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Emboscada de Pasaia: 43 años sin culpables ni investigación

El 20 de mayo de 1974 José Luis Mondragón y Roque Méndez caYERON abatidos al desembarcar en Hondarribia, donde les esperaban policías y guardias iviles

Emboscada de Pasaia: 43 años sin culpables ni investigaciónFoto: Iker Azurmendi

La gente del pueblo sabe que pasó algo en ese sitio, pero no sabe exactamente qué”. Diez años antes de que el 22 de marzo de 1984 Dionisio Aizpuru, Pedro Mari Isart, Joseba Izura y Rafael Delas fueran asesinados en la emboscada de Pasaia, José Luis Mondragón y Roque Méndez cayeron abatidos en la hondarribiarra playa Asturiaga o de los Frailes, donde agentes de la Policía española y la Guardia Civil se desplegaron a primera hora de la tarde de aquel 20 de mayo de 1974.

“La Policía, que esperaba en los alrededores, abrió fuego contra dos de los tres tripulantes”, escribió cuatro años después Patxo Unzueta en El País. Dispararon contra dos de los tres, Mondragón y Méndez. Jesús Arrondo, apodado Cocoliso, también desembarcó en esta conocida playa de piedra próxima al faro de Higer procedente de alguna localidad indeterminada de Iparralde. Salió ileso.

“Fue quien les condujo al lugar”, recoge Retratos municipales de las vulneraciones del derecho a la vida en el caso vasco que publicó el Gobierno vasco. Como en Pasaia, un cebo. A diferencia de Pasaia, era un infiltrado policial. Unzueta: “El presunto delator consiguió ponerse a salvo de las balas refugiándose del lado de los policías, según la versión de los hechos que daría ETA posteriormente”.

El arrasatearra José Luis Mondragón (26 años de edad) y el santurtziarra Roque Méndez (21 años) pertenecían a ETA V, pero las confusas biografías que hoy se registran los alejan de la disciplina de la organización tras pasar deportados por la Isla de Ré y sumarse a las acciones autónomas de Los cabras, de Javier Zumalde. Resultaron muertos a 11 y 12 metros de la orilla tras el “intenso tiroteo” que describe la versión oficial.

Una versión que, según publicó El Diario Vasco dos días después, enmarca estas muertes aún sin investigar ni juzgar en una “operación terrorista a gran escala” que arrancó con la vigilancia por prismáticos desde el cuartel que la Guardia Civil tenía cerca del faro, próximo al puerto de refugio de la localidad. La misma versión explica que a una de las dos víctimas se le halló en uno de los bolsillos del pantalón el nombre de un “conocidísimo industrial” de Irun al que irían a secuestrar para pedir un rescate de 60 millones de pesetas.

“La gente sabe que algo pasó, pero no qué”, insiste Xabier Bengoetxea, uno de los miembros de la recién creada plataforma Asturiaga 1974. Echó a andar el martes con una reunión que celebraron en Kultur Etxea y ya preparan para el día 20 “un acto de recuerdo muy, muy humilde” que tendrá lugar al mediodía en la misma playa de piedras y en el que “nadie va a intervenir ni a dar la chapa”.

“Se cumplen 43 años desde que ocurrieron estos hechos. Queremos aprovechar esa fecha para movilizar al pueblo y que sepa que algo ocurrió”, explica Bengoetxea, que a título personal ha elaborado un vídeo de en torno a 15 minutos de duración que las cuentas de Asturiaga 1974 en las redes sociales divulgarán a partir del próximo fin de semana.

“La prioridad del grupo es la memoria”, reconoce Bengoetxea, que empezó “a leer bibliografía, buscar datos en distintos libros, y es verdad que hay información, pero es la extraída de periódicos de la época. También hay cosas que cuentan personas que estuvieron con ellos en Iparralde, como Txillardegi”. “El caso de Zabala (Josu, tiroteado en Hondarribia durante una carga policial el 8 de septiembre de 1976) u otros son conocidos, pero no este”, lamenta el miembro del grupo memorialista: “Algo que ocurrió en el 74 ahí se quedó. No se ha analizado, ni se ha hecho juicio, ni nada”.

Abandono Al comenzar sus tareas, la asociación Asturiaga 1974 se puso en contacto con los familiares de Mondragón y Méndez. “En primer lugar, por respeto. Cuando lo hemos hecho, hemos visto soledad, dolor y cierto abandono”, describe Xabier Bengoetxea. Cuestionado por esos sentimientos, explica que “se han sentido muy solos desde que ocurrió aquello hasta hoy. Nadie se ha puesto en contacto con ellos, ni movimientos sociales, ni instituciones”.

“Para ellos esto es algo nuevo, y tras casi 43 años sienten dolor. Hasta la fecha no se ha hecho nada y ahora... No lo han visto mal, hemos estado con ellos, permanecemos en contacto y bueno, lo ven bien”, explica en referencia a las cautelas de ambas familias ante una iniciativa que busca recuperar la memoria sobre unos hechos de los que, “tras lo que ocurrió en 1974, solo queda la versión oficial”. Sin investigación ni juicio.