BILBAO

FUE uno de los tragos más difíciles de mi carrera". Así de rotundo se expresa David Beckham (Leytonstone, Londres, 2-V-1975) al recordar la rotura del tendón de Aquiles que sufrió el pasado marzo durante su periplo en el Milan y que le privó de disputar el Mundial de Sudáfrica. Quizás por ello haya querido resarcirse en su regreso a los terrenos de juego, con un rendimiento espectacular que deja en mal lugar a quienes le acusaron de haber recalado en Estados Unidos sólo para engordar su bolsillo. Becks está en disposición de añadir un nuevo éxito a su palmarés de salir triunfal en la final del Oeste de la Liga MLS que esta madrugada del domingo al lunes (3.00 horas en Euskadi) disputará su club, Los Ángeles Galaxy, contra Dallas, después de haberse erigido en el protagonista de la semifinal, con un par de asistencias de gol, para derrotar a Seattle.

Cuando el Spice Boy llegó en 2007 su fichaje se comparó con la irrupción del mítico Pelé en el Cosmos de Nueva York hace tres décadas, pero lo hizo arrastrando una dolencia en el tobillo que le impidió estar a la altura. Un errático momento de forma que se prolongó en la posterior campaña y que contribuyó al cese del entrenador Ruud Gullit y del director general Alexi Lalas, mientras Beckham y Landon Donovan -el ex jugador del Everton es el futbolista más aclamado en territorio de las barras y estrellas- se echaban los trastos en público. En 2009, el exmerengue se perdió buena parte del curso por la primera de sus dos cesiones a San Siro y, aunque con Bruce Arena como técnico el conjunto del sur de California parecía claro candidato al título, el modesto Salt Lake le privó del entorchado en la tanda de penaltis. Ahora, a sus 35 años de edad, David está en condiciones de propiciar que los angelinos sumen su tercera Liga. Lo corrobora Pablo Mastroeni, medio del Colorado Rapids: "No se limita a centrar el balón, sino que lo coloca en la cabeza de la gente".

Su vida personal también se halla en un momento estelar. Después de once años de matrimonio, la relación con Victoria marcha incluso mejor que el primer día en el entorno de Beverly Hills, donde se codean con las estrellas de Hollywood y disfrutan de un clima excepcional. Es más, tienen pensando quedarse a residir allí una vez que Beckham, a priori en noviembre de 2011, concluya su vínculo con los Galaxy con intención de estar presente en la Eurocopa de 2012. Con idea de obtener después la ciudadanía estadounidense, la clave de sus planes reside en sus tres hijos: Brooklyn, de 11 años; Romeo, de 8; y Cruz, de 5. "Van al colegio aquí y son felices", dice, sin descartar emprender una nueva faceta como actor y reforzar la de modelo creando su propia línea de ropa, como ya posee su esposa. La Spice Girl comparte este escenario tan idílico: "La gente ha hablado de nosotros porquerías pero lo hemos superado. Hace años que lo aceptamos. Somos almas gemelas".

Afanada en el diseño, cree que sus retoños aprenden el valor de tener una trayectoria profesional con el ejemplo que les dan sus padres al salir de casa a trabajar. "Es un mensaje importante para los niños. El del medio, Romeo, ama la moda. Y los otros dos saben cuál es mi tarea". Victoria planea abrir una tienda para vender sus prendas en el futuro y Beckham se ha animado a diseñar su propia colección de lencería masculina. "Mi marido es un icono para muchos hombres de todo el mundo y luce los calzoncillos como ningún otro, así que es lógico que lance su propia línea", confiesa ella. Pero una llamada desde las oficinas del Bernabéu podría hacerle cambiar, según sus recientes palabras. "Mi corazón siempre está con el Madrid -afirma, obviando su etapa en Manchester-. Con Mourinho, que fue de los primeros en enviarme un sms cuando me lesioné, y con Florentino, al que adoro...". Antes tiene una misión. Ser el ángel que haga tocar el cielo a los Galaxy.