Plentzia

LOS jaulones, con 550 botellas de vino cada uno, salen de su cobijo marino -a 18 metros de profundidad- acompañados por algas, briozoos, gusanos serpentinos, un tipo de bivalvos... También hay algún cangrejito, incluso quisquillas y ¡hasta un congrio!, que estaba de inquilino en uno de ellos. La bióloga Ana Riera observa curiosa todo ello. Se encuentra en el barco que, con una grúa, sacó ayer los primeros vinos de esta añada de la bodega submarina que la empresa Bajoelagua Factory instaló en la bahía de Plentzia en 2010. Hay cerca de 6.000 botellas repartidas en depósitos de hormigón abiertos que terminarán de ser alzadas a tierra hoy. Algunas ya tienen dueño: se van para Alemania y Rusia a un precio de 185 euros cada una. Los soviéticos prefieren que el producto les llegue tal y como ha salido del agua, es decir, colonizado por las distintas especies marinas, los germanos se decantan por que las botellas estén limpias.

Esta bodega, única en el mundo, que envejece los caldos en el agua continúa con paso firme su negocio y también sus investigaciones. "Llevamos desde 2010 realizando un estudio sobre cómo afecta el mar al vino. Aún se continúa analizando, pero se puede decir que las mareas, la profundidad, el hecho de que se mueva con las olas... Todo ello tiene un efecto en el vino. El fenómeno se llama biodinamia. El producto está en oscuridad, a temperatura constante, pero con un meneo que le da al vino un carácter distinto al de tierra. Es único. Además, las características de nuestro mar, que es bravo y más en invierno, hace que el vino vaya cambiando poco a poco, y que haya un intercambio de microgases que hace que adquiera unos tonos y un sabor especial. Hay un cambio al estar en el agua y se puede demostrar científicamente. No solo en el paladar, hay datos físico-químicos, de olor, que son diferentes al del vino de tierra", explica la bióloga del proyecto.

Los exámenes y las pruebas, por lo tanto, no se paran. Por ejemplo, se experimenta con más bebidas: hay cava y cerveza en el fondo del mar; y con más recipientes: la semana pasada se sumergió una barrica. "Nosotros buscamos el mejor vino para envejecer bajo el mar, el que tenga las características propicias para que se noten los cambios. La idea es seguir haciendo estudios para convertirnos en una especie de certificadora", asegura Riera.

Asia, el mayor comprador Los vinos de la peculiar bodega de Plen-tzia se comercializan con el nombre de Crusoe Treasure. Los de esta añada son muy frutales. "Es un vino pensado para mercados como el americano. Lo ha diseñado Antonio Palacios, que es un enólogo de reputación internacional, usando uvas de la zona de Ribera del Duero. Además, esta cosecha está apadrinada por Miguel de la Cuadra Salcedo", señala Borja Saracho, gerente de Bajoelagua Factory. El responsable de esta iniciativa admite que "el nivel de ventas es anecdótico en el Estado". "Es un producto pensado fundamentalmente para el amante del vino y de lo exclusivo, del coleccionismo. Los mercados asiáticos son los que más están demandando el producto", agrega Saracho.

Además de innovación en el terreno vinícola, el laboratorio de Plen-tzia es fuente de vida marina. "Colaboramos con la Universidad del País Vasco, de Las Palmas, de Alicante y con Centro Superior de Investigaciones Científicas y todos ellos están ratificando que se está creando un arrecife artificial muy interesante", comenta Saracho, que desvela que "tenemos inventariadas casi 2.000 especies; la gente que suele bucear está flipando".

Vida marina y vino, tesoros del fondo del mar.