Lo que comenzó como un episodio aislado de acoso a dos ertzainas en Mutriku y en Gasteiz por el mero hecho de ser policías comienza a tomar otro cariz, más generalizado y quizás organizado, a ojos del Gobierno vasco. En cuestión de una semana, estos episodios han circulado por las redes sociales y con ellos ha nacido un séquito de imitadores que han colocado pancartas en recintos festivos de otros municipios diciendo a los agentes que no son bienvenidos. ¿Son actos organizados? No ha sido así en origen, pero estos episodios han recibido en las redes sociales el respaldo de los sectores oficiales y críticos de las juventudes de la izquierda abertzale, tanto de Ernai (juventudes de Sortu, que no dan credibilidad a las acusaciones de los “enemigos del pueblo” y denuncian la “represión de los zipaios”), como de GKS y otros colectivos como Aske Antolakundea. Se han celebrado concentraciones de apoyo y la sensación del Gobierno vasco es que se está creando un monstruo sin que EH Bildu haga demasiado por evitarlo. 

Esta situación está derivando en una fuerte presión a la cúpula nacional de EH Bildu para que lo corte de raíz. Es cierto que sus representantes municipales han rechazado estos ataques, pero han evitado sumarse a la declaración de condena en Gasteiz, y Arnaldo Otegi lleva dos días insinuando que esta polémica es una mera cortina de humo para desviar la atención de la gestión del Gobierno vasco. El consejero de Seguridad del Ejecutivo de Urkullu, Josu Erkoreka, ha exigido este miércoles a los “dirigentes nacionales” de la izquierda abertzale, al máximo nivel, que den una “orden estricta para que cese esta actividad de manera terminante”, según ha dicho en Radio Euskadi.

Serpiente de verano

Erkoreka cree que está en juego evitar que esta campaña de acoso vaya a más y se transforme en una serpiente de verano, y considera que la izquierda abertzale se juega la credibilidad de su giro hacia la política institucional y las vías democráticas. Ya no se trata de que se estén produciendo altercados entre jóvenes y agentes de la Ertzaintza de servicio en el transcurso de manifestaciones o en dispositivos de orden público, sino que se está produciendo un hostigamiento a agentes de paisano en su tiempo libre, y su presencia se veta en los espacios festivos. Y no se trata de un solo municipio. 

El consejero aseguró que el caso de Mutriku parecía ser un episodio puntual. Se refería a la denuncia que hizo pública una agente por haber sido excluida de una comida popular y en las txosnas. El Ayuntamiento, de EH Bildu, mostró su rechazo a esta discriminación, como también lo haría después el portavoz de la coalición en Gasteiz con el caso del ertzaina de paisano que fue increpado al grito de “zipaio” y agredido en el Casco Viejo de la localidad. Ese rechazo no se tradujo después en que EH Bildu se sumara a la declaración de condena. En paralelo, con la circulación de estos episodios en las redes, estos sucesos están “adquiriendo una dimensión diferente, o se le está queriendo dar una dimensión diferente”.

Erkoreka se refería a que “estamos viendo actitudes de hostigamiento y acoso con un mensaje muy parecido de desprecio, de odio, que está empezando a aparecer en otros entornos”. Además de las concentraciones de apoyo en Gasteiz, el Gobierno vasco ha tenido constancia de pancartas donde se invita a los ertzainas a no aparecer, como ha sucedido en el concurso de las paellas en Getxo. Erkoreka cree que ha llegado el momento de poner de manifiesto “la ausencia de un mensaje más claro, rotundo y contundente por parte de los dirigentes nacionales de la izquierda abertzale dando una orden clara para que cese la actividad”. “Nadie se va a tomar en serio la evolución de la izquierda abertzale hacia una mayor normalidad y asunción de la pluralidad si en este tipo de situaciones no adoptan una actitud clara”, avisó.

La crítica de Otegi

Otegi ha publicado en su cuenta de Twitter que “todo vale” contra EH Bildu, y añade: “Unos, cerrando ambulatorios. Los otros, con beneficios escandalosos [en referencia a Iberdrola]. ¡Hablemos de txosnas!”. Para Erkoreka, “es una manera muy burda de echar balones fuera” para evitar posicionarse con claridad ante estas actitudes del pasado que la izquierda abetzale prometió haber desterrado. Aseguró que en Gasteiz EH Bildu ha evitado la condena, y que Otegi recurre a evasivas. Sobre el respaldo a estas actuaciones en las redes sociales, dijo que “esto ya está empezando a parecer organizado”. Por ello, pidió a la izquierda abertzale dejar claro que no tienen su apoyo.

Sindicatos de la Ertzaintza como ErNE denuncian un delito de odio, y no es la primera vez que esta posibilidad sale a la palestra. Ya durante la pandemia, se produjeron momentos de tensión en las calles entre Ernai y la Ertzaintza en las manifestaciones convocadas en Bilbao y Gasteiz, que han desembocado recientemente en una condena a siete de los jóvenes, y esta nueva campaña de verano parece solaparse en el tiempo con esa noticia. Esos incidentes parecen ser la clave y, desde entonces, se está arrastrando esta polémica. 

En aquel momento, los incidentes desembocaron ya entonces, el año pasado, en una campaña de carteles contra la Ertzaintza, con la firma de Ernai. Erkoreka vio una campaña de odio, aunque la Fiscalía terminó archivando el caso, según explicó el consejero a este periódico, porque Twitter no le podía facilitar la autoría de unos mensajes que la Ertzaintza consideraba determinantes para el caso. Erkoreka interpretaba entonces que los diferentes sectores de las juventudes de la izquierda abertzale utilizaban la confrontación con la Ertzaintza para ganar posiciones en su pugna interna. EH Bildu, en paralelo, pedía otro modelo para la Ertzaintza. 

Desde esos incidentes, Ernai ha presentado a la Policía vasca como un cuerpo represor que ha orquestado un montaje contra las juventudes de la izquierda abertzale. El Gobierno vasco se ha remontado más atrás en el tiempo, a décadas pasadas, para considerar que estos son los vestigios de la deslegitimación de la Ertzaintza por parte de ETA y la izquierda abertzale, que hace que aún persistan sectores que tildan a los agentes de “zipaios”.