En puertas de las elecciones vascas del 21 de abril, una cita donde no se presentará a la reelección, los actos en los que participa el lehendakari Iñigo Urkullu siguen desprendiendo no solo un aroma de despedida, sino también de cierre de ciclo político, como ha sucedido este lunes con la asamblea anual de la eurorregión que une a la comunidad autónoma vasca, a Nafarroa y a Nueva Aquitania. Urkullu acudió al traspaso de poderes y de la makila, que se reparten los tres territorios de manera rotatoria, y que en esta ocasión pasan de Alain Rousset a la navarra María Chivite, que ocupará el cargo hasta 2026. Y Urkullu, tras destacarse durante toda su trayectoria por impulsar la cooperación transfronteriza, echó la vista atrás para recordar el antes y el después y cómo, tras sentar las bases, el proyecto persigue ahora metas más ambiciosas: recordó cómo a finales de 2011 se reactivó la eurorregión solo con Nueva Aquitania y la CAV, y cómo en 2016 se amplió con Nafarroa, un “gran salto” que también se ha traducido en proyectos novedosos como la “ciudadanía eurorregional” para conocerse mejor y aprender idiomas, entre otras cuestiones. Con estos cimientos, Urkullu volvió a mirar al futuro para recordar “la ambición de institucionalizar la macrorregión atlántica europea”, que abarca a los territorios de cinco estados del oeste europeo.

Tras la cita celebrada en el Palacio de Erriberri, desde la presidencia navarra, liderada por la socialista Chivite, apostaron por ahondar en la cooperación transfronteriza durante su mandato, es decir, “consolidar y extender las capacidades de la eurorregión” porque es “un instrumento de colaboración que ayuda a que nuestro espacio común sea más competitivo y solidario”. Para este año, se mantiene el Presupuesto de 900.000 euros. 

Una alianza con obstáculos

Estos mensajes eran impensables hace una década en Nafarroa, en esencia por los recelos de UPN hacia esta cooperación y por su empeño en vivir de espaldas a la comunidad autónoma vasca. En los noventa, durante el mandato de José Antonio Ardanza en la CAV y del socialista Javier Otano en Nafarroa, se había producido ya un conato de alianza para alumbrar un órgano de cooperación permanente, pero UPN cortó todos los lazos cuando accedió al poder. En ese contexto, a finales de 2011, con el socialista Patxi López en Lehendakaritza, se creó la eurorregión, pero únicamente con Aquitania y la CAV. En 2012, Iñigo Urkullu recuperó el Gobierno vasco para el PNV, y ya entonces trató de normalizar las relaciones con Yolanda Barcina, de UPN, con la expectativa de incorporarla a este órgano. Barcina recibió a Urkullu en su despacho a finales de 2013, aunque la cita no tuvo mayor recorrido. La situación le parecía delirante al PNV, porque las instituciones vascas mantenían relaciones muy fluidas con otras comunidades, y no podían estrechar los lazos con Nafarroa, con quien se comparten vínculos culturales, históricos, afectivos e incluso laborales, como lo demuestra el trasiego de trabajadores entre ambos territorios.

Por tanto, más allá del valor simbólico que pudiera tener esta cooperación en términos abertzales para las personas con un sentimiento de pertenencia vasca, la cooperación era sobre todo una cuestión de pragmatismo y no partidista. A UPN se le atribuyó un arrebato de antivasquismo, un cúmulo de prejuicios relacionados con la hipotética anexión de Nafarroa a la CAV. Hubo que esperar hasta 2016 para que Nafarroa se incorporase al organismo, con Uxue Barkos ya en el Palacio foral y con el nuevo tiempo abierto por Geroa Bai. Además, el Estado francés reorganizó la estructura de sus departamentos, y Aquitania se convirtió en Nueva Aquitania, lo que contribuyó a multiplicar el área de influencia y población de este proyecto. En ese mismo año 2016, Aquitania se fusionó con Limousin y Poitou-Charentes, y esta realidad administrativa se convirtió en la cuarta más poblada del Estado francés.

Un salto cualitativo para Urkullu

Urkullu celebró el salto cualitativo, el “gran salto” que ha dado la eurorregión desde su despegue, que tuvo que realizarse solo con Aquitania y la CAV, hasta la incorporación navarra en 2016 y la ampliación del área de influencia de la región del Estado francés. Puso en valor que ahora se habla de proyectos como la ciudadanía eurorregional, a favor del plurilingüismo y la cultura, o la movilidad sin fronteras. En ese punto, recordó la batalla que libraron desde la eurorregión para la apertura de los pasos fronterizos que hasta hace unos meses estaban cerrados entre los estados español y francés. Se abrieron “gracias a nuestro impulso”, reivindicó en un balance realizado a preguntas de la prensa.

Becas para estudiantes, innovación...

La eurorregión es ya una herramienta normalizada y consolidada. En la asamblea reunida este lunes, se presentó, por un lado, el balance de actividades llevadas a cabo en 2023, donde destaca la financiación de 93 becas de movilidad para estudiantes y doctorandos. Por otro lado, para 2024, se mantiene el Presupuesto de 900.000 euros. Una primera línea de 500.000 euros se centrará en desarrollar proyectos de ciudadanía eurorregional sobre cultura, plurilingüismo, educación, juventud, deporte y retos sociales contemporáneos. Una segunda línea se centrará en la innovación, con 400.000 euros. Además, se mantendrá la aportación de 300.000 euros para potenciar nuevas alianzas transfronterizas, y 60.000 euros para una nueva edición de la beca eurorregional. En la eurorregión viven 8,7 millones de personas y su territorio abarca más de 100.000 kilómetros cuadrados.

El lehendakari, "preocupado" por el populismo

En su discurso, Urkullu volvió a mostrar un perfil europeísta y partidario de la integración. “Tenemos la responsabilidad de asegurar que Europa siga siendo un espacio de paz, libertad, primacía del Estado de Derecho y prosperidad. Un espacio seguro que abrace la diversidad. Nos preocupa el futuro de Europa. Me pregunto qué valores van a conformar su desarrollo. Nos preocupa el auge del populismo, la demagogia o el autoritarismo, la falta de capacidad de la Unión Europea ante los conflictos armados internacionales, también el endurecimiento de las políticas migratorias...”, dijo, para apostar por una Europa “unida desde la base de los pueblos que la conforman” y unida “en la diversidad”.

A partir de ahí, apostó por “seguir trenzando relaciones y movilizando nuestras capacidades, ahora con la ambición de institucionalizar la macrorregión atlántica”. “Lo conseguiremos”, alentó. La macrorregión agruparía a Nueva Aquitania, CAV y Nafarroa, pero también a otros territorios del Estado español, de Portugal, Irlanda y Reino Unido, con la idea de no perder influencia en el reparto de inversiones en infraestructuras o en materia energética.