El Manneken Pis, el niño más famoso de la ciudad de Bruselas, abrió el viernes las puertas de su variado fondo de armario en un nuevo museo para enseñar a los visitantes de la capital belga una parte de su extensa colección de trajes, que celebra la cultura y el folclore de regiones y naciones de todo el mundo.

Aunque es una réplica de la escultura original -que data de 1619 y se puede visitar en el Museo de la Ciudad de Bruselas-, el niño de bronce de 55 centímetros orinando en una fuente es un icono de la ciudad y cambia de vestimenta cada pocas semanas, coincidiendo habitualmente con eventos culturales, deportivos y diversas celebraciones. A pocos metros de la esquina de las calles de l’Etuve y du Chêne, donde coincidiendo con la inauguración el niño bruselense vestía un traje de gala para celebrar la ocasión, el nuevo museo La garde-robe de Manneken-Pis (El ropero del Manneken Pis) exhibirá 133 de los casi mil disfraces que ha vestido el pequeño desde 1698.

Maskarada suletina El museo está organizado según las temáticas de los trajes, que van desde la geografía y la cultura hasta los motivos benéficos, pasando por personajes famosos, deportes y diseñadores de moda. Las 133 piezas expuestas muestran al pequeño disfrazado de diferentes profesiones, como médico o policía; personajes de ficción, como el galo Obélix o trajes representativos regiones y naciones del mundo. Entre ellas se puede ver un zamalzain de la Maskarada suletina. “Es una colección increíble porque el Manneken Pis viste cada año veinte trajes nuevos, así que sigue creciendo”, explicó el conservador del museo, Gonzague Pluvinage, que señaló que anualmente reciben alrededor de sesenta solicitudes de asociaciones y gobiernos que quieren dar un disfraz al niño bruselense. Este ha lucido en varias ocasiones, por ejemplo, la indumentaria del Athletic Club.

Pluvinage señaló que la apertura del museo busca también dejar más espacio para la leyenda del Manneken Pis en el Museo de la Ciudad, pues se habían dado cuenta de que “la propia población de Bruselas no conoce la historia de su símbolo”. Entre los disfraces más llamativos se encuentra un traje de época de aristócrata francés, regalo del rey Luis XV en 1747 a modo de disculpa después de que sus soldados intentasen robar la escultura. El traje es una réplica realizada en seda con bordados de hilo de plata y oro.

Pese a ser protagonista en dos museos en la capital belga, un último misterio rodea al niño bruselense: los historiadores no se ponen de acuerdo en su origen y esto ha dado lugar a numerosas leyendas. Una de ellas cuenta que este niño salvó a la ciudad de un incendio causado por un ataque de tropas enemigas al orinar sobre una mecha encendida de una antorcha, mientras que otra identifica al pequeño como el hijo de un noble que orinó en la pared de la casa de una bruja, quien le lanzó un maleficio que lo convirtió en estatua.