gasteiz - Ramón Rabanera se va. Deja la política con la preocupación de que el Partido Popular de la CAV prescinda de las señas de identidad que él ha defendido a lo largo de las últimas cuatro décadas. A dos meses de la jubilación, y a diferencia de otros compañeros de siglas, no teme mostrar abiertamente su posición ante la polémica creada en torno a la presidenta Quiroga. “Se ha equivocado”, sentencia el ex diputado general de Araba.
¿Se va o le invitan a irse?
-En la política siempre he tomado yo las decisiones. Uno tiene ya edad suficiente, y el Partido Popular tiene en Álava personas preparadas y con ganas para sustituirme. No quiero que me echen nunca de ningún sitio. En la Diputación Foral de Álava tenía buenas encuestas, pero aún así tomé la decisión de marcharme. Me voy con cierta pena, pero con la sensación del deber cumplido
¿Siente que deja un PP vasco fracturado?
-No fracturado, pero sí tengo la sensación de que no hemos sabido aclimatarnos a la nueva situación de una ETA derrotada. Hay un momento de cierta confusión que me genera preocupación. Me da la impresión de que en algunas ocasiones no nos damos cuenta de que tenemos que ser nosotros. El Partido Popular tiene que ser el que lidere en el País Vasco la exigencia de la memoria, de lo que ha pasado. Y lo tenemos que hacer con las palabras adecuadas. Cuando hay un asesinato no hay un rechazo, hay una condena. Y además se condena al que ha asesinado. Si empezamos a manejar palabras que no son adecuadas caemos en la trampa.
¿Arantza Quiroga se ha equivocado?
-Yo creo que sí se ha equivocado, aunque estoy convencido de que lo ha hecho con buena intención.
¿Se ha equivocado al rebajar la exigencia a la izquierda abertzale para formar parte de una ponencia de paz o al no consultar con el partido?
-No sé si lo ha consultado, parece que no. Es un tema de tal importancia que tenemos que tener un gran consenso entre todos los que representamos al PP vasco y que cuente también, por su puesto, con la anuencia del PP nacional. En estos temas hay que tener una especial sensibilidad. Yo siempre digo que el PP nacional y el vasco en particular tenemos que insistir constantemente en los principios básicos que motivan al electorado: defensa de la libertad y memoria de lo que fueron aquellos años terribles del terrorismo. Tenemos que liderar este camino sin confusiones.
¿El hecho de que fuera el ministro Alfonso Alonso el encargado de desautorizar públicamente a Quiroga no evidencia la ruptura del PP vasco?
-Hay cosas de gran trascendencia con las que está de acuerdo la mayoría del PP vasco. Tal vez fue casualidad, ya que no se trató de un comunicado de Alfonso Alonso, sino de una respuesta suya a la pregunta de un periodista en una entrevista. Desde luego, cuenta con mi apoyo.
¿Quiroga también?
-Lo que creo es que Arantza Quiroga tiene que empezar a hablar más y con más gente. Creo que debería hablar con sectores del partido que, no sé si tendremos la razón o no, pero contamos con experiencia. Nos hemos jugado mucho y hemos luchado durante muchos años. Me da la impresión de que el círculo con el que ella trata estos temas es reducido o no incorpora en él a gente que podría darle consejos.
¿Se refiere al PP alavés?
-Por ejemplo. El Partido Popular en Álava ha sido el partido que en las elecciones de mayo ha permitido salvar la cara en el País Vasco, porque en otros territorios no ha habido, precisamente, un buen resultado. En Álava se han mantenido los principios básicos que tenemos que presentar ante el electorado. Debemos reflexionar al respecto.
¿La actual presidenta del PP vasco debe ser la candidata en las próximas elecciones autonómicas?
-Eso lo tendrá que decidir el Comité Electoral.
Pero usted tendrá una opinión al respecto.
-La tengo, pero lo debe decidir el Comité Electoral.
Si Quiroga no sigue, ¿su relevo debería proceder del Partido Popular alavés?
-En su momento defendí que fuera un alavés.
¿Es una cuenta pendiente del partido?
-No, lo que pasa es que creo que en estos momentos los que tienen una trayectoria política más consolidada y una referencia mayor bajo el punto de vista ciudadano son los políticos alaveses. Las cosas son como son.
¿A quién ve mejor situado para asumir esta responsabilidad?
-Hay varios.
Dígame uno.
-No, prefiero no dar nombres. Cuando te vas a marchar y das nombres te ganas muchos enemigos. Hay un ramillete estupendo. Si se produce un recambio y le correspondiera a un alavés este liderazgo, igual alguno tendrá que hacer algún esfuerzo y algún sacrificio. No digo más.
¿Cómo vivió las advertencias electorales que señaló Aznar?
-Todos conocemos a José María Aznar. Tiene una preocupación porque estamos en una situación política complicada en España. Pero también conocemos cómo son las formas de Aznar, por eso no le doy mayor importancia. Espero que todos reflexionemos al respecto; José María Aznar para que no vuelva a hacer unas declaraciones que levantan toda esta bronca y Mariano Rajoy para que también tome nota de algo de lo que le ha dicho.
