Yolanda Díaz, que nuevamente pisa mañana lunes Bilbao para inaugurar la Cumbre sobre lugares de trabajo saludables 2022 en el Palacio Euskalduna, tiene decidido presentarse a las elecciones generales. Pero su indefinición sobre el peso de Unidas Podemos en las listas y la ruptura de relaciones con Pablo Iglesias, con quien no se ha visto personalmente desde hace un año, ha suscitado un cisma interno en la formación morada que mantiene en vilo no solo su proyecto sino a toda la izquierda. También a Pedro Sánchez, que necesita apoyarse en este espectro si quiere revalidar la presidencia ante el acoso de la derecha ultraconservadora. Díaz pone distancia sin pensar en las cuotas sino en ensanchar el frente amplio, ”o como leches se llame”, según ridiculizó el cofundador de Podemos recientemente, cuando exigió a la vicepresidenta segunda del Ejecutivo “respeto” para el partido que él lideró. Una clara alusión al temor de que nombres importantes como los de Ione Belarra o Irene Montero queden relegados para dar cabida a otros compañeros de viaje, entre los que podría estar, por arriba, el dirigente de Más Madrid, Iñigo Errejón, uno de los desertores de Podemos.

Diversas fuentes del espacio confederal no esconden su preocupación pese a que representantes territoriales de la marca morada han acudido a los actos de presentación de la plataforma Sumar, como ha ocurrido tanto en la CAV (Pilar Garrido) como en Nafarroa (Begoña Alfaro). Díaz tiene de su lado además a los comunes y a los grupos satélites de la izquierda que ven con buenos ojos este planteamiento para reflotar a la izquierda, pero de no encajar en el orden de la papeleta que creen que les corresponde, hay miembros de Podemos dispuestos a desmarcarse y postularse en solitario priorizando sus siglas al entender que obtendrían una porción de escaños representativa para condicionar las políticas en el Congreso. El sector afín a Díaz tampoco teme la disgregación aunque no la comparte, y traslada al exterior que esta presión no ha sido gestada precisamente por ellos.

Discrepancia soterrada

La llamada Uni de otoño de Podemos se cerró con un rearme del partido y las quejas tanto de Iglesias como de otro cofundador de la formación, Juan Carlos Monedero, aireando una discrepancia que data de hace tiempo y estaba soterrada. Más concretamente desde que en noviembre de 2021 Díaz acudió a la llamada de la entonces vicepresidenta de la Generalitat valenciana, Mónica Oltra, en Valencia, acompañada de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y la portavoz de Más Madrid en la Asamblea, Mónica García, en un acto donde no se invitó a las dirigentes moradas, lo que provocó un sonoro enfado a Iglesias, que había sido precisamente quien propuso a Díaz como su relevo al frente del Ejecutivo español y de cara al liderazgo de la confluencia en las urnas. Aquella convención marcó un antes y un después en una relación que se había consolidado personal y políticamente durante años.

La titular de Trabajo ha evitado responder directamente al exvicepresidente pero ha reivindicado que Sumar es “imparable” y “no es el complemento de nadie” y que se confecciona con “paciencia”. Dentro del espacio confederal interpretan que el partido morado se ha visto reforzado durante estas jornadas, al ver que el evento ha sido exitoso en términos de asistencia, y en ese ambiente han lanzado este aviso: Podemos sigue siendo la fuerza hegemónica de izquierda. “Sin generosidad no hay izquierda. Y falta mucha reciprocidad”, expuso Monedero, quien recalcaba que Díaz “aceptó ser vicepresidenta y representar el espacio que construyó Podemos”. “Su obligación es representar a todo el espacio. Y para hacerlo, es incomprensible dejar de lado al partido morado”, apostilló. El salto cualitativo en los reproches a Díaz es evidente, más allá de las diferencias, como en el envío de armas a Ucrania. Podemos no solo duda en la confección de las listas sino también en lo relativo a si la base programática de Sumar será suficientemente ambiciosa. Y desdeña que la ministra se haya desmarcado de las autonómicas y municipales, sintiéndose “tirados”. La previsión es que Sumar presente sus líneas a principios de año. Luego, Díaz anunciará su paso al frente.

Los más optimistas se apoyan en que la voluntad de confluir es mayor que los nervios que generan los movimientos de las partes implicadas en la reconfiguración de la izquierda más allá del PSOE. Pero, de momento, en la suma se desprende división.