Mapa (incompleto) del terrorismo
La nueva iniciativa de Covite en internet está limitada a la CAV, y contiene errores y omisiones
BILBAO
CUANDO hace casi dos meses, el pasado 30 de noviembre de 2013, Covite presentó en el marco de sus XII Jornadas el denominado Mapa del terror que documenta 600 asesinatos terroristas cometidos en Euskadi desde 1960 -herramienta que se puso el viernes a disposición del público-, esta asociación de víctimas ya dejó clara su motivación.
"El colectivo", afirmaba entonces la agrupación presidida por Consuelo Ordóñez y de la que Maite Pagazaurtundua es vicepresidenta, "comenzó a trabajar en esta iniciativa hace cuatro meses, después de que el Gobierno vasco anunciase que pretendía presentar un Mapa del sufrimiento en el que se integrarían todas las vulneraciones de derechos humanos llevadas a cabo tanto por organizaciones terroristas como por funcionarios del Estado español".
"El planteamiento expuesto por el Ejecutivo del lehendakari Urkullu", proseguía, "creó incertidumbre en el seno de Covite. La junta directiva creyó que el trabajo del Gobierno vasco podría resultar sesgado -como finalmente constatamos tras la presentación del Mapa del sufrimiento- y decidió poner en marcha una herramienta multimedia que no ha sido subvencionada por el Ejecutivo autonómico".
No cabe duda, por tanto, de que Covite ha creado el nuevo Mapa del terror como contraoferta alternativa al Mapa del sufrimiento del Gobierno vasco, para contrarrestar su carácter presuntamente sesgado.
Esta herramienta del colectivo -accesible en su web y cuya dirección es mapadelterror.com- busca colocar en el mapa a todas las víctimas del terrorismo y dar testimonio de su asesinato, con fichas de los damnificados, datos del atentado, fotografías y hasta una hemeroteca de cómo recogieron los hechos algunos medios.
El Mapa, sin embargo, y lejos de las sospechas de ser sesgada tal y como Covite achaca al Gobierno vasco, tiene una concepción parcial e incompleta por definición, adolece de varios errores -algunos, fácilmente subsanables pero otros importantes-, omisiones en algún caso sangrantes y atribuciones de atentados dudosas o, al menos, cuestionables.
La memoria colectiva, como la individual, es frágil y recoger "todo" el terror vivido en los últimos años tiene dificultades añadidas que, si no se hace escrupulosamente bien, puede herir sensibilidades sobre todo en un asunto tan delicado como las víctimas. Un ejemplo, pese a sus intenciones, es precisamente el Mapa del terror.
LA HERRAMIENTA
Límites y ausencias
En primer lugar, el Mapa, aunque no solo incluye crímenes de ETA, sino también del GAL, BVE y otros grupos terroristas, se circunscribe -al menos en esta primera fase- a los asesinatos cometidos dentro del territorio de la comunidad autónoma vasca (CAV). Es la razón por la que se documentan solo 600 muertes. Es decir, no se tienen en cuenta ni a vascos asesinados fuera de los límites de la CAV ni los cometidos por vascos fuera de nuestras mugas. Un ejemplo: Juan Carlos García Goena, que fue asesinado por los GAL y era compañero de la dirigente de Covite Laura Martín, no aparece en el mapa, como la inmensa mayoría de los cometidos por este grupo -solo se indican dos: Santiago Brouard y José Antonio Cardosa, cometidos en Bilbao y Donostia, respectivamente-. Si Miguel Ángel Blanco hubiese sido trasladado tras su secuestro a, por ejemplo, Nafarroa y hubiese sido asesinado allí, tampoco aparecería. Esta concepción geográfica limita sobremanera las posibilidades de la herramienta, que está inspirada en una iniciativa del New York Times puesta en marcha para visualizar los casos de homicidios en las distintas zonas de la ciudad.
Asimismo, el Mapa atribuye algunos asesinatos de manera discutible. Así, se incluye a Begoña Urroz -un bebé de pocos meses- como primera víctima de ETA, aunque los últimos datos achacan este crimen al DRIL. También considera a ETA responsable de la muerte de María Francisca Araunzetamurgil, víctima de la explosión de un juguete-bomba dejado en los baños de un bar donostiarra. Por su parte, atribuye a Jarrai como grupo el asesinato de dos ertzainas en Itsasondo, del que fue autor Mikel Otegi.
Por contra, excluye también algunos asesinatos. Es el caso de Normi Mentxaka, fallecida por disparos de un ultraderechista durante una manifestación en Santurtzi y que está considerada oficialmente víctima del terrorismo tras sendas sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo. Su caso no aparece en el mapa.
Tampoco se incluyen, obviamente, ninguna de las víctimas causadas por las fuerzas de seguridad, ni siquiera a las seis muertas en la CAV de las ocho oficialmente reconocidas como tales por el Gobierno vasco durante la legislatura de Patxi López.
A este respecto, otra asociación de víctimas, la AVT, tiene también sus propios criterios: no incluye ningún asesinato de los GAL ni de otros grupos de extrema derecha, distingue entre "terrorismo islámico", "yihad islámica" y "11-M" -eludiendo la naturaleza de este-, aunque tiene algunos incluso del IRA Auténtico, y hasta atribuye a ETA al menos 77 muertes por el incendio del Hotel Corona de Aragón en 1979.
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