Rafael Larreina: "En España la cultura franquista sigue muy enraizada y no entienden que en el Opus Dei haya gente de todo tipo"
Política y religión. Dos pilares en la forma de entender la vida de este veterano dirigente que ha sabido compaginar en sus diferentes retos profesionales. El último lo inició hace 18 años: la ización política y la pacificación en Euskal Herria
Gasteiz - Recién regresado de Madrid, Rafa Larreina afronta la entrevista con el repaso de la situación estatal desgranado por Mariano Rajoy aún vivo en su mente. Al contrario que a la gran mayoría de la Cámara Baja, el "autocomplaciente" discurso del presidente del Gobierno no sorprendió a un dirigente al que avala su dilatada trayectoria y que en las dos últimas décadas ha priorizado el trabajo en pro de la normalización política y la pacificación.
Al inicio de la legislatura, la izquierda aber-tzale reclamó su presencia en el Congreso de los Diputados para encauzar una nueva etapa en las Cortes Generales, donde Larreina pone en valor su bagaje parlamentario. Socialdemócrata, miembro del Opus Dei y testigo activo de algunos de los pasajes más intensos de la política vasca, el diputado de Amaiur relata la visión del conflicto vasco en la capital española y su propia experiencia en esta nueva etapa personal.
¿Cómo lleva la resaca del Debate del estado de la Nación?
-Es un debate que se hace pesado, sobre todo porque no hay muchas novedades. Es perpetuar esa situación de bloqueo en una Cámara que no escucha y que no se escucha a sí misma; cada uno suelta su mantra, el y tú más entre el PP y el PSOE, y no hay debate político. Si lo reducimos a la cuestión vasca, también ha sido muy decepcionante. En la cabeza de Rajoy no está presente esta realidad y eso es muy negativo, porque al final es perpetuar el estatus de no solución. En las propuestas de resolución fuimos en la línea de abrir un diálogo entre todas las fuerzas para buscar una solución al problema político de fondo y eso ahora mismo no está en la agenda del Gobierno. Están muy cómodos en el discurso del todo sigue igual cuando la sociedad internacional reconoce que las cosas han cambiado y que ETA no está presente.
¿Por qué cree que el proceso de paz vasco no está en la agenda de Rajoy?
-Cuando ETA dijo que ponía fin a su actividad armada, desapareció. Muchas veces el Gobierno se enroca en el discurso pidiendo la disolución, pero qué mayor disolución que decir que nunca más va a actuar.
¿No le llama la atención que el presidente del Gobierno ni siquiera mencionara el inicio del desarme en su alocución?
-Para el PP es más cómodo seguir con el discurso anterior y decir que los objetivos políticos de ETA son el problema. En esta posición también influye el posible acoso por parte de UPyD y de la escisión de Vox con el tema vasco y las víctimas del terrorismo, además de la cohorte mediática madrileña, que también utiliza esta cuestión como un elemento de vigilancia. Todo ello hace que no se avance.
¿Cuál es el diagnóstico?
-Está en una situación muy grave y lo peor es que no se están poniendo los medios para ir a la raíz de los problemas. El discurso de Rajoy fue muy autocomplaciente y lo cierto es que todo sigue igual. No se han abordado los problemas estructurales de España, tiene el peligro inminente de ser un Estado fallido desde el punto de vista económico y social. Es una sociedad que no tiene una base económica sólida sustentada en la economía productiva, siempre ha funcionado alrededor de la economía especulativa o financiera, lo que supone un déficit estructural tremendo. En cambio, aquí tenemos la mitad de paro y nuestro crecimiento es mayor porque nuestra estructura socioeconómica se basa en la economía productiva. Todo ello a los soberanistas nos hace reforzarnos en la idea de que cuanto antes tengamos todos los instrumentos de la soberanía en nuestras manos, pues mejor. De lo contrario, esa realidad nos va a acabar arrastrando a nosotros también.
¿No resulta una postura insolidaria?
-Hay quien lo podría ver así, pero yo no lo creo. Precisamente, lo veo como la forma de hacer reaccionar a España para que cambien y se preocupen más por la situación de sus ciudadanos que de los discursos políticos de patrioterismo más propio del régimen anterior que de un sistema democrático.
El portavoz del PP, Alfonso Alonso, echó en cara a Amaiur hablar en nombre de todos los vascos. ¿Qué le responde?
-Alfonso Alonso está haciendo campaña a nivel estatal de reforzamiento de su posición, quizás porque ésta se está debilitando en la CAV. Fueron afirmaciones que no venían a cuento, porque nosotros insistimos siempre en el compromiso con la pluralidad de este país. Lo que exigimos es que se respete la voluntad mayoritaria de las instituciones vascas. El PP, que en la CAV y Navarra tiene un porcentaje de voto muy pequeño -muy por debajo del 20%-, está aplicando unas políticas en contra del resto de la población, ese es el problema.
Vistas las dificultades existentes en el Parlamento Vasco para hablar de paz y convivencia, ¿intentarlo en Madrid es poco menos que una misión imposible?
-Es complicado y además en este debate ha habido algo sorprendente. Nuestra propuesta de normalización política y pacificación recogía dos de los puntos fundamentales de la Declaración de Aiete: el que hace referencia a las vías de diálogo que debe establecer el Estado con ETA y otro que decía que las fuerzas políticas debemos abordar el problema político de fondo. El PNV presentó una enmienda para suprimir esos dos puntos de nuestra propuesta de resolución y luego voto en contra, cuando ellos firmaron la Declaración de Aiete. Eso demuestra las dificultades que existen también aquí y que el PNV se debate en esa indefinición de querer acordar con todos y al final no acordar con nadie o hacerlo con los de siempre.
