bilbao. En un cruce caminos, allá en el Colegio de Abogados de Bizkaia, se encuentran ambos. Los dos han elegido vivir al filo de la ley y bien saben que antes la gente se lamenta de su falta de memoria que de su falta de juicio. Les diferencia el tiempo vivido, un juez inclemente. Uno, Gonzalo, lleva caparazón y escamas; tiene años de pleitos a sus espaldas. La otra, Soiartze García, tiene la ilusión por estrenar. El día en que uno celebra sus bodas de plata y la otra su bautismo, ambos hablan del oficio y del porvenir que les aguarda.

¿Qué no sabe Soiartze que debería aprender de inmediato?

Gonzalo Samanillo: Qué va, qué va. Los jóvenes de hoy saben latín. A lo sumo hay que decirles que se armen de paciencia porque van a pelear en muchos frentes. El consejo es que esa pelea no les mate la ilusión.

Soiartze García: Mi vocación es ayudar a la gente por las vías legales, es lo que más me motiva.

¡No suena mal el alegato!

G. S.: Claro. Pero hay que ponerse en situación: una cosa es resolverle el problema a alguien y otra cosa, ayudarle. Además...

S. G.: ¿Qué?

G. S.: Esta es una profesión desagradecida. Si ganas, es que tu defendido tenía la razón. Si pierdes, eres tú quien ha hecho las cosas mal.

¿Qué es lo más temible del primer juicio?

S. G.: ¿Quizás el miedo a hablar en público ante un tribunal, a no ser capaz de expresar los argumentos que manejas con convicción? Imagino que eso no se olvidará jamás.

G. S.: Si partes de la base de la ilusión que traes vas por buen camino, pero no olvides que los enemigos acechan por todas partes. Puede ser el abogado rival, pero también el juez, un testigo o incluso tu propio defendido.

Que en ocasiones no es una hermanita de la caridad...

G. S.: Así es, pero la ley garantiza el derecho a la defensa de cualquier persona. Eso es irrefutable

S. G.: Supongo que el cliente ideal es aquel que es inocente o quien tiene la razón.

¿Es el turno de oficio una buena escuela de aprendizaje?

G. S.: No, es una faceta más del oficio. Pero déjeme que le diga algo: la calle está equivocada cuando piensa que el abogado de oficio es un baldragas. Es tan competente o incompetente como cualquier otro.

S. G.: Además, está la Escuela de Práctica Jurídica... Pero se echa de menos más práctica en la Universidad; los médicos en formación ven casos reales desde el tercer año y nosotros no pisamos un tribunal.

¿Es esta una profesión de más ideales que aspiraciones?

G. S.: Depende de cada cual, pero si alguien pretende enriquecerse rápido con esto se ha equivocado de camino.

S. G.: A largo plazo me gustaría tener un despacho propio y elegir...

G. S.: ¡Bien! Pero hay veces que es el caso el que te elige a ti. Es la propia carrera la que te especializa. Y no te olvides que no siempre cobras a la primera. Has de estar prepara también para eso.

S. G.: Lo estaré, pero me parece la monda. Tú vas al dentista y pagas en mano.

A diario se escuchan sentencias que...

G. S.: En puridad, el juez es una persona preparada, pero puede equivocarse. Es verdad que en ocasiones hay que mirar quién es el juez para preparar la defensa.

S. G.: Yo pienso volcarme en cada una de mis defensas.

Pongámonos en un caso enrevesado, ¿quita el sueño?

G. S.: Por mucho tiempo que pase. Duermes mal, te levantas de madrugada con una idea...

S. G.: Yo ya viví eso durante la carrera. Me preocupaba por todo.

G. S.: ¡Serás una gran abogada!