Madrid - Separación en distintos módulos, control de sus relaciones con el exterior, incautación de obras de autores radicales o el control de su dinero en busca de movimientos sospechosos. Estas y otras medidas se recogen en las distintas iniciativas elaboradas por Instituciones Penitenciarias mediante las que han intensificado en los últimos meses el control de los presos islamistas en prisión. El objetivo es evitar que las cárceles se conviertan en un foco de radicalización o reclutamiento.

“Se trata de recoger, analizar y sistematizar un conjunto de datos y variables relevantes para detectar y acotar procesos incipientes o consolidados de radicalización”, explica el Programa de intervención con los internos islamistas en los centros penitenciarios, uno de los documentos sobre los que pivota esta estrategia centrada en los presos que “responden a planteamientos organizados, extremistas y violentos o pretenden utilizar el medio penitenciario para reclutar adeptos a su ideología radical”. “Pretendemos limitar la incidencia de este fenómeno terrorista en el interior de los establecimientos penitenciarios”, expone este programa con el que Prisiones lleva meses trabajando y en el que se admite que es un “fenómeno que genera una creciente preocupación”.

Se establece que “especialmente hay que examinar las eventuales relaciones de algunos de los terroristas ingresados en prisión con personas con detenciones anteriores, con independencia de que hayan sido condenadas por terrorismo o por otros delitos”. “Por tanto, hay que observar las comunicaciones y visitas con estas personas, las relaciones establecidas entre ellos o con terceros y las relaciones con otras formas de delincuencia organizada o terrorista”, precisa.

La semana pasada el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, afirmó que España apuesta por una política de dispersión de presos yihadistas en la línea de la que desde hace décadas se aplica con los internos de ETA. Fuentes penitenciarias consultadas matizan que la práctica habitual con los reclusos yihadistas no consiste tanto en disgregarles en distintas cárceles como se hace con los etarras, sino en evitar que mantengan relación con perfiles semejantes. Para ello, según dicen, lo más común es separarles pero en diferentes módulos de la misma prisión. - E. Press