Ramón Múgica: "El Gobierno de turno es el que puede pedir perdón por las 94 muertes por abuso policial"
Es uno de los cuatro miembros que han elaborado el informe sobre vulneración de Derechos Humanos durante el último medio siglo. Exconcejal del PP en Bilbao a mediados de los 90, Ramón Múgica aceptó sin reparos participar en la iniciativa planteada por Jonan Fernández
BILBAO. Ramón Múgica no se lo pensó dos veces cuando su amigo y desde hace unos meses secretario general de Paz y Convivencia del Gobierno vasco, Jonan Fernández, le pidió que participase en el proyecto junto con la jueza Manuela Carmena, el exdirector de Derechos Humanos del Gobierno vasco Jon Mirena Landa, y el obispo emérito de Donostia Juan María Uriarte. Este bilbaino de 59 años, notario y profesor en la Universidad de Deusto, fue concejal del PP en el Ayuntamiento de Bilbao en 1995 con Josu Ortuondo de alcalde y Ascensión Pastor -la tía de Antonio Basagoiti- como cabeza de cartel de los populares en la capital vizcaina. No agotó la legislatura y dejó la política de altos vuelos, aunque mantiene en plenitud de forma su vis política y aquella sensibilidad política, que no el carné de afiliado.
¿Por qué aceptó participar en la comisión?
Por dos razones. Por responsabilidad: no era un encargo sencillo, ni cómodo, pero negarme me parecía incurrir en una grave irresponsabilidad. Hay otra razón de peso. Desde distinta sensibilidad política, con Jonan Fernández llevo muchos años coincidiendo en otros proyectos para la paz. Él me ha invitado a participar en muchos proyectos, yo he acudido. También yo le he pedido que participase en otras iniciativas sobre las víctimas y él nunca se ha negado.
¿Ha sido fácil la 'convivencia' entre los miembros de la comisión?
El diálogo y la comunicación han sido muy fluidos, con mucha empatía. Pero sí es cierto que la posición de partida era marcadamente diferente entre nosotros. Sin embargo, han sido posible algunas aproximaciones. Juan Mari ha hecho un gran esfuerzo por buscar el factor común y templar pequeños extremismos. Como decía el obispo Uriarte, hemos sido una demostración de que se puede llegar a una base común, a alcanzar acuerdos en aspectos fundamentales para la convivencia. Es cierto que hemos aparcado cosas que nos podían separar y entre ellas, la inclinación política que a cada uno nos podía animar. Hemos ido a algo más prepolítico y más moral.
¿Por dónde comenzaron a recabar los datos?
Hemos tenido el apoyo de un equipo técnico excepcional que nos ha presentado todos los datos y toda la información a lo largo del proceso de elaboración del informe. Por tanto, no ha sido un trabajo de investigación. Nuestra intervención ha estado en la elaboración y el orden de todos esos datos y escribir la introducción, el principio rector, el ámbito del informe y las recomendaciones. Ahí hemos estado los cuatro.
¿Cree que todas las víctimas se han sentido reconocidas en el informe?
Una de las principales preocupaciones era tratar con especial sensibilidad a todas las víctimas. A mí me preocupaba hasta qué punto nosotros, que no somos víctimas, podemos hablar de ellas. Hemos intentado no dejarles peor de lo que ya están en su condición de víctimas, pero no hemos ido con ese miedo de jugar a la defensiva. El informe no es bueno por cómo se haya hecho, sino sobre todo por cómo se lea. El que dé un fruto bueno depende de la actitud a la hora de leerlo. Hay que leerlo, detenidamente y sin prejuicios
¿Qué recorrido le augura?
Es una aportación modesta. Se ha trabajado más en la dimensión prepolítica, dando un criterio de índole moral para la sociedad, que permita construir sociedad, para que permita una mirada retrospectiva y decir esto hemos sido los últimos cincuenta años.
¿Se ha tardado mucho en la respuesta social a la violencia?
Salvo algunos grupos muy comprometidos, que no han sido la mayoría, la sociedad vasca ha fallado. Si hubiera demostrado otra fuerza, otra fibra moral, la violencia de intencionalidad política se hubiera acabado hace mucho tiempo. Hay cuestiones esenciales que hay que sacarlas del juego partidista, la cultura de los derechos humanos ha de ser universal. Esto podía haber terminado antes si la sociedad se hubiera plantado, pero ha habido mucha indiferencia y mucho miedo.
¿Todas las víctimas son iguales?
No todas las víctimas son iguales en cuanto víctimas. No es lo mismo la víctima de asesinato que la víctima de extorsión o la víctima de malos tratos físicos. Pero esto no significa que haga distingos entre las víctimas que han padecido el mismo daño; otra cosa es que el daño que han padecido luego se irradie de distinta manera a su familia o sus amigos. Hay que evitar hacer compensaciones de víctimas. No se pueden poner a unas a un lado de la balanza y a otras en el otro para buscar equilibrios. Cada víctima tiene su peso, y todas pesan en la misma balanza. En este sentido, tenemos que hacer el análisis de una manera unitaria y no partida en bloques.
Algunas víctimas han tenido más cobertura social y mediática que otras.
En cuanto que son víctimas, todas sin distinciones tienen que estar abrigadas, todas merecen la justicia, la verdad y la reparación. Pero es cierto que unas tenían más protección legal y reconocimiento.
