mediante la presente quiero expresaros mi profunda amargura e inmensa tristeza por los hechos acontecidos ayer en el cementerio de Tolosa en el momento de dar sepultura a vuestro hijo Josean. Estoy plenamente convencido que no fue agradable ver envuelto el regreso de los restos de vuestro hijo en esa lamentable situación. Al mismo tiempo, de verdad os digo que en ningún momento habríamos pensado ni yo mismo, ni este departamento, ni la propia Ertzaintza, que la situación se desarrollara de ese modo.

Hemos demostrado continuamente en este pueblo que no somos capaces de ponernos en la piel de los demás. Y, en mi opinión, esa actitud actúa como estímulo de nuestras disputas y amarguras. El cumplimiento de nuestra obligación el día de ayer no fue nada fácil, y mucho menos, agradable. La vuestra, tampoco. No podemos dejar de mencionar que de no ser por la gestión de vuestro abogado el señor Iñigo Iruin y por la eficaz actuación de los mandos de la Ertzaintza, las consecuencias hubieran sido mucho más graves.

Por eso os digo otra vez que por nuestra parte no hay ninguna intención de verter más tristeza sobre la lamentable historia que concluyó ayer con el entierro de vuestro hijo. Quiero deciros que denuncio enérgicamente los sucesos que acarrearon la muerte de vuestro hijo y que aquellos que lo mataron son los principales responsables de los hechos sucedidos ayer. Pero no tenemos mejor modo de superar conflictos de este tipo que aprender de los mismos.

La situación que vive nuestro pueblo nos llevó ayer de nuevo a vivir una experiencia realmente penosa. Lo acontecido ayer debería llevarnos a trabajar para resolver este problema que pervive durante demasiado tiempo. Creedme que ni la Ertzaintza ni este departamento hemos tenido ni la más mínima intención de suscitar acontecimientos de este tipo.

Recibid mi más cordial saludo.