El nuevo estatus de autogobierno vasco busca la salida en la rotonda políticaEP
En las últimas dos décadas el nuevo estatus de autogobierno vasco ha asomado esporádicamente en la vida y el debate político de Euskadi para convertirse en una cuestión principal de la agenda política y mediática. Su presencia ha sido en ocasiones intensa y duradera y ha provocado encendidos y sesudos debates parlamentarios, jurídicos y académicos, pero nunca ha llegado a cristalizar en un texto estatutario consensuado que reemplace al vigente Estatuto de Gernika que el próximo octubre cumplirá 46 años. El nuevo estatus no ha encontrado la vía para salir de la rotonda en la que sigue dando vueltas y de la que cuando ha logrado esquivarla ha entrado en un callejón sin salida. La tarea se antoja difícil pero los partidos parecen dispuestos a demostrar la cuadratura del círculo y para ello deberán dar un giro de grandes dimensiones a su acción política.
Esta semana el presidente del PNV, Aitor Esteban, ha movido ficha anunciando que este mes de septiembre se producirán “más conversaciones” dentro del diálogo discreto que mantienen los partidos vascos para acelerar y encarrilar un nuevo estatuto para Euskadi y lograr sacarlo, esta vez sí, de la rotonda política vasca.
Será una partida a tres bandas, con PNV, EH Bildu y PSE-EE jugando con la mayoría de las cartas sobre la mesa, con Sumar reclamando más protagonismo del que le otorga su exigua representación parlamentaria y con el PP virtualmente autodescartado de esta manga porque, si bien apoya una reforma del actual estatuto, en la práctica mantiene su oposición total a jugar la partida del autogobierno vasco.
La formación jeltzale entiende que es el momento de pasar de las palabras a los hechos y concretar ya un nuevo estatus de autogobierno tras años sobrevolando sin llegar a aterrizar por las discrepancias entre los partidos sobre el reconocimiento nacional, el blindaje de las competencias o el derecho a decidir. El PNV aboga por una ronda de diálogo discreta y confidencial hasta que la discusión tome la forma suficiente como para llevar un texto al Parlamento Vasco y de allí viajar hasta Madrid.
El anuncio de Esteban llega cuando parece que el final del actual Estatuto vasco empieza a vislumbrarse con el cierre en ciernes de las últimas transferencias pendientes tras las negociaciones entre los Gobiernos vasco y español, si bien el volátil e incierto clima político en el Estado suponen una amenaza para la continuidad del actual Gobierno de Pedro Sánchez, incluida la posibilidad de un adelanto electoral en primavera.
Pese a ello, en Sabin Etxea consideran que se dan condiciones en la política en Euskadi, pero también en Madrid, para hablar sobre el nuevo texto estatutario. El juego de mayorías en Gasteiz y en Madrid y la posibilidad de trenzar un acuerdo previo en Euskadi entre PNV, PSOE, EH Bildu y la izquierda confederal abren una ventana de oportunidad para luego llevar la negociación a la Moncloa y a las Cortes Generales.
Nuevo estatus
- Estatuto de gernika. El Estatuto vasco es, junto con el gallego, el único no reformado entre las comunidades autónomas del Estado. Abrió el camino en 1979 a los otros quince estatutos de autonomía que vendrían después. El Estatuto vasco permitió la institucionalización de la Comunidad Autónoma Vasca, pero se ha quedado desactualizado y en ocasiones superado por las nuevas realidades en un mundo cambiante y por la adhesión a la Unión Europea.
- ‘Plan ibarretxe’. Han sido dos los intentos de reforma del Estatuto de Gernika. El primero fue obra del lehendakari Juan Jose Ibarretxe con su propuesta del Nuevo Estatuto Político para Euskadi, también conocido como ‘Plan Ibarretxe’, fue aprobado por el Parlamento Vasco en 2004, pero fue tumbado en 2005 por el Congreso de los Diputados.
- Ponencia de autogobierno. El lehendakari Iñigo Urkullu se presentó en 2012 ante la ciudadanía con una promesa de nuevo estatus y varias fechas para poner en marcha una consulta. No se cumplieron, pero durante dos legislaturas el Parlamento Vasco trabajó una ponencia de autogobierno que finalmente no logró alumbrar ninguna propuesta.
La parte vasca
Esteban considera que lo ideal sería avanzar en un acuerdo antes de final de año, si bien habría que “acelerar bastante”, aunque tira de realismo y advierte de que “tampoco es tan sencillo”. El burukide jeltzale avanza que “la parte más sencilla es la vasca, luego hay que pasar toda una serie de pasos en el Congreso y Senado y además hay recurso previo de inconstitucionalidad”.
