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Juan Ignacio Pérez IglesiasConsejero de Ciencia, Universidades e Innovación del Gobierno vasco

“Debemos aumentar la financiación de la EHU, pero teniendo claro todos a dónde queremos que vaya la universidad”

Repasamos con Juan Ignacio Pérez Iglesias (Salamanca, 1960) el primer año largo de andadura al frente de un Departamento creado, prácticamente, a su imagen y semejanza

“Debemos aumentar la financiación de la EHU, pero teniendo claro todos a dónde queremos que vaya la universidad”Pankra Nieto

¿En estos trece meses que lleva en el cargo se ha arrepentido alguna vez de haberle dicho que sí al lehendakari?

Ninguna. Además, fue una decisión muy rápida. No necesité pensar. Me dijo “piénsatelo dos días” y le contesté que no hacía falta porque lo tenía claro.

¿Qué está siendo lo más difícil?

Lo más difícil es adaptarse a la lógica del funcionamiento de la administración. Yo tenía la experiencia en la universidad, que ya de suyo es arisca, desde el punto de vista burocrático. Y el gobierno me resulta más difícil.

Se tuvo que decretar un ayuno absoluto de redes sociales, usted, que opinaba muy asiduamente...

No me lo decreté. En realidad, es por falta de tiempo. Y luego, tampoco tengo muy claro que tenga alguna efectividad. Pero también hay una cuestión que debo resolver mentalmente, que tiene que ver con la participación en debates políticos. Hasta ahora los he evitado, pero creo que igual no debo evitarlos. Porque hay algunas cuestiones de actualidad política en las que tal vez debo decir algo.

¿Qué le parece al muy exigente ciudadano Juan Ignacio Pérez Iglesias la actuación del consejero Juan Ignacio Pérez Iglesias hasta ahora?

La verdad es que tenía expectativas de haber hecho más cosas, pero me ha resultado más difícil de lo que pensaba, entre otras cosas, porque ha habido que crear un Departamento. Y eso tiene su intríngulis. De hecho, terminamos de crearlo en diciembre.

¿Qué ventaja se ha extraído de haber separado Universidades de Educación?

Creo que Universidades en Educación, por razones obvias, era una especie de hermano pequeño. No sé, era una parte muy pequeña en términos presupuestarios y de presencia mediática. Y ahora yo creo que ha adquirido una mayor centralidad.

¿Hace buen trinomio con Ciencia e Innovación?

Sí, hace buen trinomio porque realmente estamos hablando de lo mismo, pero en diferentes partes de los procesos.Estamos hablando de conocimiento. Yo suelo decir que este departamento se ocupa de las factorías de conocimiento. Y las factorías de conocimiento son centros de investigación, son universidades.

Centro de Estudios Avanzados

En esa línea, uno de sus grandes proyectos es la creación de un Centro de Estudios Avanzados. ¿En qué se va a concretar?

Se va a concretar en un centro que va a ofrecer fundamentalmente estudios de posgrado, –de máster y de doctorado–, y seguramente, de formación permanente a lo largo de toda la vida, en materias en las que somos particularmente competentes. Tenemos un tejido de investigación fuerte, y también, y combinado con esto, en materias que tienen implicaciones sociales, vamos a decir, evidentes también.

¿Y cuáles son esas materias?

Eso no lo debo decidir yo. Lo debe decidir gente que sepa. Yo tengo unas ideas, pero son ideas. Quiero decir que lo que tenemos que establecer es un poco cuáles son los criterios que deben guiar a quienes tienen que hacer la propuesta, de qué titulaciones se imparten, y una vez que tengamos todos los criterios que van en la línea de lo que le he dicho antes, actuar en consecuencia.

¿Me puede poner un ejemplo?

Hay uno muy claro. Si en el mes de octubre se va a instalar un ordenador cuántico en Donostia, que cuando esté en marcha va a ser uno del grupo de los ordenadores cuánticos más avanzados del mundo, parece que estamos haciendo una apuesta clara por la computación cuántica y, en general, por tecnologías cuánticas. Parece evidente que esto debe tener un respaldo en términos de formación superior y, por lo tanto, tiene que acompañar ese proyecto.

Alrededor de todo esto siempre está el talento y la, diría, obsesión por atraerlo. ¿Cómo concretamos el voluntarista enunciado?

Generando condiciones atractivas para las personas que están interesadas en estos asuntos. Eso es ofrecer oportunidades para investigar, poner recursos, dar ciertas garantías de que las personas con las que van a trabajar ya son buenas también. O sea, que hay un núcleo de partida. Esto es lo que corresponde a lo que se puede hacer desde un departamento como el mío.

¿Y fuera de su ámbito?

Si la vivienda fuera más barata, pues esto lo facilitaría. Claro, pero la vivienda es un problema que tiene otras dimensiones que me superan.

Hay que atraer talento, pero también retenerlo. Que nuestro personal investigador no se vaya.

