Las diferencias culturales entre las diversas regiones son un fenómeno fascinante y, a menudo, motivo de humor y malentendidos. Este es el caso de Julen, un joven vasco que decidió embarcarse en la aventura de un programa Erasmus en Italia.
Sin embargo, el choque cultural más significativo que vivió no fue con los italianos, sino con sus compañeros andaluces. A través de un video en TikTok que ha alcanzado casi 700.000 visualizaciones, Julen comparte su experiencia y las curiosidades que surgieron en su convivencia con este grupo de estudiantes del sur.
El primer encuentro
Al unirse al grupo de WhatsApp de los participantes en su programa Erasmus, Julen se sintió algo inquieto al darse cuenta de que la mayoría de sus compañeros eran andaluces. “Me puse un poco nervioso”, reconoce.
A pesar de que estaba emocionado por la experiencia, era consciente de los estereotipos que existen entre vascos y andaluces, los cuales han sido representados incluso en películas como 'Ocho apellidos vascos'. “Yo tenía mis prejuicios acerca de ellos”, confiesa. No obstante, Julen decidió mantener una actitud abierta y prepararse para la experiencia. Se vio un par de monólogos de Dani Rovira para entender mejor la forma de ser de sus nuevos amigos, esperando que le ayudarían a adaptarse a su nuevo entorno.
“Si esto sigue así, yo me voy a ir a mi casa”
Sin embargo, la primera interacción que tuvo con sus compañeros andaluces no fue la más fácil. Julen recuerda una visita a la casa de unas chicas donde se organizó una pequeña reunión. “Se sentaron todos en sillas y yo no tenía sitio para sentarme”, cuenta. En lugar de unirse a ellos, decidió quedarse de pie en la puerta con los brazos cruzados, lo que llamó la atención de uno de los jóvenes sevillanos. “¡Quillo! ¿Que eres el segurata de la casa?”, le dijo el chico, dejándolo completamente descolocado. Julen confiesa que nunca antes le habían llamado así y no sabía cómo reaccionar. “Osea, nadie me ha llamado quillo en mi vida, ¿y si soy el segurata? Pues yo qué sé, es que no entendí el comentario”, se excusa.
La situación se volvió más incómoda cuando, a lo largo de la noche, sus compañeros andaluces empezaron a cantar flamenco y dar palmas. Julen se sintió completamente fuera de lugar y pensó: “Si esto sigue así, yo me voy a ir a mi casa”. Estuvo tan cerca de llamar a sus padres para contarles que quería regresar, que la frustración se apoderó de él en ese momento.
La evolución de la experiencia: "Pueden llevarse bien"
A pesar de este comienzo difícil, la experiencia de Erasmus de Julen tomó un giro positivo. Con el tiempo, y tras varios días de convivencia, empezó a entender a sus compañeros andaluces, quienes a su vez comenzaron a comprenderlo a él. “Por suerte, pasaron unos días, y yo fui entendiéndoles y ellos también fueron entendiéndome a mí y las diferencias que teníamos”, explica Julen. Esta evolución en sus relaciones le permitió disfrutar plenamente de su estancia en el extranjero, convirtiendo la experiencia en una “gozada”.
A medida que avanzaba el programa, Julen se dio cuenta de que, a pesar de las diferencias, había muchas similitudes y puntos en común que los unían. “Somos totalmente distintos”, reflexiona. Para él, los vascos son más tranquilos y “más fríos”, mientras que los andaluces son “una bomba”, llenos de energía. Sin embargo, también destaca que “hay diferentes personalidades en cada sitio”, lo que contribuye a la diversidad de experiencias.
Finalmente, Julen explica que una de las cosas que aprendió durante su Erasmus fue que, a pesar de las diferencias culturales, es posible formar conexiones significativas. “Puedo decir que un vasco y un andaluz pueden llevarse bien”, concluye con satisfacción.