Pero en el ámbito de lo que Esteban denomina la parte vasca también afloran diferentes planteamientos que complican el acuerdo y agudizan las discrepancias. Sobre todo, a la hora de abordar las cuestiones sempiternas del reconocimiento nacional, la bilateralidad y el derecho a decidir. El PNV comparte más similitudes sobre estas cuestiones con EH Bildu que con sus socios del PSE-EE en el Gobierno vasco, pero es consciente -y así lo manifiestan cada vez que se les interpela- de que deben ser capaces de aunar unos consensos lo más amplios posibles para dar una respuesta lo más certera y concreta posible a la pluralidad de la sociedad vasca.
El PNV comparte gobierno en Gasteiz con los socialistas que, pese a ser la tercera fuerza en el Parlamento Vasco, muy por debajo de jeltzales y también de EH Bildu en su representación parlamentaria, (12 los de Eneko Andueza por 27 tanto los jeltzales como la izquierda abertzale), tratan de llevar el debate a su terreno y mitigar las reivindicaciones de cariz abertzale.
El secretario general de los socialistas ha manifestado que su formación no rehuye ningún debate y el objetivo debe ser tener un nuevo pacto estatutario que permita contar con “un Estatuto de autonomía, que no un nuevo estatus, como dicen algunos, que blinde todos los derechos que hemos conquistado durante los últimos años”, todo ello dentro del marco jurídico actual. Así rechaza la posibilidad de un nuevo estatus por estar “fuera del marco jurídico” y ser “un nuevo régimen en el que la relación entre el Estado y el Gobierno de la Comunidad Autónoma sería a niveles diferentes a los actuales”.
El PNV ha defendido todo este tiempo que las líneas generales del nuevo pacto estatutario están muy bien tasadas en su acuerdo de investidura de Pedro Sánchez y, además, tiene un acuerdo con el PSE-EE para avanzar en un nuevo pacto estatutario que asume las premisas que arrancaron los jeltzales al presidente español y también secretario general del PSOE, que también han asumido los socialistas vascos para la investidura del lehendakari Imanol Pradales.
En apariencia son postulados asumibles por EH Bildu y por ahí se abre una puerta para ahormar una entente ahora que la marca de la izquierda abertzale tradicional intenta pasar página de su estrategia de confrontación a una de colaboración y posibilismo. El propio Arnaldo Otegi, secretario general de la coalición, ha señalado esta semana que se va a necesitar la “suma abertzale y la suma progresista [en referencia al Partido Socialista] y entendemos que no sumar en abertzale y no sumar en progresista es coartarle al país posibilidades y ambiciones que el país tiene, y es como una hipoteca que no nos permite avanzar todo lo que podíamos avanzar”.
Bilateralidad
Desde el Parlamento Vasco, el portavoz de EH Bildu, Pello Otxandiano, ha hecho este pasado verano un llamado para establecer un nuevo estatus que reconozca a Euskadi como nación y asegure “la bilateralidad con el Estado”, en un contexto de “precariedad” de la actual legislatura y la posible convocatoria anticipada de elecciones generales.
El PNV aboga por un nuevo estatus para Euskadi, pactado con el Estado, que garantice la bilateralidad en las relaciones y que se integre en el ordenamiento europeo. “Nuestra estrategia para lograrlo se basa en la negociación, el pacto y la inclusión en la Unión Europea de protocolos que reconozcan nuestra realidad nacional y el impulso de la reforma de sus tratados a la luz de las aportaciones en favor de la proximidad y el reconocimiento de las estructuras subestatales”, sostiene la ponencia política aprobada por los jeltzales.
Además, apuesta por acometer la renovación de una identidad vasca “que impulse el euskera y la cultura como elementos de integración en una sociedad cada vez más diversa” pero que “apoya mayoritariamente el reconocimiento de Euskadi como sujeto político”. Como sostiene un burukide jeltzale, todo ello permitirá “aspirar a unos derechos políticos que pasan por el blindaje de nuestras competencias, por una relación bilateral con el Estado, por un sistema de arbitraje justo y asimismo nos tenemos que adecuar a la nueva realidad de la Unión Europea en el que el Estatuto de Gernika no lo contemplaba. A partir de ahí, ¿cuál es el único límite? La voluntad del pueblo vasco”.