A dos meses de las elecciones generales, no parece que este mar de fondo les ayude en sus objetivos.
-Después de las elecciones catalanas, es cierto que dentro del partido ha habido un momento de preocupación. Espero que según se vayan aproximando las elecciones esa preocupación vaya disminuyendo y todos nos pongamos a trabajar, no en sacar comunicados, sino en conseguir que el Partido Popular sea el partido más votado. Ahora, no voy a negar la preocupación ante una situación novedosa, con dos partidos que parece que vienen para quedarse. Esto ya no es como antes, que si no veníamos nosotros venía el PSOE. Hay más posibilidades y eso produce tensiones, también entre muchos parlamentarios y senadores que no van a repetir.
¿Cómo ve a Mariano Rajoy ante este reto?
-Yo confío en él. Nos ha sacado de una situación que la gente es muy tendente a olvidar. Hace cuatro años estábamos en la quiebra y se hablada de corralito. Y todo ha sido a costa del desgaste de Mariano Rajoy.
¿Desgaste incluso frente a sus propios compañeros de partido?
-Yo no tengo esa sensación. Siempre hay heridas, pero el Partido Popular es un partido que aguantando lo que ha aguantado va a mantener el tipo.
¿Le queda fuelle al bipartidismo?
-No va a tener la fuerza de antes porque el escenario ha cambiado con los dos nuevos invitados. Por cierto, que los nacionalistas también se lo piensen, porque no van a ser tan decisorios como lo han sido hasta ahora. Ahora bien, el PP y el PSOE son los que se juegan el Gobierno de la nación. Uno de los dos va a gobernar, de eso no tengo ninguna duda.
¿Cómo le suena una alianza con Ciudadanos?
-No me suena mal. Ciudadanos está en unos sitios con unos y en otros con otros, algo que en Europa no pasa. Allí las coaliciones están más determinadas y definidas. Por eso estamos en una situación nueva que hasta después de las elecciones generales no vamos a ver.
A un foralista convencido como usted, ¿qué opinión le merece el concepto de ‘nación foral’?
-No lo he entendido. Lo que son forales son los territorios, que es lo que he defendido siempre y está reconocido en la Constitución.
¿Está en peligro el Concierto Económico?
-Algunos partidos ya lo empiezan a poner en duda.
¿El PP está entre ellos?
-No, no, es más, con el Gobierno del PP es cuando ha estado y está más salvaguardado.
Las quejas de las comunidades autónomas recogidas en un informe del Ministerio de Hacienda proceden, en muchos casos, de gobiernos del PP.
-Pero fue un gobierno del PP con el que se consiguió el mejor Concierto Económico, según destacó el entonces lehendakari Juan José Ibarretxe. Precisamente estaba Ramón Rabanera de diputado general en la Comisión Arbitral. Es más, ante las dudas de dirigentes del PSOE ha habido recientemente pronunciamientos del Gobierno del PP sobre el mantenimiento del Concierto Económico vasco. Por eso, cuidado con todas estas aventuras nacionalistas, no sea que alguno aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid nos deje sin Concierto.
¿El Cupo debe ser revisado?
-Todo es negociable.
¿En Madrid se entiende que la singularidad vasca no es un privilegio?
-Hay ciertos sectores que no lo entienden. Además, las exigencias de Convergència nos han hecho mucho daño.
En el plano vasco, el PNV disfruta de una cuota de poder desconocida. ¿Cómo lo valora?
-El PNV está mirando de reojo a ver lo que pasa en Catalunya. Y le está asustando, sobre todo, ahora que son los de la CUP quienes pueden decidir quién de la lista de Junts pel Sí debe ser el presidente catalán, una lista en la que, por cierto, solo falta la mujer barbuda y el hombre bala para completar la candidatura. Para toda persona con sentido común, que sí es mayoritario en el País Vasco, hay que tener cuidado.
El Partido Popular ha perdido, con su mayoría absoluta, una gran ocasión de reformar el Senado esta legislatura. ¿Por qué no se ha hecho?
-Pues para ser sinceros, yo tampoco lo sé. En estos cuatro años se podía haber intentado, pero hemos estado tan ocupados con la situación económica de este país que esos problemas eran menores. Dicho esto, para reformar el Senado es necesario una reforma Constitucional que requiere de grandes acuerdos. Pero es cierto que si no se reforma, cada vez van a ser más las voces que pidan que el Senado no exista. Esta Cámara es necesaria, pero lo que no puede ser es que sea de segunda lectura.
¿Siente que deja la política en el momento de mayor desapego social de estas últimas cuatro décadas?
-Sin lugar a dudas. Antes, cuando andabas por la calle, la gente era considerada. Ahora, en cambio, existe esa consideración de que todos los políticos son iguales, algo que me provoca mucha tristeza, porque, entre otras cosas, no es cierto.
¿Queda algo de la política de los años 70 con la que debutó?
-(Se ríe) La heroica que llamo yo. Ahora es la política de redes sociales, de Internet, de menos contacto personal, muchos más fría que la de antes. Fíjese que, habiéndolo pasado mal, a mí me gustaba bastante más la otra.