¿Teme que alguna víctima se pueda sentir dolida por el contenido de este informe?
Las víctimas son las más generosas. Son las que han sufrido. Si hemos cometido errores y lo creen así, tengo la esperanza de que serán nítidas, sensatas y sinceras cuando manifiesten su opinión. Si nos hemos equivocado, quiero una opinión mejor y la aceptaremos. Tienen mucha legitimación moral y social para hablar desde el sufrimiento.
¿Es víctima quien muere mientras colocaba una bomba con la que pretendía matar?
Es víctima de su odio y de su error.
¿Merece reconocimiento, reparación y verdad?
Este es uno de los puntos de discrepancia que no se ha desarrollado mucho en el informe, a pesar de que se va a completar este con un mapa de sufrimiento. Para mí las víctimas son las víctimas de la violencia ajena. En el caso que usted señala hay sufrimiento, porque se pierde una vida, pero no hay vulneración de derechos humanos.
¿Cómo han delimitado los casos de torturas?
La persecución del terrorismo es muy difícil y, a veces, en la búsqueda de la eficacia... Es aquí donde uno tiene que desprenderse del juego de bloques y objetivar si hay vulneración de derechos humanos o no. Pero es indudable que ese quebrantar de la integridad física y moral de la persona que supone la tortura es una vulneración grave de los derechos humanos.
¿Son fiables todas las denuncias de torturas?
El informe apunta que hay 5.500 denuncias públicas, unas judiciales y otras extrajudiciales. En esta cuestión hay un enorme problema, pues la tortura siempre es un fenómeno que habita entre dos columnas peligrosas: el riesgo de la exageración y el riesgo de la ocultación. Hemos dado el dato que hemos podido y hemos dado una recomendación, que es seguir investigando también en este terreno. Seguir tirando del hilo y llegar a la verdad puede ser una forma de reparación, de tal forma que quien ha sufrido torturas y le dicen que no las ha sufrido pueda reivindicar su sufrimiento y la vulneración. La verdad consuela mucho. Para el caso en que alguien haya sido acusado de cometer tortura, también puede servir para justificarse de alguna manera.
¿Tienen que reconocer el daño causado ETA y los que han cometido abusos policiales?
Creo que ayudaría muchísimo. Cuando me he equivocado, y lo hago con frecuencia, y he pedido perdón y reconocido mi error, la respuesta es magnífica. Depura y sana mucho al que comete la vulneración del derecho humano, y socialmente ayudaría muchísimo.
¿Este reconocimiento del daño causado serviría de palanca para salir del actual inmovilismo?
Creo que podría ayudar. Hay muchas cosas que se dicen y se niegan con rotundidad y para siempre. Ese no se dice desde lo que se conoce hoy, pero si las cosas cambian ese no a lo mejor es otra respuesta. Y esto se puede aplicar a la política penitenciaria, el acercamiento de los presos, la aplicación de beneficios penitenciarios, la revisión de la doctrina Parot... ¿No podría tener sentido aplicar una cierta benevolencia condicionada? Esto es, yo doy unas ventajas pero vosotros demostrarme que las merecéis porque, si no, desaparecen.
El relato de lo sucedido ¿deber ser unívoco o tiene que haber más de uno?
Tiene que haber un esfuerzo por contar la verdad. Creo que hay una verdad única que puede construirse. No creo que la sociedad en su conjunto tenga que pedir que nadie se flagele o se arrodille. Basta con reconocer el error de una manera sentida y que se perciba sincera, y sobria, sin grandes puestas en escena.
¿Quién debe hacer el reconocimiento del daño causado en el caso de los 94 muertos por abusos policiales?
Se podría expresar al mayor nivel del Gobierno. Hemos visto cómo los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, y a lo mejor Francisco en el futuro, han pedido perdón por errores históricos que ha cometido la Iglesia católica hace cuatro siglos. Quien ha pedido perdón es una persona que no ha cometido el error ni tiene responsabilidad personal sino que habla en nombre de una institución. En nuestro caso, si ha habido vulneración de derechos humanos por las fuerzas de seguridad el máximo representante de esas fuerzas de seguridad, el Gobierno de turno, es el que puede pedir perdón. Más que pedir perdón, reconocer que ha habido violación de derechos humanos. Y al mayor nivel sería lo propio. Aparte, que es un gesto que dignifica mucho.
¿La solución pasa por las amnistías y los indultos?
Creo que extirpar la memoria no sería bueno. No sería bueno empezar desde cero. Los procesos de sanación y de humanización exigen superar ciertas pruebas. Cada uno tiene que responder de las consecuencias de lo que ha hecho, aunque, eso sí, sin ensañamiento alguno ni sufrimientos innecesarios.
¿Ha tenido algún reproche de algún compañero de su antiguo partido o de alguna víctima?
Contaba de partida con ese riesgo. A medida que el informe ha ido avanzando me ha parecido que ese riesgo merecía la pena en comparación de la tensión educada y afectuosa con que hemos trabajado. Es posible que alguna persona próxima a mi sensibilidad política me reproche algo, pero aquí me arriesgaba a dos reproches: el que alguien me afee por haberme dejado embaucar o por lo dicho en el informe; pero el otro reproche sería incluso mucho más grave, si no hubiera contribuido a un empeño de este tipo. Esto ha sido un auténtico privilegio.
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