En un rincón del macizo del Gorbeia se alza majestuosa la fortaleza pétrea de Itxina, un laberinto de piedras calizas que guarda, como si de un tesoro se tratara, viejas leyendas de la mitología vasca. Una barrera inexpugnable a la que podemos acceder por una puerta natural que da paso al interior de este paraje único y maravilloso: el Ojo de Atxulaur.
Gorbeia se ubica entre los Territorios de Araba y Bizkaia, siendo la cima de mayor altitud de ambos herrialdes. Para realizar este bello recorrido, partimos desde el aparcamiento de Pagomakurre, ubicado en territorio vizcaino, desde donde nace un sendero que tomaremos tras estacionar nuestro vehículo.
Desde el parking, comenzamos a caminar por este sendero, que se introduce inmediatamente en el bosque, en marcada dirección NW, siguiendo las balizas hacia nuestro objetivo: el Ojo de Atxulaur. Poco a poco vamos ganando altura progresivamente y llegamos a un resalte rocoso que ascendemos a modo de escaleras. El sendero continúa a la par de un vallado hasta que localizamos un paso que salva la cancela y nos saca del bosque para dirigirnos ya a terreno despejado.
El alma del ladrón
Caminamos ahora por unas praderías de altura; el Ojo de Atxulaur va divisándose en la lejanía, en mitad de la pared de piedra. Según vamos acercándonos, va aumentando de tamaño, hasta que nos situamos bajo el mismo. Solo nos queda ascender la pronunciada pendiente, que nos lleva a la mítica puerta de acceso al laberinto de Itxina.
En este paraje se localiza una de las leyendas que nos hablan de los animales sagrados, tan presentes en la mitología de Euskal Herria, y que dice así:
“En la montaña de Itxina, en el macizo del Gorbea, se abre una cueva denominada Atxulo. Este antro era utilizado por un ladrón para esconder los botines de sus hurtos. Sucedió que el ladrón murió lejos de dicha cueva, dejando en su interior todas sus riquezas. Los vecinos de la zona, sabedores del contenido de la caverna, planearon apoderarse del tesoro. Pero cada vez que alguno se acercaba a la boca de la cueva, un temible animal los espantaba: se trataba de Zezengorri. Parece ser que el toro era realmente el alma del ladrón. Esto sucedió así hasta que unos forasteros trajeron los restos del hombre a la cueva, no volvió a aparecer el toro, y se pudieron hacer con el tesoro”.
Los animales míticos, o animales sagrados, son seres aterradores que moran en el interior de la tierra y que asoman a la superficie por ciertas cuevas, como esta de Atxulaur. Posiblemente, en un inicio fueran seres benévolos que, con el tiempo, pasaron a verse como entes maléficos. Son muchas las leyendas que nos hablan de estos seres como vengativos, un ejemplo es el Zezengorri, que incendió Bermeo, por la mala conducta de sus habitantes.
Como sucede en el paraje en el que nos encontramos, suelen representarse como custodios de tesoros. Quizás el origen de estas creencias nos lleve al concepto de los elementos naturales como regalos que nos ofrece la Madre Tierra. Este es un dato que nos habla de la antigüedad de estos entes mitológicos.
Antes de regresar, podemos internarnos en el laberinto de Itxina, algo que siempre es un hermoso desafío. Nada más pasar el Ojo, topamos con un desvío a nuestra derecha que nos llevará hasta la caverna de Supelaur. El camino es bastante evidente y debemos estar atentos a seguir varios hitos de piedra, que nos indican la ruta a seguir. Caminamos primero en descenso y, tras un cómodo tramo, aparece la boca de la bella cueva. Ya en su entrada, podemos introducirnos un trecho en sus profundidades, para luego dejar paso a la experiencia de espeleólogos.
Nos encontramos en un lugar con una profunda carga mitológica ya que, en esta caverna, los viejos cuentos de nuestra cultura sitúan a las lamias, pero también es considerada como morada de Mari, la gran diosa de los antiguos vascos.
Retornamos por nuestros pasos hasta el Ojo de Atxulaur para descender hasta las campas bajo la preciosa puerta. Solo queda, regresar al punto de partida en el parking de Pagomakurre.
TEXTO
ACCESO: Desde el centro de la localidad vizcaina de Areatza parte una pista asfaltada que nos lleva hasta Pagomakurre.
DISTANCIA: 5 kilómetros
DESNIVEL: 500 metros
DIFICULTAD: Media