Situado en el norte de la provincia, el parque natural palentino, que cuenta con una superficie cercana a las 80.000 hectáreas, ofrece una gran diversidad de flora y especies animales marcadas por los hábitats agrestes, especialmente en su corazón, en el valle de Pineda. Destacan también en él el lago Curavacas y la ruta de los pantanos.
El Parque Natural Montaña Palentina, situado al norte de la provincia, comprende una zona de unas 80.000 hectáreas de gran calidad medioambiental y limitada intervención humana, que ha permitido el desarrollo de un amplio abanico de hábitats agrestes.
Por las agudas crestas de sus montañas se pueden ver endemismos como el rebeco cantábrico, mientras que en los prados y pastizales es la liebre de piornal la que encuentra su hábitat más idóneo. Junto a estas especies endémicas destaca la presencia puntual del oso pardo, el lobo ibérico, el gato montés, la trucha común y diversos ungulados y mustélidos, entre otras especies.
El parque contiene también formaciones boscosas de interés como la Tejeda de Tosande, una de las más longevas de Europa, con ejemplares cercanos al milenio y diámetros máximos de 1,5 metros, y en primavera las laderas montañosas se tornan de un amarillo intenso debido a sus extensos piornales.
Ejemplo de aislamiento y buen estado natural de conservación de un paisaje es el Valle de Pineda, corazón del parque natural. Destaca en él el lago glaciar del Curavacas, pasto de leyendas ancestrales. Y el amante del senderismo disfrutará de la ruta de los pantanos.
Pantanos y pueblos
Esta ruta atraviesa buena parte de la Montaña Palentina a través de la carretera P-210. A lo largo de sus 81 kilómetros de bello paisaje nos ofrecen los embalses de Aguilar de Campoo, Ruesga, Requejada, Camporredondo y Compuerto. Y conviene visitar también pueblos de la zona como Valdeberzoso, Vidrieros o Cardaño de Abajo y Cardaño de Arriba, especialmente los más andarines. La mayoría se distinguen por su arte románico y su entorno natural.