Un recipiente de arcilla capaz de conservar alimentos y hasta medicinas puede convertirse en el frigorífico alternativo para las aldeas marroquíes donde no hay electricidad; esa es, al menos, la idea de Rawya Lamhar, una joven marroquí que promueve esta iniciativa que ha bautizado como Go Energyless.
Ese frigorífico completamente ecológico (no precisa de electricidad) puede mantener una temperatura de 6 grados en las zonas secas y 12 grados en las húmedas a condición que esté colocado en un lugar ventilado y apartado de otros objetos, al igual que de los muros o del mismo suelo (para lo cual necesita un pedestal). La joven, que acaba de terminar este año sus estudios de Ingeniera de Medio Ambiente, explicó que la idea le surgió cuando visitó una vez la zona remota de Ahedri, en las afueras de la ciudad de Jenifra, ubicada a unos 165 kilómetros al sureste de Rabat, y observó que los diabéticos no tienen frigoríficos para conservar la insulina.
Volvió a pensarlo cuando hizo una visita a una población montañosa cerca de la ciudad Uad Zem, ubicada cerca de Jenifra, y constató que algunos aldeanos pierden hasta una quinta parte de las verduras que compran en el mercado porque no tienen nevera. “Por eso, hemos decidido producir una nevera que no necesita energía y que puede conservar las frutas, las bebidas y hasta los medicamentos”, subrayó Lamhar.
También en las ciudades La empresa Go Energyless fue creada a principios de este año por Lamhar y dos de sus amigos, todos ellos estudiantes de Ingeniería, y disponen de un taller de producción en las afueras de Marrakech, donde trabajan dos artesanos alfareros, y un almacén en Casablanca. Por el momento, la empresa produce dos modelos de estos frigoríficos alternativos, uno más pequeño, de unos 30 centímetros de alto, con una forma sencilla y al precio de 220 dirhams (unos 20 euros) y otro de medio metro, con un diseño más complejo y que se vende a 500 dirhams (unos 46 euros).
Esta nevera de arcilla, que se coloca encima de una plataforma también de barro, tiene un hueco en su parte inferior que ayuda a evitar la humedad y lleva grabados en su parte exterior adornos de inspiración marroquí. Pese a que el producto estaba destinado en su nacimiento a los aldeanos que no tienen electricidad, hoy día se vende más en las ciudades como método de conservación de los productos agrícolas orgánicos. “Tenemos personas que se encargan de vender el producto en las zonas rurales a cambio de un porcentaje en los beneficios, mientras que en las urbes dejamos un ejemplar del frigorífico en las tiendas de productos orgánicos y nos van llegando las demandas”, precisó.
Sin embargo, explicó que la mayoría de los encargos le llegan a través de la página de la empresa en la red social Facebook. El mes pasado, la cantidad de demandas superó a la misma oferta de la empresa. La joven empresaria añadió que su fundación recibió también demandas del extranjero, generalmente de personas aficionadas a los productos naturales de países como Francia, EE.UU., México, Filipinas y Singapur.
La empresa, según sus fundadores, creó nuevos puestos de trabajos para los distribuidores del producto en las zonas rurales, y ha permitido alargar las actividades de los productores durante todo el año.