Bilbao - Tras permanecer cinco días en la cárcel de Soto del Real por un presunto delito de enaltecimiento del terrorismo y otro contra los derechos fundamentales, los dos titiriteros detenidos el pasado viernes durante los carnavales en el barrio madrileño de Tetuán fueron puestos ayer en libertad por orden del juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno. El magistrado atendió la petición de la Fiscalía, que cambió su criterio respecto al pasado sábado, cuando pidió prisión preventiva para Raúl García Pérez, de 34 años, y Alfonso Lázaro de la Torre, de 29, al considerar que ha disminuido el riesgo de fuga y de reiteración delictiva al haberse incautado su material y haber rescindido el Consistorio de Madrid sus contratos.
Sin embargo, el juez Moreno les acusa en un auto dictado ayer de fomentar el odio y alabar el terrorismo y les impone una serie de medidas cautelares como la obligación de comparecer diariamente en el juzgado, la retirada del pasaporte y la prohibición de abandonar el territorio español. Pasadas las 17.45 horas, los miembros de la compañía Títeres desde Abajo abandonaron el centro penitenciario, donde una veintena de personas les recibieron con aplausos y abrazos. También se produjeron momentos de tensión con los periodistas presentes, que recibieron empujones.
Los hechos tuvieron lugar el pasado viernes con motivo de la representación de la obra La bruja y don Cristóbal dentro de la programación de Carnaval organizada por el Ayuntamiento de Madrid. Los padres que asistían a ese espectáculo de títeres avisaron a la policía después de que se exhibiera un cartel con la frase GORA ALKA-ETA, lo que desembocó en las dos detenciones. En su auto, el juez Moreno afirma que el derecho a la libertad ideológica y de expresión está limitado por “el derecho a la dignidad de la persona, la igualdad y el honor”. Explica que las escenas que se representaron ante la presencia de niños “constituyen a priori un modo de fomentar, promover o incitar al odio, hostilidad o violencia contra un determinado grupo de personas”.
En cuanto al enaltecimiento del terrorismo, expone que cualquiera que lea la expresión GORA ALKA-ETA “puede verificar que con las mismas, se está alabando o justificando bien a los autores de hechos terroristas o los propios hechos”. Agrega que el hecho de que tal exhibición se lleve a cabo “bajo la cobertura” de una obra con guiñoles no supone “una despenalización de la referida conducta”.
La defensa alegó que se trataba de una pancarta de pequeño tamaño que uno de los guiñoles colocó a la bruja para incriminarla y que hay obras de ficción más violentas como Rambo, así como multitud de obras clásicas, incluyendo las de Shakespeare, en las que aparecen escenas sexuales explícitas y asesinatos.