Retener, por supuesto. Lo que pasa es que lo de retener, para mí, digamos que, en el mundo de la investigación, es un término que tiene ida y vuelta. Me gustaría que aquí vengan los mejores. Pero también creo que los mejores de aquí deben irse fuera. Y poder volver. También hay esa otra R, que es recuperar. Hay mucha gente nuestra fuera que es muy buena.

Del mismo modo, es importante que el personal investigador de aquí se forme fuera.

No solo importante. Es fundamental. Creo que una de las cosas que nos tenemos que proponer es que todas las personas que investigan en Euskadi tengan una experiencia larga fuera.

Nueva ley universitaria

También está en su agenda renovar la ley universitaria vasca. ¿Por dónde debería ir la puesta al día?

Tenemos que tener claro qué modelo de espacio universitario queremos tener desde diferentes perspectivas. Y una vez que tengamos definidas las características, debemos redactar la ley, teniendo en cuenta el marco normativo en el que estamos, el español, que ya nos condiciona seriamente.

Y a partir de ahí...

Hay cosas que me parecen obvias. Tenemos que aspirar a ser un buen sistema. No sé si excelente porque es una palabra un poco grande que se utiliza mal. Pero sí debemos ser un buen espacio universitario. También creo que la universidad pública debe llevar el liderazgo y tener un espacio central. Pero es también muy conveniente que haya otras ofertas universitarias que aporten la diversidad que no puede aportar la pública. Desde luego, tiene que ser un sistema universitario abierto al mundo, en el sentido que hablábamos, con personas que salgan fuera a completar su formación y vuelvan. Y tiene que ser una universidad que cuide a su gente, que es algo de lo que hasta ahora no nos hemos ocupado lo suficiente. El mundo de la universidad y de la investigación tiene niveles muy altos de malestar psicológico. Es algo que tenemos que abordar.

Y luego está la eterna asignatura pendiente: reducir la burocracia.

A veces parece misión imposible. Pero tenemos que hacerlo posible. Nosotros ya estamos trabajando en ese sentido. A la vuelta de agosto vamos a hacer una convocatoria de grupos de investigación –consolidados, los llamamos– y la vamos a hacer de manera que los requerimientos burocráticos se reduzcan. No será necesario, por ejemplo, que las personas que ya están en el sistema tengan que enviar recurrentemente la documentación porque ya la tendremos. Solo pediremos que nos aporten los últimos datos; y ni siquiera todos. Les pediremos solo que nos digan lo mejor que, a su juicio, han hecho en los últimos años. Hay un principio de confianza que queremos aplicar y que nos gustaría que sirviera para otros procedimientos.

Seguimos en la universidad pública. ¿Cómo ve al nuevo equipo rectoral?

Pue eso, que es nuevo... Y esto es muy importante. Porque eso quiere decir que necesitamos todos rodaje para que los proyectos que queremos sacar conjuntamente lleguen a buen puerto.

Usted ha sido rector. Se puede poner perfectamente en los zapatos de Joxerramon Bengoetxea.

Sí, bueno. Yo antes de ser rector fui vicerrector, y ya conocía lo que era aquello. Esa experiencia me ayudó. Y también tuve mis dificultades con el Gobierno entonces. Yo sé que eso es así. Eso quiere decir que todos nos tenemos que esforzar para que las relaciones sean lo más fluidas posibles y haya confianza por las dos partes.

El gran caballo de batalla siempre es aumentar la financiación. Eso ya lo pedía usted cuando era rector y sabe que lo va a pedir el actual equipo.

Sí. Lo que pasa es que yo me encontré con un déficit de un 10% del presupuesto, que eran entonces treinta y tantos millones de euros. Y en este momento, la universidad no tiene déficit. Esa es una diferencia que no es menor. Ni es solo cuantitativa. Es también cualitativa porque esto nos da más comodidad. Lo cual no quiere decir que no haya que aumentar la financiación. Hay que aumentar la financiación. De esto estamos convencidos. Pero también estamos convencidos de que hay que aumentarla teniendo claro a dónde queremos unos y otros que vaya la universidad.

¿Están las universidades vascas, empezando por la pública, en el lugar que les corresponde?

En los últimos años ha habido una gran mejora. Yo creo que, teniendo en cuenta términos de comparación de otros sectores de actividad, la universidad tiene margen para mejorar todavía. La EHU está entre las 400 mejores universidades del mundo, que no está nada mal, si tenemos en cuenta los percentiles y que en el mundo hay 20.000 universidades. Pero yo creo que podemos estar más arriba y en eso debemos esforzarnos todos los que formamos parte del sistema. Es decir, la universidad y el Gobierno.

¿En materia de investigación, está Euskadi al mismo nivel que la universidad?

Diría que sí, aunque también depende de la variable que utilicemos para medir. Si hablamos de financiación, estamos en la media europea o un poquito por encima. Pero si hablamos de índice de desarrollo humano, Euskadi está muy por encima de la media europea. Y ese es el margen de recorrido que tenemos.

