Muchas iglesias vascas cuentan con antiguos enterramientos junto a ellas, señalizados con piedras circulares clavadas en el suelo, en la cabecera de la tumba. Son las llamadas estelas discoidales que son más comunes en la zona norte de nuestra geografía. Sin embargo, al sur del Pirineo, en la Euskal Herria peninsular, se localiza un interesante conjunto de estas piedras mortuorias junto a varios sarcófagos: se trata de la necrópolis de Argiñeta.
Para descubrir este interesante paraje, realizaremos una ruta lineal que une el alto de Iturutz, en las afueras de la localidad gipuzkoana de Elgeta, con la villa de Elorrio, en Bizkaia, donde se ubica la necrópolis.
Estacionamos el vehículo en el aparcamiento del puerto, junto a la escultura ‘Intxortako Atea’, obra del escultor Juan José Aranguren, creada con el objetivo de honrar la memoria histórica y la resistencia de los gudaris durante la Guerra Civil en esta zona. Cruzamos la carretera general que une el alto de Kanpantzar con Elgeta y nos dirigimos a visitar la reconstrucción de unas trincheras de la guerra civil. En este paraje, en las laderas del monte Intxorta, tuvo lugar una famosa batalla entre las tropas republicanas y nacionales en abril de 1937.
Junto a un monolito de piedra en homenaje a las víctimas de la batalla parte una pista que se interna en el pinar para ir remontando altura poco a poco. Varios cruces nos salen al paso, pero no debemos tomar ninguno, aferrándonos en todo momento a la pista principal. Salimos a un claro donde el paisaje se abre un poco; caminamos por pistas forestales rodeados constantemente de pinos.
Ficha práctica
- ACCESO: Hasta el alto de Iturutz, llega la carretera GI-2639 desde Elgeta o desde el alto de Kanpazar. A Elorrio, llega la N-636 desde Durango o desde Arrasate.
- DISTANCIA: 8 kilómetros.
- DESNIVEL: 580 metros.
- DIFICULTAD: Media.
Topamos con un cruce, donde seguimos la pista que, bordeando el pico Intxorta Txiki, llega a unas señalizaciones de una conducción de gas que, salvando una fuerte pendiente, nos llevan a la cima de Intxorta. Sus 743 metros de altitud, son compartidos por una caseta y una curiosa veleta. Esta cumbre, marcada por el sinsentido de la guerra, nos regala unas preciosas vistas sobre los montes guipuzcoanos y el precioso Udalatx, reclamando constantemente nuestra atención.
San Urbano-Santruan
Tras disfrutar de las vistas, debemos continuar, para lo que, desde la cima, seguimos un claro camino que desciende en dirección NW. y topamos con unas marcas de un sendero GR hasta un cruce donde debemos tomar el segundo camino de la izquierda, en dirección NW., que entre el bosque nos lleva a la carretera BI-2632 que une Elgeta con Elorrio. Debemos cruzar el asfalto y tomar la pista que, hacia el N., alcanza en breve la preciosa ermita de San Urbano, conocida como Santruan; estamos en la base de la cima de Erdella, hacia la que nos encaminamos. Pasamos por la izquierda de la ermita para seguir unos metros bajo una línea de alta tensión hasta un cruce donde, siguiendo las marcas del GR, tomar hacia nuestra derecha. La pista nos guía sin perdida hacia el cordal en la vertiente N. de la cumbre para llegar a sus 682 metros de altura por una marcada pendiente. La cima comparte el precioso hayedo con un curioso buzón en forma de piolet. La belleza del bosque nos invita al descanso, pero debemos continuar caminando.
Buscamos ahora la cumbre Santamariñazar; para ello debemos descender al collado Txaboleta entre ambas cumbres. Bajamos de la cima de Erdella en dirección W., por su lomo hasta alcanzar dicho collado. Desde allí, la cima de Santamariñazar se alcanza bordeando la montaña por el N. hasta llegar a la cruz cimera, ubicada sobre los 676 metros de altitud. Además de la mencionada cruz, podemos ver restos de trincheras de la guerra.
Retornamos al collado Txaboleta, seguimos descendiendo hacia la vertiente de Elorrio hasta dar con un cruce. Seguimos la pista que, por la izquierda, nos llevará entre bellos hayedos al barrio de Mendraka, perteneciente al municipio vizcaino, que queda a nuestros pies. Caminamos imbuidos de la hermosura del paisaje, el mítico Anboto despliega toda su magia ancestral ante nuestros ojos plenos de armonía, de montañas, subidas o por subir, un panorama armónico y profundamente bello. Nos resta cruzar la barriada para llegar hasta la enigmática necrópolis de Argiñeta.
Estelas agrupadas
La ermita de San Adrián, ubicada junto a la necrópolis, nos recibe custodiando las hermosas estelas talladas junto a los sarcófagos, todos elaborados con arenisca de las canteras del monte Oitz. El conjunto, compuesto por veinte sepulcros y cinco estelas, se agazapa dulcemente en el bello robledal, susurrándonos su sacralidad. Las piedras que vemos, hincadas en el suelo presentan enigmáticos símbolos tallados.
Posiblemente esta simbología haga referencia al sol; no olvidemos que el astro rey era una de las principales deidades para las tribus antiguas. Su presencia en estas estelas medievales nos habla de los posos de los cultos paganos en aquellas culturas. Algunos de los elementos datan del siglo VII, en la Alta Edad Media. Se recopilaron por diferentes barrios del entorno, como Berrio, Mendraka o Miota, para reagruparlos, en el siglo XIX, en este paraje que hoy visitamos.
Es un profundo misterio el por qué de la simbología tallada en las estelas. Probablemente, nunca sabremos a ciencia cierta sus auténticas y primigenias motivaciones. Lo que sí está claro es que podemos acercarnos allí con la mente abierta a disfrutar de su magia y de su telúrico misterio arcaico.
Tras disfrutar de su esencia, descendemos siguiendo la carretera, que en breve nos lleva hasta Elorrio, donde termina nuestra ruta.