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El yacimiento arqueológico de La Motilla del Azuer

Es un singular asentamiento, ubicado en La Mancha, que data de la Edad del Bronce, de gran importancia arqueológico y con un pozo profundo

El yacimiento arqueológico de La Motilla del AzuerLA MOTILLA DEL AZUER

La Motilla del Azuer constituye el yacimiento más representativo de la Edad del Bronce en la comunidad estatal de Castilla Mancha (2200–1300 a.C.), dentro de una tipología de asentamiento único en la Prehistoria, las motillas, que reciben su nombre porque forman una elevación artificial dentro de un espacio circundante, y se consideran monumentos excepcionales por su riqueza científica y escasez en número.

Si las más famosas Tablas de Daimiel (Ciudad Real), un humedal prácticamente único en Europa y último representante del ecosistema llamado tablas fluviales, se ofrece espectacular en su entorno, el yacimiento de la Motilla no escapa a este hechizo. Hace más de cuatro mil años, sus habitantes construyeron, sobre un profundo pozo, varias líneas concéntricas de murallas y una vigorosa torre de planta cuadrada, emplazamiento que hoy, sito en la vega del río homónimo, se revela como un asentamiento singular de la Edad del Bronce.

Enterramiento en La Motilla

Las actuaciones arqueológicas realizadas en el yacimiento han revelado varios espacios diferenciados, el primero de ellos un recinto interior fortificado integrado por murallas concéntricas en torno a una torre central cuadrangular, que protegía un conjunto de estructuras donde se gestionaba y controlaba las actividades económicas del yacimiento, entre ellos grandes silos de almacenaje.

Especialmente significativo es el gran patio trapezoidal situado al este de la fortificación, en cuyo interior se encuentra un pozo para la obtención de agua que es la estructura hidráulica más antigua documentada en toda la Península Ibérica.

La línea de fortificación más externa, circular y concéntrica a los sistemas defensivos, presenta en su última fase de construcción un paramento de grandes bloques de caliza. El acceso al interior del área fortificada desde el poblado se realizaba a través de pasillos paralelos a las murallas. Y en el exterior se emplazaban las viviendas.