bilbao - Miles de personas acudieron ayer al Valle de los Caídos para oponerse a la exhumación de Franco. El Gobierno español de Pedro Sánchez quiere retirar el cadáver del dictador y convertir el enclave en un museo para la reconciliación, aunque ayer mismo trascendió que se está topando con algunas dificultades por parte de la familia y descarta que este mes pueda llevarse a cabo el traslado. La protesta de ayer, impulsada por partidos de ultraderecha como Alternativa Española o Falange bajo el lema El Valle no se toca, trataba de añadirle presión y se convirtió en un acto de enaltecimiento del franquismo.
La asociación Movimiento por España convocó hace unos días esa “peregrinación nacional”, y llamó a participar en la misa de la basílica para defender que el franquismo “no es residual” y que “media España no quiere que Franco sea exhumado ni el Valle de los Caídos profanado y expoliado”. Esta convocatoria fue secundada por miles de personas, que formaron colas con sus vehículos desde primera hora de la mañana. Varios asistentes se quedaron a las puertas de la basílica sin poder entrar, debido a la afluencia de simpatizantes de ultraderecha.
Los asistentes entonaron el Cara al Sol, lanzaron vivas a Franco, realizaron el saludo fascista con el brazo en alto y acudieron al enclave con banderas preconstitucionales. También se lanzaron improperios contra Sánchez. Se da la circunstancia de que la principal motivación de los socialistas a la hora de plantear la reformulación del Valle es acabar con este tipo de peregrinaciones y con los actos de enaltecimiento del franquismo, que se celebran anualmente con especial intensidad en torno a la fecha de la muerte del dictador, el 20 de noviembre. A juicio del socialismo, esta es una prueba viviente de que el artículo 16 de la Ley de Memoria Histórica, que prohíbe realizar actos políticos o de exaltación de la guerra en este enclave, no es suficiente para evitar estas imágenes.
la controversia En este complejo están enterradas más de 30.000 personas que perdieron la vida en la Guerra Civil, del bando golpista y del republicano. Los cadáveres de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera ocupan un lugar de honor en la basílica, lo que propicia este tipo de peregrinaciones y una sensación de agravio para los miles de republicanos que están enterrados en ese mismo espacio sin ningún tipo de identificación, compartiendo sepultura con sus verdugos. El caso de Primo de Rivera es diferente, porque también murió en la Guerra Civil y existen más argumentos jurídicos para mantenerlo en la capilla, aunque sea en un lugar no preeminente. Sin embargo, Franco no murió en la contienda, sino que falleció por causas naturales tras una larga dictadura. La reconversión del Valle para que no sea un lugar de exaltación y la exhumación de Franco son el eterno debate no resuelto que ningún gobierno ha encauzado.
Sánchez pretende exhumar de inmediato el cadáver de Franco, aunque finalmente no lo hará este mes. El ministro de Fomento y uno de los más estrechos colaboradores del presidente, José Luis Ábalos, reconoce en una entrevista publicada ayer por El Mundo que la exhumación probablemente no será este mes. “No creo que podamos”, admitió. Apuntó dificultades con los permisos familiares y cuestiones personales que no detalló. Por lo visto, el Gobierno español se está topando con una resistencia mayor de la prevista entre los herederos de Franco. En un primer momento, se especuló con un trámite rápido porque Franco nunca quiso ser enterrado allí, y existía la posibilidad de trasladarlo junto al cadáver de su esposa Carmen Polo en El Pardo. Entre los asistentes al acto de ayer, se encontraba un bisnieto de Franco, Luis Alfonso de Borbón. La Iglesia, por su parte, ha decidido situarse en un segundo plano en este debate.
El planteamiento del PSOE cuenta con un consenso amplio en el Congreso de los Diputados. El PP, por su parte, se opone a sus planes porque cree que trata de reabrir heridas. Las organizaciones ultraderechistas opinan que Sánchez busca reescribir la Historia.