¿Es realista que el objetivo de inversión en I+D+i de Euskadi se aproxime al 3% del PIB?

Es difícil. Ahí yo suelo decir que se da una paradoja. Si hay una una crisis y el PIB baja, entonces es más fácil alcanzar el objetivo. Pero si hay bonanza y el PIB está alto, entonces es más complicado. O sea, que si baja el indicador de riqueza, estaremos más cerca de cumplir el objetivo, pero no creo que eso le convenga a nadie. Yo prefiero que el país crezca en términos generales y que nos cueste alcanzar ese 3%.

En todo caso, ¿se puede establecer una relación matemática entre mayor inversión y mejores resultados? Dependerá de cómo y en qué se invierta, ¿no?

Eso es. Por eso a mí no me gusta usar indicadores de esfuerzo sino de rendimiento. Quiero fijarme en lo que obtengo, en el producto. Pero también es verdad que se suele mirar los indicadores de rendimiento y que la razón para ello no es mala, puesto que refleja el interés del país. Eso es cierto. Pero a mí me resulta insatisfactorio.

Juan Ignacio Pérez Iglesias aboga por la autonomía académica

“Viendo lo que pasa en Estados Unidos, hay que reivindicar la independencia académica”

¿Cómo van las relaciones con el ministerio español de Ciencia, Innovación y Universidades después de sus críticas al Decreto de Universidades? ¿Se han limado las asperezas?

–(Sonríe) Pues van muy bien. Fuera bromas. Ayer asistí a una conversación entre el viceconsejero de Universidades y el secretario de Estado. Había surgido un problema. Lo hablaron y en diez minutos lo resolvieron.

Usted se despachó a gusto sobre el decreto...

Cuando se publicó, a nosotros nos pilló por sorpresa. No teníamos ni idea. Y había cosas que no nos gustaron. Líneas rojas. Lo dije y hubo cierto revuelo. Pero hubo una reunión en Madrid. Tres horas largas. Ambas partes entendimos qué era lo que le preocupaba a la otra. Nos encomendamos llegar a un acuerdo y lo hicimos. Desde entonces, cada vez que ha habido un problema, lo hemos resuelto.

Ese decreto parte de la premisa de que hay universidades que son chiringuitos y que tienen un sesgo ideológico. ¿Responde a la realidad?

En Euskadi, no.

¿Y en el resto del Estado?

No conozco la situación como para atreverme a decir tal o cual. Sí insisto en que en Euskadi eso no es así.

Homologación de títulos extranjeros

¿Se ha abordado ya la solución al revés que supuso la anulación del traspaso de la homologación de títulos extranjeros?

No se ha resuelto el problema. Sí tenemos un acuerdo para minimizar los daños, para que quienes presentaron las solicitudes aquí mantengan la fecha de presentación y no tengan que pagar tasas añadidas. Pero pensamos que todavía puede haber margen para soluciones alternativas que no atacan lo esencial, que es la competencia, pero que nos pueden permitir ofrecer un servicio en ese campo a quienes necesitan que se les convaliden los títulos o se les reconozca la equivalencia.

Vamos a mirar más allá de Euskadi. ¿Qué le parece la cruzada de Trump contra las universidades?

Es una buena definición, sí. Se trata de una cruzada. Se dice que Trump desprecia el conocimiento. Pero creo que es algo más grave. Estamos ante una guerra cultural. La derecha en Estados Unidos ha visto cómo durante las últimas décadas se ha producido un desplazamiento de la intelectualidad universitaria, vamos a llamarla así, de las élites universitarias hacia posiciones de izquierda. Lo que quieren es combatir el desplazamiento de los departamentos, sobre todo de los departamentos de ciencias sociales y humanidades, hacia posiciones progresistas o de izquierdas. Y para eso lo que están haciendo es sencillamente laminar el tejido universitario norteamericano con una actuación indiscriminada.

¿Y cómo se combate eso?

Bueno, lo que hagan en Estados Unidos difícilmente lo podemos combatir, pero nosotros lo que yo creo que tenemos que reivindicar, por un lado>. Las instituciones políticas no deben entrar a condicionar ideológicamente la línea de las investigaciones, de los estudios, etc. Eso no le corresponde a las instituciones políticas y eso lo tenemos que tener muy claro.

Hablemos de una cuestión fundamental, la perspectiva de género. En las aulas universitarias predominan las mujeres. Sin embargo, tras la graduación, son los hombres los que llevan la primacía.

Estas cosas siempre obedecen a cuestiones diversas, pero hay que abordarlas de lleno. Hay un experimento que se hizo en Estados Unidos muy significativo. Se envió a varias universidades el mismo currículum con el nombre de un hombre (John) y de una mujer (Jennifer). Los centros casi siempre se inclinaron por John en lugar de Jennifer. Este es un sesgo que opera en todos los niveles y creo que es ahí donde debemos operar, siempre buscando las medidas que se demuestren más efectivas.