abrazos gratuitos hay en todas partes del mundo, pero ahora un empresario de la ciudad de Madison, en el estado norteamericano de Wisconsin (EE.UU), pretende convertir esas muestras de afecto en la base de un nuevo modelo de negocio abriendo una Snuggle House, es decir, algo así como una casa de abrazos o arrumacos.

La empresa tendrá una plantilla de cinco "abrazadores profesionales" que abrazarán, harán arrumacos y hablarán con sus clientes..., a cambio de un pago, se entiende. Sin embargo, no estarán permitidos besos o contactos de tipo sexual. "Lo considero una necesidad. Tengo la impresión de que simplemente hoy en día no hay suficiente conexión humana, toda esta tecnología que, en mi opinión, nos separa", explica el fundador, Matthew Hurtado, en referencia a la creciente necesidad de cercanía que padece la gente actualmente.

La oferta de contacto íntimo pero no sexual está dirigida a todos los que simplemente "quieren ser tomados en brazos", aunque con especial atención en el caso de ancianos y enfermos, informa la revista Time. En este sentido, el contacto humano produce en el cuerpo la hormona oxitocina, la llamada "hormona del amor", explica Hurtado, cuyos beneficios son visibles: le hacen sentir a uno "más seguro y protegido". Y es que los arrumacos no tienen necesariamente que tener lugar bajo las sábanas: "Cuando simplemente quieres tumbarte y acurrucarte y recibir caricias a la antigua, puedes hacerlo", cuenta Lonnie Johnson, trabajador de la empresa, a la televisión NBC. "Igual de bien podemos sentarnos juntos y hablar o puedes llorar en mi hombro", explica sobre el servicio.

fiscalía Sin embargo, está totalmente prohibido cualquier tipo de contacto sexual. En un país más bien pudoroso como es Estado Unidos, donde el contacto corporal con extraños se considera normalmente incómodo, la idea no ha cosechado únicamente buenas críticas. Sin ir más lejos, la fiscalía general de Madison se muestra escéptica de que vaya a tratarse de meros abrazos. "Mi primer pensamiento fue que podría ser un lugar de prostitución", señala Jennnifer Zilavy, fiscal de la ciudad. Algunos aseguran que la idea les da miedo y se preguntan qué es lo que es ocurre allí realmente. "Creo que hemos convencido a la ciudad de que se trata realmente de una empresa de arrumacos", explica el abogado del fundador, Timothy Casper. "Se trata de una idea rara, pero la seguridad de los clientes es prioritaria", aseguró. El fundador Hurtado asegura que se comprobará al detalle de dónde vienen tanto los clientes como los trabajadores de la empresa para ver si, por ejemplo, tienen antecedentes por delitos sexuales.

cámaras de vigilancia Uno de los aspectos que más reticencias ha provocado respecto a este nuevo negocio es el de la seguridad. Para disiparlas, el fundador ha explicado que se aclararán las reglas en conversaciones previas y en todas las habitaciones habrá cámaras y botones para pedir auxilio para garantizar la seguridad. Pese a algunas críticas, la idea parece haberse recibido relativamente bien entre el público, a tenor de los casi 300 clientes que ya se han apuntado a las sesiones además de las 322 personas que se postularon para el trabajo. En este caso, los cinco mejores fueron contratados -cuatro mujeres y un hombre-, que ahora tendrán que someterse a un programa de entrenamiento de diez horas para estar preparados para las posibles situaciones con las que puedan encontrarse e incluso para el caso en que los clientes "quieran más".

Por último, dado que los dueños no pudieron hasta ahora presentar un plan convincente a la fiscalía y faltan importantes documentos todavía no se ha podido inaugurar, pese a que la apertura estaba prevista para el pasado martes. En vez de ello tendrá lugar un último encuentro con representantes de la ciudad para desbloquear la situación, aunque éstos se siguen mostrando escépticos: "Conservo mis reticencias", señala Zilavy. Y aún no está claro si próximamente la casa podrá dispensar arrumacos oficialmente.