El surf es considerado una doctrina de fe donde los más beatos son capaces de recorrer miles de kilómetros en busca de la ola soñada. Una pasión que puede transformarse en delirio y un estilo de vida que puede convertirse en el día a día. Este el caso de Kepa Acero que, a pesar de dominar la clasificación europea sub-18, decidió dejar de lado el prestigio de la competición para comenzar una nueva etapa donde la ola surfeada fuera el único triunfo. Su afán de aventura le llevó a convertirse en un trotamundos y con su proyecto 5 olas, 5 continentes desató las envidias de todos los devotos del mar al surfear las mejores rompientes del planeta.

Hace pocos meses que regresó a su casa de Algorta aunque su mente aún se mantenía en un destino lejano. Así, las imperiosas ganas de seguir explorando provocaron que no deshiciera las maletas para emprender un nuevo viaje hacia lo desconocido. Cargado tan solo con los enseres necesarios, el surfista comenzó ayer la aventura que durante medio año le robó el sueño: La última frontera, la búsqueda de olas vírgenes en los dos confines de la Tierra, Alaska y la Patagonia.

Con una mezcla de pavor e inquietud, el algortarra puso rumbo a su primer destino sin saber aún qué se encontrará entre los glaciares del estado norteamericano: "Tenemos miedo a las cosas por ignorancia por eso sé que se me pasará tan pronto como pise Alaska", admitió Kepa. Pero la jornada antes de partir, el nerviosismo se apoderó de su personalidad tranquila. Unos nervios que le acompañarán hasta que reme su primera ola, cuando sus pies se posen sobre su tabla y se deslicen, siendo el primer hombre en hacerlo, por la pared de agua salada de una playa helada y desierta.

El pequeño de los Acero se moverá casi a ciegas por un terreno inexplorado aunque confía en que el olor a mar guíe su instinto y que la climatología le regale un paraíso surfero en forma de olas rápidas. Pero de momento no sabe ni dónde está ni cómo es, así que mucho menos cómo llegará a ese edén. Por ello, es consciente de que en el camino hacia su objetivo encontrará la verdadera experiencia de su viaje: "El surf es una manera íntima de relacionarse con la naturaleza y sus elementos. Pero también puede ser una manera íntima para relacionarse con la tierra, con la gente y con las culturas que te vas encontrando por el camino". Por eso, surfear una ola virgen no es el objetivo del viaje, sino el final de una aventura.

Sin embargo, a pesar de que los lugareños amenizarán su trayecto, lo cierto es que Kepa pasará la mayor parte del tiempo solo, sin más compañía que un pico solitario. Una ola que se sublevará a la horizontalidad del mar y exhibirá su fuerza ante los ojos del algortarra, los primeros en verla, y que gustoso se llevará a casa. Porque el surfista no solo recopilará sus cabalgadas en el retal de su memoria, sino también en la retina de su cámara. Y, tras esto, cuando su nombre quede esculpido como pionero en Alaska, pondrá rumbo a Perú "para esperar que se alarguen los días en el Polo Sur para después ir a la Patagonia chilena", explicó el propio surfista.

Allí, en el punto más al sur del planeta, donde el sol está tan cerca que tiñe de dorado el mar helado, el pequeño de los Acero intentará conseguir su último objetivo: rasgar con las quillas de su tabla tubos vírgenes sobre los que nadie ha surfeado antes. Toda una hazaña ante la cual el algortarra se muestra confiado. Y es que al ánimo de Kepa Acero pocas olas se le resisten, ni siquiera aquellas que aún no se sabe si existen.