El maestro espiritual de Liz Gilbert (Julia Roberts), un desdentado balinés con una sonrisa contagiosa, observa con detenimiento las líneas de su mano. La supuesta escritora estadounidense se queda prendada de sus sabios consejos y vuelve a su casa. Así comienza Come, reza, ama, una adaptación de un libro convertido en un best seller y que, gracias a la participación de Julia Roberts, arrasará las salas comerciales a partir de hoy.
La protagonista de Pretty Woman interpreta a una mujer exitosa y desorientada que no encuentra el equilibrio deseado en su matrimonio. Su intenso sufrimiento le llevará a las calles de Roma, India y Bali en un arrebato snob y pseudomístico. Cuestiones del drama contemporáneo y de una american express que ya quisiéramos el resto. El equipo de Come, reza, ama viajó a todos esos lugares, pero básicamente dejó una huella profunda en India. "Durante el rodaje, la prensa india cubrió la noticia con todo tipo de detalles. Fue justo hace un año. En las grandes macrourbes como Mumbai (capital de Bollywood) o Delhi, lugar donde se rodó, es un notición que se rueden películas con algún personaje de Hollywood", comenta la bilbaina Ainhitze Bizkarralegorra Bravo, afincada en India hasta hace unos meses.
Un día, en uno de esos encuentros fortuitos que depara el karma, paseando tranquilamente entre el caos, rumbo a uno de los mercados de Nueva Delhi, una chica paró su coche. Creía que le iba a preguntar alguna dirección. No fue así. Quería que Ainhitze figurara como extra. "Pensé que era una broma", recuerda. Y ni corta ni perezosa, se ofreció como ayudante. "La chica estaba agobiada. Tenía sólo cuatro días para encontrar toda la figuración", asevera Ainhitze.
Durante 48 intensas horas, empezó el acelerado casting de los candidatos. El día siguiente se iba de vacaciones y quería colaborar en un proyecto desconocido y gratificante (aunque no en lo económico). Para ella fue una situación novedosa que no dejó escapar. La chica que la paró por la calle estaba muy agradecida y sorprendida de que "sin ser india y sin conocerla de nada me animara a echarle una mano". "Aprendí mucho", concluye.
Tuvo que buscar mujeres y hombres blancos de entre 20 y 60 años que estuvieran disponibles durante una jornada completa. "Tenían que enviar una foto para ver si eran guapos y simpáticos", añade. Curiosamente, no buscaban indios sino extranjeros blancos para una escena que supuestamente ocurría en Estados Unidos. Les pagaron 20 euros por la disponibilidad de un día entero, aunque como reconoce la trotamundos bilbaina, para los estándares locales, 1.000 rupias "pueden no estar tan mal".
La comunicación, en cambio, brilló por su ausencia. "Les pidieron que llevaran ropa de fiesta elegante, pero el día del rodaje se enteraron de que sus modelitos europeos no valían. Finalmente, les impusieron un estilo más norteamericano. Total, que la producción, en lo que a figuración se refiere, no gastó mucho dinero en esa escena", analiza Ainhitze. Tuvieron la delicadeza, eso sí, de invitarles a una fiesta.
Los sufridos figurantes dieron a entender, según Ainhitze, que Julia Roberts tenía pinta de ser muy seria, "algo borde, incluso". "Las medidas de seguridad eran tremendas: unos 100 policías y el doble o el triple de guardaespaldas para la actriz y su familia. De todos modos, con lo mirones y curiosos que son los indios, me imagino que no sería fácil pasar desapercibidos. Además, estaba con sus hijos", apostilla.
La película se estrenará el próximo mes en India. Y están muy expectantes. "Sobre todo por verles comer con las manos, a lo indio. Todos quieren admirar a una superestrella como Roberts vestida con la indumentaria local. Y que encima se convierta al hinduismo, que es lo que cuenta la prensa sobre ella, es el súmmum del súmmum".