MUCHAS de las personas que viven fuera de su país confiesan tener el alma partida. No es el caso de Olatz Arrieta, porque ella tiene muy claro que su alma está en Euskadi; cosa diferente es que su afición por viajar, por conocer otros países haya llevado su carrera profesional a lugares tan dispares y tan alejados, y no solo geográficamente, como Moscú, Nueva York y ahora Bruselas. Ella ha visto y ve la realidad en estos países con los ojos, el alma y los intereses de una vasca.

Frente a quienes auguran que la inmediatez de las comunicaciones o la facilidad de transmitir información, para lo que basta un simple teléfono, podría marcar el principio del fin de los corresponsales fijos de los medios en lugares de interés, la corresponsal de ETB en Bruselas cree que precisamente ocurre lo contrario. “Cuando alguien capta una noticia por teléfono o transmite unas fotos de un suceso ocurrido en el que él o ella estaba por casualidad, enviará la noticia, pero difícilmente transmitirá el contexto, la situación en la que se ha dado y sobre todo los porqués de esa situación. Este es el trabajo que cumple un reportero, enviar la noticia envuelta y arropada en todas las circunstancias, de tal manera que quien la escucha la comprenda mejor, entre otras cosas porque está recibiéndola de alguien que vibra en su misma onda”. Es la opinión de Olatz Arrieta, de una experta precisamente en enviar la noticia en su propia salsa con todas sus circunstancias y situaciones.

La periodista fue ayer galardonada con el premio Periodistas Vascos 2019 por su trabajo como corresponsal de ETB durante más de veinte años. En Bruselas desde 2013, también ha informado desde Rusia (2 años) y Estados Unidos (13 años). Experta en temas de geopolítica de la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia, tiene un máster en la Universidad de Nueva York sobre política internacional. Olatz Arrieta brilló en la octava edición de este galardón, cuyo objetivo es reconocer a un o una profesional de la información de la CAV que, por la proyección de su trabajo tanto en Euskadi, como a nivel nacional y/o internacional, sea ejemplo y orgullo para nuestra profesión. “Que me premien mis compañeros de profesión significa para mí una satisfacción gigante”, dice sonriente.

Si para Olatz existe algún pero en este mundo de los corresponsales internacionales, no es precisamente su existencia y necesidad, sino el hecho de que muchas agencias y medios estén precarizando el trabajo, abusando de los freelance que les resultan más baratos, más cómodos, más manipulables y sobre todo con los que no tiene una responsabilidad. Es una de la parte oscura de los corresponsales, el reconocimiento de estos periodistas que se la juegan por libre, sin el apoyo por detrás de un medio como ella sí tiene de ETB.

En el mismo hilo de defensa de necesidad de una información de primera mano por periodistas que viven en el mismo país, Olatz cita el día a día que ella tiene que vivir: buscar vivienda, médicos, en qué comercios comprar, medios de transportes a usar? Circunstancias todas ellas que colocan en lugar y en situación al corresponsal que además en todos estos actos conoce a la gente, a las personas de la ciudad y sus intrahistorias. “Todas estas situaciones contextualizadas y obtenidas a partir de personas con caras y ojos es lo que intento transmitir bajo el prisma de una persona de Euskadi, porque no tengo el alma partida sino que sigo siendo una observadora vasca en Bruselas”, sentencia.