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Terremoto frente a Matxitxako

Un terremoto de 2,8 grados sacude el Cantábrico a unos setenta kilómetros de la costa vasca

Terremoto frente a Matxitxako

bilbao

La tierra comenzó ayer a temblar en Euskadi sobre las cuatro menos cuarto de la tarde. Quizá nadie notase que se movía la lámpara ni que cimbreaba más de la cuenta el Puente Colgante, pero durante dos minutos y veinte segundos un movimiento sísmico, con epicentro en el Cantábrico, sacudía la costa vasca, unos setenta kilómetros mar adentro. El seísmo desplazaba masas y masas del agua al noroeste del Cabo Matxitxako que libraba, más de setenta años después, otra particular batalla. Es probable que usted no percibiese ninguna agitación especial ni se sintiese zarandeado mientras las vacaciones daban su último estertor, pero a la hora de la siesta el mar estaba dando algo más que cabezadas. Sobre las cuatro de la tarde, el agua empezó a menearse con virulencia con una magnitud de 2,8 en la escala Richter. El terremoto tenía lugar en la latitud 43,92 y la longitud -3,24, a un profundidad de seis kilómetros en pleno Cantábrico aunque, en ningún momento, el fenómeno pudiese alcanzar la categoría de tsunami. Curiosamente, apenas diez kilómetros al este de este punto caliente, realiza el trayecto el ferry Pride of Bilbao, que dos veces a la semana une las localidades de Santurtzi y Portsmouth.

Tanto portavoces de la red sísmica como de la Ertzaintza indicaron no tener constancia de que los habitantes hayan sentido el temblor ya se trata de terremotos de baja intensidad, que se suelen producir con frecuencia en la península. De hecho, la incidencia ha sido nula, ya que el teléfono de emergencias 112 no ha recibido ninguna llamada de alerta, ni ningún aviso de ciudadanos que hayan sufrido los efectos de este movimiento.

Hay que señalar que es la magnitud 5 la que indica el umbral de peligro de los terremotos, a partir del cual se considera que pueden producirse daños como caída de vajillas y desplazamientos de muebles en las viviendas. Asimismo, con esta intensidad, comienzan a desprenderse cornisas y objetos de las fachadas. Además del susto general entre la población, los animales domésticos se vuelven vulnerables y sienten pánico con el vaivén.

No es la primera vez que algo se mueve en Euskadi. En 2004, un leve terremoto registrado en la localidad navarra de Lizoain, de 4,5 grados de intensidad, se dejó sentir en puntos del País Vasco como Bilbao o Donostia, sin que se produjeran daños. El terremoto afectó a Euskadi por su cercanía al núcleo y la Ertzaintza recibió llamadas desde localidades como Getxo, Zaldibar o Gernika, en las que la población percibió algunas vibraciones. Elantxobe y Ea también fueron foco el año pasado de algunos seísmos de menos de dos grados, un movimiento prácticamente inapreciable.

Sin razones objetivas para alimentar ningún temor, las últimas informaciones revelan que algunas zonas de la Península Ibérica como la Cordillera Cantábrica podrían registrar terremotos de magnitud moderada. Un estudio realizado por científicos españoles, rusos e italianos, publicado por la revista Rendiconti Lincei, no sólo confirma las zonas sísmicas más conocidas, sino que también identifica posibles fuentes de terremotos de magnitud mayor de 5 en zonas como Euskadi, donde, hasta el momento, no se ha registrado actividad sísmica de relevancia. El primer mapa unificado de peligrosidad sísmica de Europa y el Mediterráneo, elaborado por el CSIC (Consejo superior de Investigaciones Científicas), ratifica que la Cordillera Cantábrica está expuesta al riesgo, aunque la probabilidad de que Euskadi sufra terremotos violentos es inexistente.

España ha sido víctima de, al menos, 26 terremotos importantes. El último -con una intensidad de 7,8 grados- tuvo lugar en el Cabo de San Vicente, el 28 de febrero de 1969, y conllevó la destrucción de 22 casas en isla Cristina. Nafarroa y Murcia han soportado terremotos más recientes, en 2004 y 2005, sin mayores consecuencias. El terremoto más devastador del que se tienen datos tuvo lugar en 1884 con el triste saldo de 800 muertos y un millar de heridos. Un movimiento sísmico destructivo y sentido en casi todo el país, similar al que se producía en febrero de este mismo año en Chile, sacudió Andalucía. Fue el último gran seísmo que ha vivido España. Aunque en aquella época no había instrumentos de medición, los sismólogos le calculan alrededor de 7 grados en la escala de Richter. Algo más de un siglo antes, en el año 1755, el sur de la Península vivió otro gran terremoto, que destruyó Lisboa, con epicentro también en el Cabo de San Vicente. El movimiento sísmico no sólo afectó a Portugal, sino que originó un tsunami que golpeó Huelva y Cádiz.