¿Le defraudó el escaso arsenal que protagonizó el inicio del desarme de ETA?
-Siempre he defendido que la entrega de las armas es un acto simbólico. Tú puedes entregar un arsenal y al día siguiente comprar otras armas mucho más modernas y eficaces. El acto que vimos tenía un componente simbólico muy importante que reconocieron periódicos como Le Monde, The Guardian o The Economist. Desde ese punto de vista, a mí no me ha decepcionado. Nosotros demandamos al Gobierno que ponga los medios para que el desarme pueda ser total, cosa que no ha hecho porque probablemente le beneficia perpetuar esta situación e intentar transmitir que todo sigue igual, cuando saben que no es así.
El PP dice que los verificadores trabajan para ETA. Dígame, ¿realmente mantienen este discurso en privado o se limita únicamente a las declaraciones públicas?
-Hay un doble discurso, el público está muy condicionado por la presión mediática de Madrid y hay otro en privado, donde te reconocen que las cosas han cambiado y que les gustaría avanzar más aunque no se atreven. En su mano está dar la vuelta a esa situación.
¿Es posible culminar el proceso de paz sin la incorporación del Gobierno español?
-Lo más eficaz es la vía unilateral, que es la que se ha emprendido y la que hemos defendido muchos desde hace años. Si no se mueve Rajoy se moverán otros, Rajoy no es eterno. Igual este inmovilismo es uno de los elementos que le impide seguir como presidente del Gobierno, porque al final la sociedad española va a ver como una irresponsabilidad esa línea que sigue Rajoy con respecto al problema vasco. Cuando se produjo el anuncio del cese de ETA, el presidente del PP, entonces fuera del Gobierno, hizo famosa la frase la democracia sabrá ser generosa. Esa generosidad no se ve por ningún sitio. El PP ha ido poniendo listones y luego los ha subido a conveniencia. Realmente, y aunque ahora lo tengan medio defenestrado, los dirigentes actual son fieles seguidores de Mayor Oreja, quien en su día dijo que el problema no era ETA, sino que era el día después, el proyecto independentista.
¿Hay que pedirle más a ETA?
-Hay que decirle que facilite ese proceso y que deje cancha libre a las fuerzas representativas de la sociedad.
¿La organización terrorista poco más puede hacer ante el inmovilismo del Gobierno, como asegura Hasier Arraiz?
-Prácticamente se ha hecho todo lo que se puede hacer, incluso hay quien dice que ya está disuelta. La disolución se produce cuando dicen que van a dejar la violencia. A partir de ese momento a mí me da igual si se reconvierten en una organización cultural, una agrupación deportiva, un grupo de reflexión política o un convento. El tema fundamental está resuelto. La disolución se convierte en una disculpa del PP, cuando es el Gobierno del PP quien está impidiendo la disolución de ETA, quizás porque le resulta muy rentable.
Pero la disolución de ETA no solo la pide el PP, sino todos los partidos excepto la izquierda abertzale.
-Yo no me opongo a la disolución, ojalá ETA se hubiera disuelto hace cuarenta años. La disolución real, insisto, se produce cuando decide que se ha acabado, que ya no volverá a utilizar las armas. Lo que tendría que hacer el PP es establecer las vías de comunicación, que no es lo mismo que negociar.
¿Usted es la cara amable de Amaiur en el Congreso?
-Somos siete caras amables. Los siete tenemos muy buena relación con diputados de todos los grupos, salvo de UPyD, que han tomado como bandera no hablar con nosotros. Con el resto hay una relación normalizada y muy cordial. Amaiur es un esfuerzo de trabajo en común, de culturas muy diferentes en aras de defender la soberanía de este país. Es una coalición plural pero al mismo tiempo muy cohesionada.
¿Dónde ha constatado mayores dificultades para comprender que se puede ser del Opus Dei y miembro de un partido progresista y abertzale en Madrid o Euskadi?
-Es evidente que en España se ve con más dificultades que en Euskal Herria. España tiene problemas de cultura democrática, la cultura franquista sigue muy enraizada en muchos ámbitos y no se entiende la pluralidad. En el Opus Dei hay gente de todo tipo, porque prima la libertad en todas las materias. En otros países es más evidente y aquí también se ve con más normalidad que en España.
Su grupo defiende una posición respecto a la Ley del Aborto que no casa con la del Opus Dei. ¿Cómo va a resolver este conflicto?
-Pero eso no es un conflicto del Opus Dei, es un conflicto que puede tener cualquier persona católica.
¿Qué va a hacer el día que se vote en el hemiciclo la nueva Ley del Aborto del PP?
-Siempre he actuado en conciencia y mi partido lo ha respetado, algo que tengo que agradecer y que demuestra un espíritu democrático y un respeto a la pluralidad. Casualmente eso solo se suele dar en los partidos de izquierdas, nunca en los de derechas.
¿Contempla la posibilidad de ausentarse del Pleno, como han hecho otros dirigentes disconformes con la postura de su grupo?
-Votaré y lo haré en conciencia, como lo he hecho en todas las votaciones.
¿Hasta qué punto debe imperar la disciplina de partido?
-Tiene que haber una cierta disciplina de partido que sea leal con el programa que se ha defendido.
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