Bilbao

jAVIER Atutxa ejerció de capitán por tierra y desde ahora también por aire. En la marina mercante, comandando buques por los mares del mundo, hasta que dejó la navegación para asentarse en tierra y pasar a trabajar durante muchos años para la consignataria de buques Marítima Candina, en Bilbao. Así pudo dedicarse a la familia, compuesta por su mujer, Lourdes, y sus tres hijas -Leire, Amaia e Itxaso, la actual presidenta del Bizkai Buru Batzar-.

El Capi tenía su oficina en el edificio Albia, a escasos metros de Sabin Etxea, sede del PNV, a donde, cuando el trabajo se lo permitía, escapaba para zambullirse en su otra pasión, el partido. Cuentan sus amigos de siempre que el apodo venía no solo por su profesión, sino también por la firmeza de sus convicciones y la claridad con las que las expresaba. "En apariencia era muy serio a la hora de hablar, incluso hasta algo secante", recuerda Juan María Atutxa, presidente de Sabino Arana Fundazioa y expresidente del Parlamento Vasco.

Sin embargo, tras su semblante recio y gesto adusto se escondía un corazón cálido y buen olfato para el sentido del humor. "Le gustaban los chistes, especialmente los de Antonio, era muy cálido en el trato", subraya Iñaki Anasagasti, quien le recuerda como un gran conversador "con el que se podía hablar de todo, desde política hasta cuestiones más técnicas".

Su capacidad para dirigir y su dedicación al partido no pasaron inadvertidos para Xabier Arzalluz y el grupo de burukides que gobernaban la nave jeltzale allá por 1988, año en el que Atutxa fue elegido presidente del Bizkai hasta 1992. Luego repetiría en el cargo cuatro años después, hasta el 2000. En sus dos etapas como número dos del partido le tocó capear los momentos más complicados del PNV: los años posteriores a la escisión del partido y la fundación de EA, y los tiempos convulsos tras el Acuerdo de Lizarra-Garazi y la tregua de ETA en 1998. Según relata Anasagasti, este episodio supuso el "enfriamiento" de su relación con Arzalluz.

También bajo su mandato se produjo la ruptura del pacto con el PSE, socio de gobierno en los tiempos del lehendakari Ardanza. Atutxa fue uno de los defensores de poner fin a la sociedad con el PSE. Curiosamente él, que fue uno de los muñidores de muchos acuerdos con los propios socialistas y con el Partido Popular, formación con la que los jeltzales sellaron un pacto de legislatura en el Ayuntamiento de Bilbao. "Era tan fogoso para la conversación como generoso, con él era fácil trabar acuerdos tanto en lo personal como en lo político", señala Juan María Atutxa, quien le conoció desde niño en Areatza y con el que, primero, jugó en la infancia y, luego, ya adultos, también coincidió en el juego de la política bajo el mismo paraguas jeltzale.

encuentros a cuatro A finales del pasado milenio y comienzos de este, José Antonio Ardanza, Juan María Atutxa e Iñaki Azkuna empezaron a reunirse regularmente en Bilbao con mesa y mantel. Acababan de abandonar el Gobierno vasco del que fueron lehendakari, presidente del Parlamento y consejero de Sanidad y, tras un periodo intenso, querían compartir y contrastar sus puntos de vista sobre las cosas de la vida de una manera informal. Muy pronto se les unió Javier Atutxa, otro con el apellido empezando en A.

Estaba naciendo la cuádrupe A, un ágora reducido que practicaba en la intimidad el arte de la conversación política. Los encuentros pasaron a formar parte de la rutina de los cuatro y durante más de una década se han mantenido fieles a la costumbre. Aún tratándose de unos encuentros privados, en el mundillo jeltzale eran vox pópuli, aunque su contenido no trascendía. "Las tertulias se alargaban mucho. Hablábamos de política, del partido, de las cosas de ETA... un poco de todo. Todos llevamos nuestros temas a tratar, también Javier que siempre los llevaba bien pensados", recuerda Ardanza. "Los encuentros eran muy provechosos. Javier era bueno para la conversación y mejor para el debate intenso, le ponía mucha salsa al encuentro", rememora el expresidente del Parlamento Vasco. Tanto Atutxa como Ardanza tienen claro que mantendrán el grupo que en adelante será la triple A, aunque admiten que "sin Javier ya no será lo mismo".