasta ahora. Desde aquí, el camino se introduce brevemente en el interior, para en Noja volver a disfrutar del mar. Terminamos esta comunidad pasando por Laredo y Castro Urdiales, atravesando playas extensas, colinas verdes y pueblos tranquilos. Cantabria es serenidad, es equilibrio, es el susurro del mar mezclado con la piedra antigua.

Hacia Bizkaia

Desde Castro, el camino se adentra en Bizkaia, pasando por Muskiz, La Arena y bordeando el litoral hasta Portugalete. Euskadi nos aporta su identidad fuerte, su lengua propia, su gastronomía de excelencia y su cultura que se vive en cada plaza, en cada mirada. Esta localidad, situada junto a la ría del Nervión, ofrece una llegada distinta: sin la solemnidad de Santiago, pero con la satisfacción de haber completado una ruta exigente y transformadora. Portugalete, con su famoso Puente Colgante de Bizkaia, Patrimonio de la Humanidad, marca el cierre del viaje. Desde aquí, en los pocos kilómetros que nos separan de Getxo, podemos contemplar el horizonte sabiendo que hemos recorrido una de las rutas más bellas y menos transitadas del Camino de Santiago.

Llegada a Portugalete (Bizkaia) G.P.Z.

El final del reto nos llena de alegría, de emoción y de solidaridad, gracias a la gente que en la plaza Tellaetxe de Getxo se ha reunido para darnos la bienvenida. Tras el esfuerzo intenso de estos quince días, sentir el calor de los nuestros y ver como hemos dado visibilidad y recaudado un montón de dinero para AEFAT es el final soñado. Recorrer el Camino del Norte en sentido inverso no ha sido solo una cuestión de dirección. Ha sido forma de romper con lo establecido, de mirar el camino desde otra perspectiva. Como lo hacen los afectados por la Ataxia Telangiectasia. Las etapas se viven de manera distinta, los encuentros con otros peregrinos son menos frecuentes, y la sensación de soledad se convierte en compañera constante. Ha sido culminar el reto 'A Contracorriente'.

El verde de Galicia te envuelve Gonzalo Pérez Zunzunegui

El Camino del Norte en sentido inverso, desde Santiago hasta Getxo, es una travesía que nos ha transformado. Hemos recorrido paisajes cambiantes, culturas diversas y etapas exigentes. Un viaje que nos ha hecho mirar hacia atrás con nuevos ojos, a redescubrir lo ya andado, y a entender que el camino nunca termina: solo cambia de dirección.